El adiós de Indiana Jones
Estreno | 'El Dial del Destino'
El arqueólogo más querido de la historia del cine se despide con una última aventura que desembarca esta semana en los cines de todo el mundo
Harrison Ford cuelga con 'Indiana Jones y El Dial del Destino' el látigo y el icónico sombrero Fedora
El estreno de esta quinta entrega es una buena excusa para repasar la historia de una serie que nació hace más de 40 años de la mano de George Lucas y Steven Spielberg
Galería gráfica | Imágenes de la película y de la gira de presentación
No conoce complejas artes de lucha, ni tiene en su arsenal sofisticadas armas y artilugios. No da más golpes de los que recibe ni es el más rápido, el más ágil o el más listo. Y tampoco es ya, desde luego, el más joven. Pero pocos son capaces de implicar tan bien a los espectadores en las peripecias, el miedo, el dolor y el triunfo de un héroe que sortea el fracaso, aventura tras aventura, sólo con un ingenioso y descabellado plan que surge siempre en el último minuto y que, a veces para su propia sorpresa, suele salirle bien.
Sombrero Fedora, látigo, cazadora de cuero, una silueta mundialmente reconocible, gusto por emprender arriesgadas expediciones por todo el mundo en busca de tesoros arqueológicos y cierta propensión a recibir palizas son algunos de los rasgos característicos de Indiana Jones. Un profesor, arqueólogo y aventurero, un icono de la cultura popular que regresa esta semana a los cines con El Dial del Destino, una historia con aroma de despedida en la que Harrison Ford (salvo que se arrepienta) cierra la puerta a uno de los héroes más carismáticos y populares de la historia del cine.
- 'El Dial del Destino'
- La historia de la serie
La producción de 'El Dial del Destino'
Como ocurrió con El reino de la Calavera de cristal, la producción de El Dial del Destino no ha estado exenta de sobresaltos. La nueva entrega, pilotada por Disney tras comprarle a George Lucas Lucasfilm, se anunció en 2016 con un estreno previsto en 2019, pero tuvo que retrasarse hasta 2021 por dimisiones y diferencias en el equipo de guionistas.
En medio de esos rumores de desacuerdos, también con la nueva dirección de Lucasfilm, en febrero de 2020 se supo que Steven Spielberg se bajaba de la silla del director para cederla a James Mangold (Logan), aunque continuaría vinculado al proyecto (de hecho, consta en los créditos como productor ejecutivo, al igual que el creador del personaje, George Lucas).
En octubre de 2021 llegaba un nuevo retraso. El estreno, previsto para el verano de 2022, se aplazaba un año. El anuncio se conoció en plena reorganización del calendario de Disney (que, no olvidemos, aparte de los títulos que estrena con su propia marca o la de Pixar, tiene también los de Lucasfilm o la mastodóntica Marvel). En el caso de Indy, el cambio se debió sobre todo a la lesión que Ford sufrió en el hombro en junio de 2021, lo que, por mucho que Mangold siguiese adelante con el rodaje de secuencias en las que no intervenía el actor, retrasó obviamente la producción.
Ese sería el último revés. Hace un año, en mayo de 2022, la Star Wars Celebration incluyó en su programación una sesión dedicada al arqueólogo a la que acudieron el propio Ford y John Williams, que se subió al escenario para dirigir la orquesta que interpretó la archiconocida fanfarria de la serie.
El legendario músico, semi-retirado desde hace años, iba en principio a componer solamente algún tema para esta película, a modo testimonial, pero, una vez metido en faena, acabó escribiendo la banda sonora completa.
En la Celebration, además, se difundieron tanto la primera imagen oficial como el título definitivo de esta quinta entrega. Mangold ha explicado que el tiempo es el gran eje temático de esta película, que trata “de oportunidades perdidas, elecciones y errores irreparables”. Para plasmar todo eso, necesitaba un objeto capaz de “arreglar el propio tiempo en sí”. E, investigando, dio con la inspiración para el Dial del Destino, el mecanismo de Antikythera o Anticitera, un artilugio considerado el primer ordenador creado por el hombre y que permitía calcular y mostrar información sobre fenómenos astronómicos.
