"Las instituciones deben poner aún en valor al Femás y dotarlo de oficina propia"
Fahmi Alqhai y Ventura Rico. Director del Femás y coordinador de la OBS
Consolidado como la gran cita invernal con la música antigua en España, el certamen sevillano cerró ayer, pese a la crisis, una de sus ediciones más exitosas y en la que estrenó Santa Clara como sede
Fahmi Alqhai dirige el Festival de Música Antigua de Sevilla (Femás), forma parte del grupo de Jordi Savall y es uno de los intérpretes de viola da gamba más reclamados en los circuitos internacionales. Se formó con Ventura Rico, coordinador de la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS) y él mismo un destacado intérprete considerado el padre de la nueva generación de violagambistas españoles. Ambos han logrado, con ilusión y perseverancia, que cada vez se dude menos de la importancia que esta ciudad ha adquirido en el terreno de la interpretación con criterios historicistas y, por supuesto, han aportado su sello propio a un certamen que en esta edición estrenó como sede el Convento de Santa Clara.
-La acústica de Santa Clara ha sido una de las grandes protagonistas de este Femás. ¿Cómo la valoran?
-VENTURA RICO. El sonido es una delicia. Santa Clara es un sitio que debe incorporarse a la ciudad, que carece de una sala de cámara de titularidad pública de estas características. Creo que hay que ampliar un poquito el aforo, quitar los elementos internos de biblioteca y complementar la sala con una pequeña tarima detrás, de tal modo que el público tenga una buena visibilidad y se pueda disponer de 250 localidades.
-FAHMI ALQHAI. El escenario debe ir a la izquierda para que la salida de los músicos no sea tan aparatosa, pero la acústica es fantástica.
-¿Qué ha aportado a la riqueza de la programación el lema Manierismos y extremos musicales?
-F. A. Como director intento buscar un lema que abra al máximo posible el abanico. A los que nos gusta la música antigua nos pueden dar Bach o Tomás Luis de Victoria durante tres semanas y estamos felices, pero a la gente no le puedes plantear una oferta tan rígida. El lema de esta vigésimo octava edición nos permitía encajar muchas posibilidades artísticas en una misma idea, del Seicento italiano a las fantasías bálticas de la Orquesta Barroca de Finlandia o las aportaciones del conjunto Graindelavoix sobre Ockeghem, uno de los grandes manieristas. El objetivo era tener una cierta libertad. No estoy de acuerdo con los festivales que cierran excesivamente su temática y, aparte de la semana que dedicamos a la viola da gamba o a la vihuela, siempre procuro que haya conciertos que se salgan de lo establecido. Mientras más grande sea la bandeja, más se agradece. Este año al menos cinco conciertos agotaron sus entradas y la mayoría superó el 80% de ocupación.
-¿No debió programarse el concierto de Jordi Savall, tan demandado, en una sala de mayor aforo que la Joaquín Turina?
-V. R. También lo puedes hacer en un estadio de fútbol, pero no es su lugar. Savall vino aquí con Hespèrion XXI y el lugar de la música de cámara es un recinto camerístico. Todo lo que no sea eso es desvirtuarlo. A mí, como intérprete, me pareció el marco idóneo.
-F. A. Mi conclusión es que el próximo equipo municipal, del color que sea, debería sacar a la venta las entradas con mucha más antelación, no un mes y medio antes como se hace ahora. Pero lo esencial es que el Femás tenga una oficina estable que funcione, como mínimo, de septiembre a mayo, lo que permitiría atender estas problemáticas. Si las entradas de Savall se hubieran puesto a la venta en septiembre, en noviembre se habrían agotado y se habría visto la necesidad de valorar si dar otro concierto más.
-¿Es la pérdida de un circuito estable en Sevilla para la música antigua la causa de que tantos grupos locales, incluida la Accademia del Piacere que dirige Fahmi Alqhai, hayan actuado en esta edición?
-V. R. Es un tema muy doloroso para los grupos españoles nuestra ausencia notoria de los grandes festivales españoles y honra al Femás que aquí no suceda lo mismo. Se trata de un problema endémico de este país, donde las producciones se tocan una sola vez, con lo que salen carísimas, y se recurre a músicos de otros sitios. Eso, unido al raquitismo de las ayudas públicas y a la ausencia de una ley de mecenazgo, así como a la falta de replanteamiento de la inversión musical, dificulta mucho nuestra supervivencia. A Fahmi hay que agradecerle su apuesta porque, además, con nuestra presencia la calidad no se ha resentido, sino al contrario.
-F. A. A la desaparición de ciclos como el de música antigua para jóvenes intérpretes o Los lunes con nuestros músicos hay que sumar el suspenso absoluto en festivales, pues los que mantenían interés en España por la música antigua han desaparecido prácticamente en los últimos dos años. Grupos como el mío, Accademia del Piacere, tienen su agenda internacional prácticamente cerrada hasta finales de 2012 y apenas tienen fechas en España. Eso es un desastre a nivel operativo porque impide dar trabajo a los músicos locales cuando iniciativas como la nuestra o la de la OBS están despegando y haciendo el puchero desde el principio, es decir, creando incluso sus propios sellos. Accademia del Piacere ha grabado tres discos sin ningún apoyo institucional más allá de las puntuales contrataciones, como nuestra participación junto a Arcángel en el próximo Festival Internacional de Granada.
-¿Crecerá el Femás con la creación en Santa Clara de un Centro de Músicas Históricas?
-F. A. Ideas hay miles, pero que puedan cristalizar es una cuestión burocrática. Si tuviéramos una oficina estable avanzaríamos muchísimo. El Femás ha demostrado este año que es muy importante en Sevilla, que atrae mucha prensa internacional y tiene a gente pendiente en todo el mundo. El director de Graindelavoix, Björn Schmelzer, aseguraba días atrás que era consciente de que el Femás es el festival más importante de España en su género. Pero las instituciones deben todavía ponerlo aquí en valor y eso pasa por crear una oficina propia, con al menos una persona encargada, para evitar esos problemas que siempre estamos parcheando.
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