Julio Muñoz, ‘Rancio’: “Los humanos también somos ejemplares únicos”
El autor inaugura la Feria del Libro Antiguo con una defensa de la singularidad
Feria del Libro Antiguo: fechas y localización
Julio Muñoz Rancio inauguró este jueves la 47 Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla con un pregón en el que el autor de novelas como El asesino de la regañá o El crimen del palodú reivindicó la singularidad del arte en tiempos de uniformidad y productos elaborados en serie. “No nos olvidemos, nosotros, los seres humanos, somos cualquier cosa menos seriales. Las huellas de nuestros dedos ya nos hacen ejemplares únicos, como los libros de vuestra feria”, dijo el periodista y escritor a los asistentes al acto que acogió el Círculo Mercantil.
En su intervención, un texto que como viene siendo habitual publica la Asociación de Amigos del Libro Antiguo de Sevilla, Rancio lamentó que la vida genere a veces la misma extrañeza que le inspira el complejo vacacional Marina d’Or, donde todos los apartamentos son perturbadoramente idénticos. Ahora, sostuvo el narrador, los coches, los móviles e “incluso las formas de ser distintos son todas iguales” en esta sociedad poco dada a las disidencias. “Supongo que os ocurre también que conocéis a alguien y en los primeros minutos ya sabéis qué música le gusta, a qué partido vota, qué cosas no soporta”, añadió Muñoz, para quien “cada vez nos agrede más lo distinto, en vez de interesarnos”.
Rancio identifica “alguna salida a este enemigo que nos normaliza y nos hace aburridos y previsibles”, y encuentra esa ventana abierta en el arte. Las obras “hablan del momento en que se pintaron, del estado de ánimo del pintor, capturan el momento de azar que tuvo con una pincelada que se le resistía, tienen correcciones, dudas, oxidaciones del pigmento que no fueron las esperadas...”, argumentó el pregonero.
Entre esas puertas que llevan a la distinción Muñoz destacó también el vino y relató al auditorio una vivencia en una cata que explicaba Juanma, un filósofo y albacea de Rafael Chirbes, y en la que paladeó una botella fechada en 1921. “Ese vino ya estaba para beberse en la Primera República, ese vino siguió evolucionando en su botella en una estantería de una bodega de Jerez mientras caían bombas cerca, mientras se perseguía a gente en la guerra civil y en la posguerra. Ese vino siguió cambiando, preparándose mientras moría Franco, en el golpe del 23-F, le dio igual la Expo 92, que España ganara el Mundial de 2010...”, recuerda el autor sobre aquella experiencia única. “Ningún científico, ningún fabricante, ninguna IA podrá crear ese vino”.
Para Rancio, el ser humano escapa de los moldes consabidos también por los libros antiguos, cuyo rastro persiguen muchos coleccionistas con entusiasmo. “Hay pocas cosas peores para mí que no tener pasión”, opinó Muñoz, que confesó buscar el ejemplar de Los hermanos Karamazov que había en la casa de su abuela Emilia en Bami, un volumen que ha quedado como una estampa vívida de su memoria sentimental. “El libro de mi abuela Emilia habla de cuando ella me mandaba a la tienda de Carmelo a comprar chorizo blanco, no del rojo que no le gustaba”, evocó conmovido Muñoz. El escritor admitió seguir la pista igualmente de las copias primeras de El asesino de la regañá, que por error reproducían el manuscrito original y no la versión que cambiaba los nombres de los personajes célebres por temor a alguna denuncia. “Casi todos se han convertido en amigos y les encantó aparecer”, aclaró. “Se lo tomaron como lo que es, un absoluto homenaje”.
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