La trama
La acción de El Dial del Destino se sitúa en 1969, en los días de la llegada del hombre a la Luna, con un doctor Jones que vive solo en un apartamento en Nueva York (no hay rastro de Marion, aunque Karen Allen figura en los créditos) y a punto de retirarse no solo de su puesto como profesor sino, se diría por el hastío que desprende en el tráiler, casi del mundo.
Pero la jubilación tendrá que esperar, porque su ahijada Helena Shaw (Phoebe Waller-Bridge) irrumpe en escena para proponerle una última aventura: encontrar un artefacto que obsesionó tanto a su padre (Toby Jones) como al propio protagonista.
El artefacto en cuestión es el Dial de Arquímedes, capaz de localizar fisuras en el flujo temporal y, utilizándolas, alterar el curso de la historia (de ahí el apelativo “del destino”). Un objeto que Jones perdió, varias décadas atrás, a manos del nazi Jürgen Voller (Mads Mikkelsen), que sobrevivió a la descomposición del Tercer Reich y se recicló como físico del programa espacial estadounidense.
La posibilidad que le brinda Helena (que resulta ser una compañera... problemática) de cerrar ese capítulo convencerá al veterano profesor para sacar sus trastos del desván y embarcarse en un último viaje que le llevará por medio mundo, de Nueva York a África, Europa e incluso bajo el mar y que le reencontrará con antiguos aliados como Sallah (John Rhys-Davies) o Renaldo (Antonio Banderas), le hará conocer a otros y le granjeará también nuevos adversarios (como Klaber, secuaz de Voller al que encarna Boyd Holbrook).
Un Indy ‘rejuvenecido’
Uno de los detalles que más llamó la atención cuando se difundieron las primeras imágenes fue la aparición de un Indiana Jones rejuvenecido, gracias a la tecnología. El motivo no es gratuito. Es indudable que los mejores villanos de las películas de Indy son los nazis, y los responsables de El Dial del Destino no querían renunciar a esa posibilidad.
Fue un reto encontrar la forma de encajar esa idea en el marco temporal en el que querían desarrollar la historia principal, pero lo hicieron con un prólogo ambientado en 1944, con Indiana Jones en plena forma y frente a frente con los nazis. Así cumplieron, además, un doble propósito, según Mangold: permitir al público disfrutar de una secuencia que recuerde a los mejores momentos de las primeras aventuras y, al propio director, poder rodar con un Harrison Ford joven.
Una vez resuelto el reto narrativo, llegaba el técnico, que quedó en manos de los magos de la ILM, que combinaron su maestría artística con herramientas de aprendizaje automático y una tecnología propia que reemplaza el rostro y puede imitar cada matiz de la interpretación de un actor. Con todo ello y, ayudados por el amplio metraje de Harrison Ford como Indiana Jones conservado en los archivos de Lucasfilm, llevaron cada movimiento facial de Ford en el set de rodaje a su réplica digital.
El viaje del héroe
Pocas series condensan con tanto acierto la esencia del mejor cine de aventuras. Cuatro películas, ahora cinco, que, más que una franquicia, son capítulos de una misma historia que arrancó, allá por 1981, con En busca del Arca perdida.
Le seguirían El Templo maldito (1984), La última Cruzada (1989) y, tras un hiatus de casi dos décadas, El reino de la Calavera de cristal (2008). Las tres primeras estaban ambientadas en los años 30 (cronológicamente la acción del Templo precede a la del Arca) y la cuarta, en 1957, en plena Guerra Fría, con el pánico nuclear como telón de fondo.
