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Blue World | Crítica de jazz
'Blue world'. John Coltrane. Impulse! / Verve / Universal Music, 2019
Al igual que ocurre en otros tantos estilos, el jazz ha aprendido a aferrarse a las vacas sagradas de su pasado para reivindicar su presente. Reediciones y descubrimientos acaparan un relevante porcentaje de un mercado que concentra buena parte de su público, especialmente en lo que se refiere al soporte físico, en el segmento adulto. Por ello es lógico que la industria planifique cuidadosamente la aparición de relanzamientos o, a ser posible, inéditos asociados a míticos emblemas de su crónica.
Entre estas estrellas casi ninguna le disputa hoy el protagonismo a John Coltrane. Y para muestra un botón: Both Directions At Once: The Lost Album, una grabación inédita en estudio de 1963 que se editó en 2018, acaparó la atención de la crítica hasta el punto de situarse en el primer puesto de las encuestas de la revista DownBeat en su clasificación de Historical Albums además de alcanzar unas más que considerables cifras de ventas.
De forma casi paralela a la edición del disco oculto de otra gran leyenda -Miles Davis y su prescindible Rubberband de 1986-, acaba de ver la luz Blue World, una sesión totalmente inédita en disco y registrada por Coltrane y su Cuarteto Clásico el 24 de junio de 1964 en los estudios del gran Rudy Van Gelder. Sólo se utilizaron parcialmente pero las tomas estaban destinadas a la banda sonora de la película Le chat dans le sac (1964), ópera prima del canadiense Gilles Groulx, quien había contactado con el saxofonista de la mano de una amiga de su contrabajista, Jimmy Garrison.
Aunque la conexión entre el cine y el jazz es fecunda y dilatada en el tiempo y Duke Ellington, Art Blakey o el propios Miles Davis ya habían firmado bandas sonoras, Coltrane nunca orientó su trabajo hacia ese mundo. De ahí la curiosidad que suscita un álbum cuyo guión, por otro lado, no aporta tanta primicia ya que Blue World está conformado por cinco temas -ocho si contamos las tomas alternativas- compuestos y grabados anteriormente por el músico en otros álbumes, con la excepción de la reinvención del Out of This World de Harold Arlen y Johnny Mercer transformado aquí en el tema que bautiza el trabajo.
Otra cosa es el prisma con el que el líder aborda el repertorio: una atmósfera distendida y cercana, a veces reflexiva, impregna un condensado recorrido en la que el cuarteto parece tomarse un respiro. Desde el arranque y cierre con las dos hermosas tomas de Naima, dedicada a su primera esposa, hasta las tres versiones de Village Blues pasando por el espaciado Traneing In, con generosa introducción de Garrison y un líder más agitado, o el conciso Like Sonny que Trane dedicó al amigo Sonny Rollins.
El álbum fue realizado tres años antes de su muerte, en un momento de portentoso crecimiento, clave en la trayectoria del genio, y enmarcado entre las sesiones que darían lugar al sobresaliente y a veces ninguneado Crescent (1964) y las que desembocarían en la obra culmen de su espiritualidad, A Love Supreme (1965). En ese paréntesis, a punto de sumergirse en el torbellino free de Ascension (1965), Coltrane desconectó de la tensión generada por las urgencias en la composición, los directos o las propias grabaciones oficiales para repasar y disfrutar de su música a la cabeza de un extraordinario cuarteto, con un activo McCoy Tyner, Garrison y el siempre sorprendente Elvin Jones. Uno de esos grupos únicos que convertía lo anecdótico en sustancial y de los que cualquier recuperación, por secundaria que sea, termina sabiendo a mucho.
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