Juan Carlos Romero y la aventura del alter ego

El guitarrista registra su quinto álbum como solista, ‘El que va conmigo y yo’, un ejercicio de autoconocimiento en el que abraza otras influencias musicales para conjugarlas con su visión de la tradición flamenca

El guitarrista Juan Carlos Romero durante una actuación en La Bienal de Sevilla
El guitarrista Juan Carlos Romero durante una actuación en La Bienal de Sevilla / Karonte, 2024

La música de Juan Carlos Romero (Huelva, 1963) tiene la doble condición de mostrar el intrincado cruce de influencias del que está hecha mientras cristaliza en una guitarra que habla sin estridencias de memoria, tradición y esperanzas. ‘El que va conmigo y yo’ (Karonte, 2024) es tanto un logro musical como personal, donde el onubense consigue concretar todas las vertientes de su oficio: la de imaginativo compositor nutrido de la música clásica, el arreglista obsesionado con el jazz y el tocaor que defiende la identidad flamenca innovando dentro de su tradición. Una labor que continúa el linaje de su adorado Manolo Sanlúcar. 

Pregunta-¿Cómo definiría a esa otra personalidad musical que se entrelaza con la de guitarrista flamenco a la que alude el título del disco?

Respuesta- Había una parte mía creativa que no respondía al flamenco, que posee una tradición y unas estructuras muy concretas. Por eso mismo, para no aumentar la confusión en la que estamos instalados, siempre separaba esas dos partes. Pero llegó un momento en que comprendía que no podía quedarme anclado en esa batalla personal, y que lo más sincero era mostrarme en mi totalidad, poner por encima de cualquier otro compromiso el que un artista tiene consigo mismo. 

P-¿Cómo de escondido tenía ese alter ego en sus discos anteriores?

R-Yo nunca he renunciado a él, pero en este disco queda expuesto de un solo vistazo. 

P-¿Cómo definiría esa otra parte de su inspiración musical?

R-Aquí recojo muchas influencias musicales y las muestro sin filtro. Escucho sobre todo jazz clásico, y me gusta también mucho el impresionismo francés, una buena parte del romanticismo y del barroco, todo eso que llamamos de una forma un poco genérica música clásica. 

P-¿Ha sido liberador dar rienda suelta a esa vertiente?

R-Desde luego. No quería continuar con esa dicotomía, porque llega un momento en que no quieres servir a otra cosa que no sea tu propio instinto artístico. Yo mismo me imponía unas obligaciones que ya no quería mantener, quería ser un artista libre para expresarme. 

Creo que todo lo que nos sucede es dado como arcilla para el arte

P-¿Se están reduciendo las distancias entre la música culta y el flamenco de concierto?

R-El principal problema del flamenco hoy día es su identidad. Cuando decimos que tocamos flamenco hablamos de una identidad musical: tiene un discurso, unas estructuras armónicas y melódicas. Cuando quieres componer sin cortapisas que marquen un estilo, puedes hacer lo que yo he hecho, que es música que no obedece a ningún estilo, otra cosa es que se me note que soy flamenco.

P-¿Cómo ha elegido a los músicos que le acompañan: un trío de cuerdas junto a voces del flamenco tradicional?

R-Todos los nombres que aparecen en este disco se justifican por sí solos, son gente excelente en lo suyo. La Macanita aporta esa voz oscura a las que uno quiere recurrir cuando uno quiere expresar sentimientos como los de la soleá. Marina Heredia es una cantaora extraordinaria, con una voz magnífica y mucha clase. Si hago fandangos de Huelva hay que recurrir a paisanos que aportaran ese sabor, como Israel Moro y Carmen Molina. De las percusiones de Tino di Geraldo qué vamos a decir…Pensé en el Trío Arbós porque es una referencia en la interpretación de la música de cámara española más tradicional: Falla, Albéniz, Granados, Turina… era una formación ideal y me ha emocionado su disposición. 

P-Hay una constante en su obra: el poder evocador de su familia, su infancia, su tierra… ¿Uno en realidad está siempre haciendo el mismo disco?

R-Lo que noto es que somos memoria acumulada. Siempre que tiras de ella te aparece un sentimiento de pérdida o nostalgia, con ello le das vueltas a lo que eres. Creo que todo lo que nos sucede nos es dado como arcilla para el arte. 

P-Ha recordado a su madre en dos piezas: Esa nube azul y El pañuelo de mi madre, un contraste entre alegría y nostalgia. 

R-Es cierto. Este es un disco muy autobiográfico. Cuando crecí me dí cuenta de que con alegría ella lograba disipar todas las nubes. Tenía que ser un recuerdo fiel, así que así plasmé esa condición por bulería. A eso había que añadirle no obstante el sentimiento de pérdida. Lo aceptas porque es ley de vida, pero te provoca un vacío enorme y de melancolía que se refleja en Esa Nube Azul

P-En el disco Manolo Sanlucar y su hermano Isidro Muñoz son homenajeados también como figuras familiares.

R- Tuve mucha suerte de tenerlos cerca desde muy joven, todo lo vivido junto a ellos es inolvidable. Manolo fue especialmente influyente, creyó siempre en mí. Él me animó a andar por el mundo con una guitarra, que no es fácil. Su cariño y su personalidad son regalos que me llevo. 

P-¿Cuál es la misión y ambición de un guitarrista al grabar un disco hoy día, que no hay mercado?

R-Yo también me pregunto eso mismo. El panorama es muy negro. Lo único útil es amor y vocación por lo que haces. Ni siquiera el mercado puede arrebatarte eso, aunque sí te acaba haciendo mella. La falta de espacios para todo lo que no sea música comercial hace que, en general, haya mucha decepción entre los artistas. El ambiente es de supervivencia. Las instituciones públicas deberían invertir para que haya lugares donde los creadores muestren cómo van ensanchando sus disciplinas. Si no se dan oportunidades, corremos el riesgo de que esta música se estanque. 

P-¿Se puede ser un buen guitarrista flamenco sin ser un gran compositor?

R-La guitarra flamenca tiene una idiosincrasia muy particular. Ya de antiguo, quien no tuviera sus propias falsetas, era un tocaor poco valorado. Sucede además que la perspectiva que tiene el flamenco para hacer grandes obras de concierto es muy limitada, porque la guitarra de concierto tiene una historia corta en comparación con otros géneros como la música clásica, donde el intérprete puede escoger entre cuatrocientos años de producción. Para los guitarristas de mi edad, esto empieza dos generaciones antes. Estaban Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar y Serranito, pero antes de ellos Sabicas y Ramón Montoya estaban alumbrando la guitarra de concierto. Llegará el momento en que haya repertorio suficiente para que los intérpretes toquen piezas de otros. 

P-Su última grabación es de 2015, la anterior de 2004, ¿necesita culminar ciclos vitales para producir una nueva obra?

R-Lo que sucede es que intercalados con esos discos de guitarra hay otros muchos que he compuesto, producido y arreglado para artistas enormes como Miguel Poveda, Arcángel o Carmen Linares, que es una labor ingente. Así mismo, yo no pretendo tener muchos discos grabados, solo los que reflejen un momento en el que creo que tengo algo que decir. 

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