Júlio Resende: "Siempre he entendido que necesitaba respetar, contribuir, compartir y celebrar la Revolución de Abril"
Júlio Resende | pianista
Mañana finaliza la edición de este año del Festival Fado Sevilla con la actuación de Júlio Resende en Caixaforum
Teresinha Landeiro: "El fado es una tradición oral y si haces muchas fusiones puede perder su esencia"
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Mañana viernes, a partir de las siete de la tarde, tendrá lugar en el recinto de Caixaforum el concierto de Júlio Resende, que servirá de colofón a la edición de este año del Festival Fado Sevilla. Este intérprete descargará sobre el público asistente la profundidad y emotividad característica de la música portuguesa a través de su piano, con el que ha unido los conceptos de jazz y fado en un lenguaje global expresado con absoluta libertad y sin restricción alguna. Su disco más reciente, Sons of Revolution, está dedicado a la Revolución de los Claveles de 1974, que puso fin pacíficamente a la dictadura de Salazar y a las guerras coloniales de Mozambique y Angola, algo que además de dar forma a la cultura y a la sociedad portuguesa actual, propició que el propio Resende pudiese venir al mundo, ya que su padre, angoleño, pudo emigrar a Portugal después de la revolución y conocer a su madre. Al estar esta edición del festival sevillano dedicada también a la Revolución de los Claveles no sería descabellado pensar que Resende va a interpretar el disco, si no íntegramente, al menos sí en una gran parte. Pero me llama la atención que en él solo hay una canción, la última, en la que aparece una voz, la de Salvador Sobral. La hoja de promoción del concierto le anuncia en formato de trío: piano de Resende, guitarra portuguesa de Bruno Chaveiro y voz de Peu Madureira, que supongo que no vendrá para una sola canción. Y echo en falta algún percusionista para las piezas del disco en que ese sonido es clave. Por eso la primera pregunta de la entrevista que ha concedido a este Diario va en ese sentido.
-¿Cómo va a ser su concierto?
-Todo el concierto está expresamente pensado para este festival de fado, por lo que será un concierto especial y único, muy diferente a lo que interpretamos con el Fado Jazz Ensemble. El núcleo del concierto seremos Chaveiro y yo, haciendo las canciones de este último disco mío entre los dos, con ese sonido especial que tienen el piano y la guitarra dialogando a través de mis canciones, y la idea de celebración de la Revolución de los Claveles y del fin de la guerra colonial. Esa parte del concierto es la misma que hemos hecho Chaveiro y yo como dueto por todo el mundo, pero aquí tendremos como invitado especial a un fadista, Madureira, para cantar algunos fados y tener la representación del fado en su esencia vocal.
Ahora el fado se está construyendo con más creatividad, no es una música de apenas un solo color"
-Hace pocos días, hablando con Teresinha Landeiro, la artista que le ha precedido a usted en el festival, me dijo que al ser el fado una tradición oral, si haces con él muchas fusiones puede perder su esencia. ¿Usted está de acuerdo con eso? ¿Lo que usted hace es fundir el fado con el jazz o es otra cosa?
-Entiendo que Teresinha piense eso, pero creo que no es un problema de fusión, sino de cómo colocar la emoción en la forma en que el artista se esté expresando. El fado es también un modo de decir las cosas, implica mucha catarsis y mucha profundidad, y creo que esas cosas están en mi música. Gracias a Dios ahora el fado se está construyendo con más creatividad; no es una música de apenas un solo color, sino que tiene más colores para ofrecer, como todo lo que es creativo. Y también si el jazz tuviera un solo color estaría muerto. Todas las artes que son humanas tienen que estar vivas y en continua construcción. Creo que hay mucho fado en mi música; también combinaciones de otros colores, que la gente va a descubrir cuando la escuche.
-Es usted un precursor en esta mezcla de géneros.
-Es verdad que se puede decir que estoy siendo una especie de pionero. Pero para mí lo más importante es que ha sido una construcción orgánica, muy natural, porque, aunque empecé a hacer fado al piano en mi disco del 2013, antes de eso estuve años construyendo ese diálogo para mí mismo mezclando el jazz y el fado solo con el piano. Después construí ese nuevo formato con una banda. Ha sido un camino de muchos años y mucha naturalidad a través de esos dos mundos, que me encantan, creando una música que me gusta, y ya ahora existe una combinación entre ellos como si fuese una familia.
-¿Quién es más feliz en esa familia?
