Contra la injusticia, el cinismo y la hipocresía
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El fotoperiodista Gervasio Sánchez presentó en la sede del CICUS "Vidas minadas. 25 años", volumen que retrata el horror de las guerras a través de diferentes víctimas de las minas antipersona
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El 3 de diciembre de 1997 se firmó el Tratado de Ottawa, el cual prohibió la compra y uso de minas antipersona. Aquella fecha supuso también un punto de inflexión en la trayectoria del fotoperiodista cordobés Gervasio Sánchez, pues comenzaba un proyecto crucial para su carrera, con el título Vidas minadas. Este trabajo consistiría, precisamente, en retratar a las víctimas de las minas antipersonales. Mujeres y hombres que, de camino al colegio o al trabajo, de forma inesperada, vieron truncadas sus vidas.
Gervasio Sánchez, durante veinticinco años, se ha desplazado a países como Angola, Camboya, Nicaragua o Irak. Lugares en los que ha conocido las atrocidades que causan las guerras. Sin el matiz aséptico del relato histórico ni el del reportaje periodístico, sino tratando directamente a los heridos, a aquellos que han sufrido los bombardeos, los crímenes y violaciones. Otra característica del trabajo Vidas minadas es que su autor ha ido acompañando a las víctimas en estos veinticinco años. En el libro observamos cómo se han ido desarrollando las vidas de los diferentes afectados y heridos. En 1997, en 2004 o en 2017. Es el caso, por ejemplo, de Sofia Elface, nacida en Massaca, Mozambique, a la que con apenas 11 años le estalló una mina antipersona. Sofia Elface, nos cuenta el fotoperiodista, sobrevivió al estallido de la mina y ha tenido cinco hijos. Al último le puso de nombre Gervasio.
En la presentación del ensayo fotográfico Vidas minadas intervinieron, además del autor, Sandra Martínez Ingunza (directora sucursal Sevilla y Huelva, DKV Seguros), Luis Méndez Rodríguez (Director General de Cultura y Patrimonio de la Universidad de Sevilla y del CICUS) y el fotógrafo Pablo Juliá. Este último quiso destacar la calidad de la publicación, a la que calificó de "contundente". Y no sólo por las fotografías que esta contiene, también por el trabajo colectivo de la editorial -Blume- y por los textos que acompañan al reportaje gráfico. Juliá, entre estos textos, escogió las palabras de la ensayista Irene Vallejo, y aseguró que el proyecto Vidas minadas nos sirve para curarnos de la "amnesia" -se refería el fotógrafo a que este trabajo nos recuerda constantemente el mundo en el que vivimos, donde la barbarie es una realidad cotidiana para muchos-.
Pablo Juliá también señaló otra virtud del fotoensayo. En este caso, el fotógrafo apuntó que Vidas minadas nos sirve para alejarnos "de nuestro cinismo", que es la actitud, según Juliá, en la que todos caemos cuando nos enfrentamos a tragedias ajenas, y en un principio lejanas. "A veces, ante situaciones terribles, no nos queda otra que volvernos cínicos. Así ha sucedido después de una matanza terrible [el bombardeo al hospital de Gaza, el pasado martes]. Pero con el cinismo no vamos a ningún sitio", precisó el fotógrafo.
Un discurso incómodo
"Vidas minadas es un grito contra una injusticia, y una lucha contra el cinismo y la hipocresía de los gobernantes". Con estas palabras definió Gervasio Sánchez el propósito de su trabajo. El fotoperiodista, en su intervención, reflexionó acerca de la actitud del poder político con respecto a las guerras. E igualmente, analizó el rol que toman los medios de comunicación que cubren los conflictos.
No fue complaciente el discurso de Gervasio Sánchez ni con unos ni con otros. "Los medios de comunicación han dejado de hacer un trabajo digno. Los intereses, muchas veces espurios, de grandes empresas, a través de la publicidad institucional, hacen que las investigaciones periodísticas no lleguen a ningún puerto", afirmó el fotoperiodista. Y añadió: "Vidas minadas me ha permitido llegar a una conclusión: los que más gritan en la oposición [contra la guerra y especialmente contra la industria armamentística] son los que más acomodados se vuelven al llegar al poder. Lo que no se puede es criticar desde la oposición y luego ponerte de perfil". Con estas declaraciones, el fotoperiodista cordobés hacía alusión a Podemos y al que calificó, con ironía, "el gobierno más progresista de la historia".
Gervasio Sánchez ofreció datos con los que trató de argumentar estas declaraciones: "las ventas de armas en 2019 crecieron un 8,6 %" con el actual gobierno de coalición. Un crecimiento que ha sido, afirmó el fotoperiodista, exponencial a lo largo de los diferentes gobiernos de nuestra democracia. Hoy día, España ocupa "el sexto puesto en el ranking de venta de armas".
"La industria armamentística es más poderosa ahora que nunca", subrayó Gervasio Sánchez. "Dos días después del ataque de Hamás [del 7 de octubre] las empresas que se habían vuelto más ricas en la bolsa eran las empresas armamentísticas", prosiguió.
Los protagonistas de Vidas minadas son las víctimas de toda una realidad política y social que, a pesar de las leyes y de los tratados, sigue vigente. El fotoperiodista nos recuerda que los conflictos bélicos no son solo consecuencia de dos partes enfrentadas. Hay más agentes implicados en su desarrollo, y en sus desenlaces. Gervasio Sánchez acompaña a los que sufren las guerras, quienes, aunque en ocasiones se nos olvida, son más que un número o una estadística. El autor cordobés ha dedicado buena parte de su carrera como periodista a contar, con la imagen, el relato de un discurso incómodo. Y desde dos prismas: naturalmente el de las víctimas, pero también, aunque de forma indirecta, el de los verdugos.
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