"Lo interesante de la música es que no sirve para nada"
Conciertos para hoy
Marina Gallardo presenta hoy en directo algunos de sus temas nuevos en el Central, donde actúa compartiendo cartel con la 'superbanda' de Chicago The Sea and Cake
Dos discos publicados en los últimos tres años, Working to speak y el más reciente Some monsters die and other return, ambos editados por el sello catalán Foehn Records, han señalado a Marina Gallardo como una de las voces más exquisitas del folk-rock nacional. Nacida en El Puerto de Santa María y afincada ahora en Sevilla después de una etapa madrileña, la artista actúa hoy en el Teatro Central, dentro de su despiezado ciclo de pop-rock, junto a The Sea and Cake, lo que se conoce como una banda de culto, algo así como un supergrupopost-rock, debido a la densidad de estrellas de la escena independiente de Chicago que presenta: Sam Prekop, Archer Prewitt, Eric Claridge y John McEntire, todos ellos relacionados con ese no-género -que en este caso incluye ritmos y otros préstamos del jazz, el funk, el soul y el pop- a través de bandas precursoras, como Shrimp Boat, o a su manera canónicas, como Tortoise.
Antes de su concierto le llegará el turno a Gallardo, que acompañada por sus músicos habituales (Isidro Lucuix, Nacho García y Pepe Benítez) aprovechará para tocar algunos de sus nuevos temas. "Tengo bastantes ya, sí. Creo que tienen más fuerza. Son más complejos, más largos, y me da la impresión de que no se parecen nada a lo que he hecho antes", explica la artista, que por primera vez está componiendo sentada al piano en lugar de con la guitarra. "El disco anterior tenía un tejido más homogéneo. Ahora soy más intuitiva, lo que quiero es dejarme guiar más por la música y menos por lo conceptual", añade Gallardo, que en sus canciones es capaz de conciliar una ternura desarmante con ciertos roces ásperos, del mismo modo que unas veces se inclina por un sonido acústico, cálido y casero, y otras -cada vez con mayor frecuencia- por un acabado eléctrico, rugoso, de fondo enrarecido y muy poco complaciente o directamente proclive a la experimentación.
Una estética en la que brilla con luz propia su rotunda personalidad, lo que no ha evitado (lógicas) comparaciones con PJ Harvey, Kristin Hersh, Cat Power o Beth Gibbons pero también con Russian Red, icono hace no demasiado tiempo ubicuo del estallido de ese pop-folk-de-chicas que prácticamente se convirtió en un subgenéro coyuntural, en un nicho comercial más. "Yo entiendo que los periodistas tengan la necesidad de clasificar las cosas. Lo que sí me molesta es que se me intente ubicar dentro de una moda, lo de Russian Red y todo ese rollo. Me metieron ahí y yo obviamente no tengo nada que ver con eso. Ha sido una carga porque siempre, sobre todo con el primer disco, me preguntaban lo mismo. Lo que debe interesar es la obra en sí misma. Pero como eres mujer, te tienen que meter en el mismo saco de otras mujeres, y lo que importa son las canciones", dice Gallardo, en cuya lista de creadores admirados, de Bill Calahan (Smog) a Will Oldham (Palace, Bonnie Prince Billy) tan sólo hay hombres.
Al margen de este tipo de distinciones superficiales, Gallardo concibe la práctica de la música como la construcción paciente de una voz íntima e instransferible. "En el día a día, el lenguaje es muy utilitario. Nació para responder a una necesidad. Y por eso es económico. El lenguaje tiene un fin: conseguir cosas o lo que sea. Para mí, lo interesante de la música y del arte en general es que se hacen para nada, son un fin en sí mismo. Y eso nos permite librarnos de ese lenguaje que hemos heredado, que es un lenguaje de otros. Se trata de buscar nuestro propio lenguaje. Eso es libertad, vaya".
Marina Gallardo y The Sea and Cake. Hoy en el Teatro Central a las 21:00. Entradas a 15 euros.
11 Comentarios