-Buena pregunta. Mmmm... -piensa unos segundos-, creo que la gente del fado, en primera instancia, estaba claramente más interesada en ver qué saldría de esa unión. La del jazz, también en primera instancia, tenía prejuicios y daba marcha atrás ante esa mezcla. Pero puedo decirle también que este año he estado tocando en el San Francisco Jazz Center, un lugar único en el mundo, un auditorio dedicado al jazz en el país del jazz, y que mi discográfica de jazz es de Alemania y tiene una fuerza enorme en toda Europa, y así y todo se ha querido quedar con mis discos, lo que implica que la música que estoy haciendo, independientemente de si se llama jazz o fado, está siendo escuchada y queriendo serlo cada vez más. Este intento de compartir mi música con todas las personas es mi modo de contribuir con algo al mundo.
Para mí siempre ha estado muy claro que mi vida estaba sostenida por una nueva dimensión política y humana que se llama democracia"
-Usted nació ocho años después de la Revolución de los Claveles. No vivió en primera persona la dictadura ni el colonialismo. En su disco, quizás dejando aparte el primer tema, Hijos de la revolución, que en realidad es una actualización del primer tema que apareció en su primer disco allá por el 2007, se aprecia una dulzura y una alegría en la música que contrasta con el sentimiento real que tendrían sus mayores ante estas calamidades.
-Muy buena pregunta también -aunque yo empezaba ya a sospechar que me estaba dando demasiada ojana-. Para mí siempre ha estado muy claro que mi vida estaba sostenida por una nueva dimensión política y humana que se llama democracia, y que antes de eso las personas no podían hacer lo que querían ni podían decir lo que pensaban, y eso para mí significaba la muerte. Siempre me he amparado en eso y siempre he entendido que necesitaba respetar, contribuir, compartir y celebrar ese Abril. Por eso mi primer disco se abría con esa canción y ahora, cincuenta años después, he querido celebrarlo de nuevo. En realidad, creo que lo celebro todos los días, en cuanto ser humano y buena persona que me considero. Para mí, vivir en la dictadura no era nada bueno; eso no era vivir, no era lo que las personas queremos para nosotros y por eso pretendo celebrar la Revolución de Abril todos los años siendo la persona que soy.
-¿Siente usted lo mismo al tocar ese Hijos de la revolución ahora que cuando lo hacía en los inicios de su carrera?
-Es bonito escucharlo ahora con la guitarra portuguesa sabiendo que yo no pensé nunca en la vida que iba a grabarlo de nuevo mezclando el fado y el jazz como lo hago hoy. Solamente se pueden decir cosas bonitas sobre ese proceso humano, dinámico, de estar siempre intentando compartir, mezclar, combinar con los demás en las mejores opciones posibles. Por eso ahora me quedo sorprendido conmigo mismo cuando escucho una versión y la otra; pero es que eso es vivir.
-¿Cuando toca usted música de otro intérprete suele respetar su identidad musical o le gusta más improvisar con su identidad propia?
-Me gusta mas improvisar con mi identidad propia, diciéndole al artista original que lo amo. Esa es mi forma de amarle: mostrar más posibilidades, otras oportunidades para esa canción, y espero que, con respeto, al otro artista le guste escuchar eso. Así me ocurrió con Amália Rodrigues, a la que nunca conocí pero creo que ella todavía me escucha y me soporta en ese camino que emprendí con su obra. Bueno -se ríe-, eso es una quimera, una fantasía mía; en realidad, no sé que pensaría.
-Este año ha venido usted a España a dos festivales de fado y uno de jazz.
-Tengo el gran gusto de decir que España, después de Portugal, está siendo el mercado más atractivo y el más entusiasmado por mi música y me encanta venir aquí a tocar. En España la gente es muy entusiasta, el público es muy alegre y muy intenso, sabe escuchar muy bien. Me está encantando descubrir España paso a paso. Ya tenía aquí editados por Warner Music Spain mis discos Cynderella Cyborg y el primero de Fado Jazz Ensemble, y ahora también este último. Yo pretendo continuar durante mucho, mucho tiempo mi camino en España; por toda la vida, si puede ser. Y creo que lo voy a conseguir porque mi música tiene buenas repercusiones. Estar hablando con usted es un buen paso -sigue la ojana-.
-Y más que en España, si nos centramos en Sevilla, ¿qué sabe, piensa, recuerda usted de ella?
-Yo soy de Olhão, muy cerca de Faro, y he estado varias veces en Sevilla. La primera vez fue cuando niño, porque vine a Isla Mágica. Y conozco la ciudad porque he tocado varias veces en ella. Hace años viene a ver a Keith Jarrett Trío al Teatro de la Maestranza y he tocado ahí acompañando a Salvador Sobral; también he tocado ya en varios locales de Sevilla. Me encanta; es una ciudad muy bonita y tengo una relación muy próxima con ella, pero puedo descubrirla todavía mucho más y quiero compartir más con los sevillanos.
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