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Un inmenso tesoro desconocido

'muDanzas Boleras' reivindica hoy la riqueza de un género "fundamental en el origen del baile flamenco".

La Compañía Sonakay, durante uno de los ensayos del espectáculo 'muDANZAS boleras'.
Francisco Camero / Sevilla

16 de septiembre 2012 - 05:00

"Fundamental en el origen del baile flamenco", dice la directora de la Bienal, Rosalía Gómez, la danza bolera, casi en proceso de extinción, constituye un legado de enorme valor artístico, a caballo entre la expresión jonda y el ballet clásico más autóctono, pero también histórico y antropológico, puesto que es fruto del siempre conflictivo pero a la postre enriquecedor roce de una tradición propia con las foráneas; por todo ello, muDanzas Boleras, el espectáculo que hoy se verá en el Teatro Central a partir de las 21:00, supone una oportunidad especial y muy poco frecuente para acercarse a un "inmenso tesoro desconocido" del patrimonio español -como lo califican todos los responsables de la obra, a cargo de la Compañía de Danza Sonakay- que sin embargo, debido a la enorme complejidad técnica que requiere de sus intérpretes, cayó en desuso hace décadas.

"Queremos mostrarlo no como ese baile pesado, aburrido y antiguo que mucha gente equivocadamente piensa que es, sino como algo disfrutable, vivo, vibrante", dice Sharon Sapienza, directora artística y responsable de la idea original de este espectáculo colorista y con ímpetu rítmico que propone un recorrido por los últimos 200 años de historia de la danza en España. Francisco Velasco y Penélope Sánchez como artistas invitados y en los principales papeles, junto con Elena Miño, Daniel Morillo, Myriam Manso y Sergio Bernal, jóvenes y muy prometedores, serán los encargados de interpretar estas coreografías de gran barroquismo que vivieron su etapa más fructífera durante la Guerra de Independencia y que deben su riqueza y su cualidad de fantasía bailada a la "promiscuidad" que subyace en su nacimiento, explica Juan Vergillos, crítico de flamenco de Diario de Sevilla y responsable de las labores previas de investigación y documentación de la obra, así como del guión, en este último caso junto a Sylvie Nys, quien, como responsable también de la dramaturgia, intentó imprimir al espectáculo "sencillez, fluidez, elegancia y transparencia".

La incorporación de una bailarina francesa a una compañía de danza bolera y las reacciones que eso provoca en los miembros del grupo es la estrategia narrativa en la que se apoya muDanzas Boleras para iniciar un recorrido por la historia del género sin renunciar ni al entretenimiento ni a su vocación didáctica. "Se suele hablar de la escuela bolera y de los bailes boleros como si fueran la misma cosa, pero a mí me gusta hacer una distinción porque no lo son", argumenta Vergillos. "La escuela bolera es el resultado de la sistematización de los bailes boleros que se hizo hace cien años, cuando estos estaban a punto de desaparecer, o sea que de alguna manera lo que se conoce como escuela bolera es el fósil de una cosa que estuvo viva hasta 50 años antes del comienzo de ese proceso", continúa el coautor del guión, en el que se refleja la "tensión entre el casticismo y lo que venía de fuera", un diálogo al final inevitable ("más vale un fandango que cien minués", dice la letra de una pieza histórica) entre los bailes españoles y de sus regiones de un lado y la música italiana o la danza francesa, del otro.

Todo esto es lo que aspira a mostrar el espectáculo, en cuya coreografía ha colaborado Rocío Coral, la hija de Matilde Coral, una de las grandes defensoras de esta tradición codificada a principios del siglo XX por los Pericet y reivindicada más tarde también por el maestro Granero o Antonio Márquez. Mostrarlo, claro, de la mejor manera posible: ejecutando sobre las tablas del Central ese profundo arraigo a las costumbres, la riqueza y la complejidad de los pasos de baile heredada de la danza académica francesa, la exuberancia del braceo español y la complejidad del baile con palillos; una suma de una "hermosura que te deja boquiabierto", dice Sylvie Nys, y al que en el último cuarto de hora del espectáculo, como guiño al futuro que todos desean para el género, Francisco Velasco incorporará "una parte más contemporánea" creada por él mismo.

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