Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
CONCIERTO
Los pronósticos meteorológicos ya advertían desde primera hora del viernes que las tormentas amenazarían el fin de semana. En la capital hispalense estaba previsto que el agua llegara por la tarde, pero la espera se alargó y las primeras gotas empezaron a caer a eso de las 21:00 horas para apretar justo media hora antes del primero de los dos conciertos en la ciudad, con los que el cantante Manuel Carrasco abre la gira Corazon y flecha. Que da nombre también a su último trabajo. Pero, como decían algunos de sus seguidores en los aledaños del recinto, "la lluvia en Sevilla es una maravilla" y las ganas de ver al onubense eran más fuertes que el diluvio. Nada que un chubasquero y un paraguas no pudieran arreglar.
Unos quince minutos antes de que arrancara el concierto, la tormenta llegó a su punto álgido creando incluso cierta inquietud sobre la celebración del mismo. La organización permitió que algunos de los asistentes se resguardaran en las gradas, zona que está protegida por las cubiertas que tapan el Estadio.
Otros asistentes decidieron arrancar las lonas que cubren el césped del recinto para resguardarse en su interior y crear, de este modo, diferentes carpas improvisadas. Unas lonas que aún estando abnegadas por el agua, sirvieron como una momentánea guarida en mitad de la pista. Pero algunos le sacaron partido a la situación, y lejos de ser un drama, convirtieron el plástico azul en una pista deslizante como si fuera un parque de atracciones. Diferentes asistentes se lanzaron sobre la misma como si fueran estrellas de rock.
Finalmente, la espera valió la pena y a las 22:16 horas se disiparon todas las dudas sobre la celebración del evento. Se encendieron los focos blancos y azules que indicaban el comienzo del espectáculo, previo aviso de que la lluvia "condicionaría algunos elementos de la parte estilística", principalmente aquellos relacionados con iluminación y sonido. Una indicación, en forma de voz en off, que terminaba afirmando que la noche "sería mucho más épica" e invitando al público a "vivir el momento".
Apenas cuatro minutos después sonaron los acordes de Sevilla tiene un color especial, la espera llegaba a su fin. El público impaciente y entregado. A las 22:23 horas, Manuel Carrasco llegó a su altar, enfundado en una chaqueta negra con flecos en las mangas, y armado con un arco. Los primeros fuegos artificiales sonaron a la par que Corazón y flecha, canción con la que arrancaba el concierto. El Estadio retumba y se rinde por completo al onubense. Las gotas de agua dan igual. La música siempre gana.
El onubense repite esta noche de sábado para otros 70.000 asistentes. Entre ambas jornadas congregará a unos 140.000 fieles. Todo un récord al alcance de unos pocos.
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