Esas cuatro primeras entregas contaron con el trío que cimentó el éxito de la fórmula: George Lucas como creador y productor, Steven Spielberg como director y Harrison Ford al frente del reparto. A esa tríada habría que añadir un cuarto elemento: la música de John Williams.
Nacimiento en Hawai
La historia del nacimiento de Indy es bien conocida. Lucas y Spielberg se fueron a Hawai en 1977 porque el primero quería huir del, intuía, descalabro que iba a ser su gran proyecto, La guerra de las galaxias. Sin sospechar que como augur Lucas no tenía ningún futuro (nunca mejor dicho), Spielberg le confesó que siempre había querido hacer un James Bond, pero no conseguía el permiso de los dueños de la franquicia de 007.
Lucas recordó entonces una idea aparcada por la galaxia muy, muy lejana: rescatar los clásicos de aventuras de su juventud de la mano de Indiana Smith, un héroe inspirado por los postulados de Joseph Campbell, creado con trazos de Las minas del rey Salomón o El tesoro de Sierra Madre y una doble identidad (profesor de arrobadas estudiantes y aventurero). A Spielberg le encantó la idea, pero no el apellido: Jones quedaba mejor.
El casting
Tim Matheson y Peter Coyote fueron algunos de los candidatos a hacerse con el personaje, aunque a Lucas le gustaba Tom Selleck, atrapado en un contrato con la CBS para Magnum que no le permitía escapadas cinematográficas.
A seis semanas del rodaje, estaban sin protagonista. Y Spielberg, en el estreno en Londres de El Imperio contraataca, propuso recuperar un nombre descartado porque a su amigo no le gustaba repetir con los actores: Harrison Ford, con el que además ya había trabajado dos veces, en Star Wars y American Graffiti. Por suerte (para el actor, los espectadores y la historia del cine), Lucas cedió, porque Harrison Ford nació para ser Indiana Jones.
Los malos
Si clave es la construcción del héroe protagonista, no es menos crucial situarle ante adversarios a su altura, y situar la acción en los años 30 les proporcionaba la posibilidad de contar con enemigos tan potentes, narrativamente hablando, como los nazis.
Las huestes de Hitler, también presentes en El Dial del Destino, están en la primera película y en la tercera, liderados en el Arca por Toht (Ronald Lacey) -acompañado por un arqueólogo rival de Indy, Belloq (Paul Freeman)- y en la Cruzada (aparece el Führer, pero de forma tangencial), por Vogel (Michael Byrne), secundado por el millonario Walter Donovan (Julian Glover) y la traicionera Elsa Schneider (Alison Doody).
En el Templo no hay nazis, aunque los rivales del héroe no tienen nada que envidiarles, desde el Lao Che (Roy Chiao) del prólogo hasta el líder de la secta Thugge, Mola Ram (el fallecido Amrish Puri).
En el caso de La calavera de cristal, no había nazis, sino rusos (aparte de por la ambientación de la historia, Spielberg no quería volver a trabajar con el Tercer Reich), liderados por la despiadada Irina Spalko (Cate Blanchett).
El elemento femenino
Como en los filmes de Almodóvar y en los de James Bond, el doctor Jones también tiene sus chicas. Su primera pareja cinematográfica fue Marion Ravenwood (Karen Allen), que tuvo un romance previo (y fallido) con el protagonista y posee una legendaria resistencia al alcohol.
A Marion le tomó el relevo (aunque, como decíamos antes, la segunda película es cronológicamente en realidad la primera) la corista Willie Scott (Kate Capshaw, que en el rodaje del Templo conoció a su actual marido, Spielberg) y a ella Elsa Schneider (Doody), una bella nazi que embauca tanto a Indy como a su padre. Marion regresaría en La calavera de cristal y se anotaría el triunfo de llevar al altar al doctor Jones.
