Un joven nacido para el teatro
G. Sagripanti (Abruzzo, 1982)
El impacto que este joven italiano causó el pasado mes de febrero pasado en el Maestranza, cuando dirigió desde el foso las cuatro funciones de La Cenerentola de Rossini programadas por el teatro, es uno de los mayores que se recuerdan en la historia del coliseo sevillano. Formado como pianista y luego en uno de los principales centros operísticos de su país, el Teatro Comunale de Bolonia, Sagripanti se ha significado muy especialmente en el terreno de la música lírica, en el que su prestigio no ha cesado de crecer en los últimos años, lo que lo ha llevado a festivales y escenarios de extraordinario prestigio por el mundo, que en un futuro cercano incluyen la Bastilla de París y la Ópera de Zúrich. Aunque no ha ostentado nunca un puesto de titular y le falta experiencia de gestión, lo que puede ser un inconveniente para su elección, Giacomo Sagripanti ha incrementado en los últimos años su trabajo en el campo puramente sinfónico, donde también demostró un arte refinado y equilibrado al ponerse al frente de la Orquesta Sinfónica en el octavo programa de abono de la temporada pasada. No se le conoce especial afinidad, ni en el foso de ópera ni en el podio sinfónico, con la creación musical del último siglo.
A favor: Juventud y talento desbordante. En contra: Sin experiencia en gestión y con un repertorio fundamentalmente operístico.
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