Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
José Manuel Cuadrado Sánchez. Oboísta
El apoyo a los jóvenes intérpretes es uno de los objetivos fundacionales de la Asociación de Amigos de la Orquesta Barroca de Sevilla (AAOBS), un colectivo de más de 800 miembros que en poco tiempo se ha convertido en uno de los pilares de la actividad musical en la capital andaluza. De su afán por estimular la formación internacional de la cantera surgió la idea de otorgar una beca de estudios para la especialización en música antigua que, en su primera edición, ganó la semana pasada José Manuel Cuadrado Sánchez (Sevilla, 1992). Tanto él como los otros cuatro aspirantes a esta ayuda, que tiene una cuantía económica de 3.000 euros, están matriculados en centros de enseñanza musical europeos. En su caso, en el Gran Conservatorio de La Haya (Koninklijk Conservatorium Den Haag), "que está a 20 minutos en bicicleta de la casa donde vivo".
-La Beca AAOBS tiene como principal patrocinador económico al Festival de Música Antigua (Femás), que dirige Fahmi Alqhai, uno de los miembros del tribunal que se la concedió por unanimidad. ¿Qué compromisos musicales conlleva el fallo del jurado?
-El Femás me invita, como ganador de la beca, a participar en un recital en su próxima edición, así que en pocos meses volveré a Sevilla para preparar ese concierto. Mi idea es tocar piezas de los repertorios alemán, francés e italiano. Seguramente incluiremos una obra del compositor Giovanni Benedetto Platti, cuyo Concierto en sol menor para oboe toqué como solista el año pasado con la Orquesta Barroca del Conservatorio Superior de Sevilla, y también el Septième Concert de Couperin, que interpreté ante el tribunal de la beca. Además participaré también en el ciclo Otoño Barroco y en un proyecto de la temporada orquestal de la OBS.
-Junto a la dotación económica, la beca incluye un curso intensivo de inglés que aporta la Academia ELI, un referente del mecenazgo privado en Sevilla, donde patrocina ciclos como el de Cámara de la ROSS. ¿Qué tal se maneja con el inglés?
-Todas las clases en La Haya se imparten en inglés y mi nivel es medio, así que ese curso intensivo de verano me viene genial. En el Gran Conservatorio hay estudiantes de todas las nacionalidades, entre ellos muchos españoles e italianos, y aunque le he dicho a mi profesor de oboe que me gustaría aprender holandés, lo cierto es que el inglés es la lengua franca en la que nos entendemos todos.
-¿Por qué eligió La Haya en lugar de otros destinos académicos como, por ejemplo, Basilea?
-Estoy matriculado en el primer año del bachelor o grado de oboe barroco, una carrera que consta de cuatro cursos. La Haya es uno de los centros neurálgicos de la música antigua; otra opción hubiera sido, también en Holanda, Ámsterdam, pero el profesor que me interesaba más daba clases aquí. En mayo realicé las audiciones y las pruebas de acceso, y ya antes de ser seleccionado me convencí de que era el sitio adecuado para mí. La Schola Cantorum de Basilea es un centro muy cotizado pero estaba totalmente descartado porque Suiza es un país muy caro y los alquileres habrían sido prohibitivos. Buscar piso en La Haya también es muy difícil, por eso es frecuente que los españoles residamos temporalmente en el piso de otros compatriotas hasta que logramos alquilar nuestro propio espacio.
-Antes de que arreciara la crisis económica, la Junta de Andalucía concedía ayudas a la formación que facilitaron a muchos músicos sevillanos salir al extranjero a formarse con los mejores maestros. ¿Es la beca de los Amigos de la OBS el único apoyo que ha recibido para estudiar en el extranjero?
-Sí, es mi familia la que costea estos estudios, de ahí que la beca haya sido, sobre todo, un apoyo a la confianza que depositaron mis padres en mí. De hecho, es muy interesante que los Amigos de la OBS se estén planteando lanzar la segunda convocatoria de la beca antes, en abril o mayo, porque es entonces cuando un estudiante debe hacer cálculos para ver si puede matricularse en el extranjero y realizar las pruebas.
-¿Tenía antecedentes musicales en su familia?
-Profesionales, no. Mi abuelo era violinista amateur y mi abuela, ya fallecida, fue pianista amateur. Es toda mi relación familiar con la música.
-¿Qué recuerda de la experiencia ante el tribunal que decidió concederle este beca?
-De los miembros del jurado sólo conocía a Ventura Rico, porque hice las pruebas para la Amant, y a Pablo Vayón por sus críticas orquestales. Así que iba muy tranquilo, sin presiones, ya que acababa además de empezar en septiembre la carrera. Ganase quien ganase, nos íbamos a alegrar todos, porque los cinco aspirantes éramos colegas. Por ejemplo, Santiago Sampedro, el clavecinista que optaba también a la beca, estudia conmigo en La Haya y tocamos allí a menudo juntos. De hecho, me gustaría mucho que pudiera acompañarme en el recital del Femás. Una de las cosas maravillosas de vivir en La Haya es lo fácil que resulta contactar con intérpretes a los que ni siquiera conoces y formar conjuntos de cámara; a menudo quedamos a través de grupos de whatsapps que se disuelven al acabar el concierto. También te sorprenden las facilidades que hay para estudiar y preparar el repertorio: te prestan el clave, tienes aulas increíbles abiertas los fines de semana...
-¿Por qué se decidió por el oboe barroco en lugar del moderno?
-Curiosamente, cuando yo estudiaba en Sevilla, no había asignaturas de oboe barroco, aunque justo ahora acaban de incorporar una optativa. Así que hice todos mis estudios académicos en Sevilla en oboe moderno, tanto en el Grado Medio como en el Superior. Cuando cumplí 18 años me regalaron un oboe barroco, y ahí fue cuando comencé a practicar realmente. Para entonces la música antigua -que había descubierto en el Grado Medio gracias a una profesora del conservatorio- se había convertido en una obsesión para mí, hasta el punto de que mis padres ya no pudieron volver a escuchar música romántica en casa. Aunque la caña del oboe moderno y la del oboe barroco se parecen un poco, las digitaciones son otro mundo... No tienen nada que ver.
-¿Qué intérpretes tiene como referentes en su carrera?
-El que más me fascina por su sonido es el oboísta barroco Marcel Ponseele, que tocó con Herreweghe en La Pasión según san Juan de Bach en el último Femás. También me gustan mucho Alfredo Bernardini y mi profesor en La Haya, Frank de Bruine. Y en el ámbito local, destacaría a Jacobo Díaz Giráldez, que ha profundizado mucho en el repertorio de la música antigua con oboe y es el presidente de la Asociación de Doble Caña de Sevilla.
-¿Cuáles son los compositores que más le han marcado?
-Bach, por supuesto. Es el máximo referente, una devoción que compartimos todos los intérpretes de música antigua. Pero descubrir el repertorio barroco francés a través de Couperin fue una revelación para mí, me apasiona. Y lo mismo me ocurre con Zelenka, que tiene un corpus impresionante para oboe no del todo conocido.
-¿Cuál es su meta profesional?
-Sería un sueño ingresar algún día en la OBS, una de las pocas orquestas estables en España en este repertorio, y combinar la interpretación con la docencia, como hace todo el mundo en Europa.
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