Compañeros
En el Templo su principal ayudante es el avispado Tapón, interpretado por el oscarizado Jonathan Ke Quan (Todo a la vez en todas partes), cuyo reencuentro con Ford sobre el escenario del teatro Dolby en la pasada entrega de los premios de la Academia de Hollywood fue uno de los momentos más emocionantes de la gala.
Mientras, en el Arca son otros los que forman el círculo de confianza del doctor Jones: el polivalente Sallah (John Rhys-Davies) y el despistado y entrañable Marcus Brody (el fallecido Denholm Elliot), un dúo al que en la Cruzada se une su mejor compañero de fatigas, su padre, Henry Jones (el también fallecido Sean Connery), una aparición que sirvió para dar a la historia un tono iniciático y desvelar que Indiana no es más que un apodo (tomado del perro de la familia; en realidad, del propio perro de Lucas) y el origen de su cicatriz, el sombrero, el látigo o su pavor a las serpientes.
En la cuarta aventura, La calavera de cristal, a Indy le acompañan el amigo no tan amigo Mac (Ray Winstone), el profesor Oxley (el desaparecido John Hurt), el decano Charles Stanforth (Jim Broadbent) y Mutt Williams (Shia LaBeouf), el hijo que Indy no sabía que había tenido con Marion.
Los ‘macguffins’
Alfred Hitchcock acuñó el término macguffin para designar elementos que se presentan como cruciales en una trama pero que en realidad no son más que accesorios triviales cuya única función es hacer avanzar la historia. Pero para Lucas los macguffins de Indiana Jones eran mucho más.
Es cierto que el sentido de Hitchcock sí podría aplicarse a los artefactos que Indy persigue en los prólogos de cada película (cada una contaba con una secuencia inicial con una pequeña aventura, al estilo de los filmes de James Bond), ya sea el ídolo del Arca, los restos de Nurachi del Templo o la Cruz de Coronado de la Cruzada (el caso de la Calavera es diferente porque lo buscado al inicio sí que tiene relación con el argumento principal).
Pero no eran esos los verdaderos tesoros: lo que Indy busca en realidad es el Arca de la Alianza, las piedras de Sankara, el Santo Grial y la calavera de cristal.
El futuro
Si este quinto episodio hace honor a la trayectoria del doctor Jones, el héroe saldrá airoso (aunque magullado) de la empresa y, tras vencer mil y una vicisitudes, recuperará el preciado objeto y los malos recibirán su merecido. Sin embargo, la elección de James Mangold como capitán del barco hace temer que quizás la historia de Indiana Jones no termine precisamente, como ocurría con La última Cruzada, con una cabalgada hacia el ocaso.
Desde el inicio de la promoción, Ford (que, a un par de semanas de cumplir los 81 años, no solo no se plantea el retiro sino que acaba de meterse de lleno en el Universo Marvel) no se cansa de repetir que es su adiós al personaje, pero eso no significa que sea el fin de la marca, sobre todo desde que Lucasfilm cayó en manos de Disney.
Es pronto para saber si la factoría del ratón va a convertir al arqueólogo en una mera franquicia, pero lo que está claro es que Indiana Jones es Harrison Ford y Harrison Ford es Indiana Jones. Ningún otro actor sería capaz de imprimir al personaje las dosis exactas de vulnerabilidad, humor, cinismo, encanto y credibilidad para crear al héroe humano y cercano que ha cautivado a varias generaciones.
Con esta nueva aventura Indy dice adiós a esos millones de espectadores que le han acompañado y con él se han emocionado, reído y sufrido. Seguidores de todas las edades que han ido creciendo con él y que ahora, especialmente los que por edad han podido disfrutar de las anteriores entregas en pantalla grande, tienen (tenemos) la ocasión de despedirse de él.
En la era de las plataformas de streaming y del consumo (y olvido) rápido de películas y series, puede que recomendar ir al cine a participar de este adiós suene retro o algo peor, pero es en la oscuridad de una sala de cine donde se forjan los mitos.
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