La identidad y sus máscaras

Cita con el arte

La exposición '¡Mírame!' propone, a través de los fondos de la colección de arte contemporáneo de La Caixa, una reflexión sobre el retrato actual que puede verse hasta el próximo 4 de junio

La inauguración del Caixafórum Sevilla / Antonio Pizarro
Braulio Ortiz

04 de marzo 2017 - 06:50

Nimfa Bisbe, comisaria de la muestra ¡Mirame! Retratos y otras ficciones en la Colección La Caixa de Arte Contemporáneo, lo advierte: "No esperen retratos de personas concretas". La selección que acoge el Caixafórum hasta el 4 de junio analiza las transformaciones que ha vivido el retrato, mutaciones servidas a través de diferentes prácticas artísticas como la fotografía o el vídeo, pero también desde un presente donde el yo se ha vuelto un concepto escurridizo y ya el género no es ese registro realista ni ese espejo en el que se plasmaba con limpieza la psicología de un personaje. En un tiempo de desdoblamientos y simulaciones, los creadores han encontrado su voz más auténtica -paradójicamente- ahondando en cuanto de ficción tiene la construcción de una identidad. En esos hallazgos y contradicciones profundiza esta exposición, compuesta por 39 obras de algunos autores tan destacados como Jean-Michel Basquiat, Esther Ferrer, Antoni Tàpies, Juan Navarro Baldeweg, Bruce Nauman o Cindy Sherman.

La lucidez con la que el retrato ha sabido definir la incomodidad existencial del hombre de hoy se refleja ya con contundencia en una de las primeras piezas del conjunto, una serie de fotografías de la neoyorquina Roni Horn en las que se repite el rostro distorsionado de un payaso del que es difícil adivinar su verdadera expresión. Es el preámbulo de una muestra que se divide en cuatro apartados: La emoción a escena, Las convenciones de la identidad, Máscaras y otras ficciones y La memoria del rostro.

La británica Gillian Wearing es una de los artistas que se rebelan contra las convenciones de la identidad, y lo hace de un modo ciertamente impactante: divulgando una serie de imágenes de su álbum familiar en las que el espectador puede hallar un elemento extrañamente inquietante. "Se dará cuenta de que los ojos de los diferentes miembros de esa familia son los mismos. Y es que en realidad se trata de ella disfrazada de sus parientes, a los que ha recreado con ayuda de especialistas, realizando para la ocasión máscaras de látex", explica Bisbe sobre el desafío que Wearing plantea al público.

En casos particulares, los creadores se preguntan por el papel en la sociedad que les viene condicionado por su género (Sherman) o raza (caso de Basquiat), pero la identidad de uno mismo parece siempre una cuestión peliaguda. En El libro de las cabezas, Esther Ferrer combina sus autorretratos realizados entre 1981 y 2004 y en el empeño capta los efectos que el tiempo ejerce sobre nosotros. El colombiano Óscar Muñoz reflexiona sobre el imposible afán de querer definirse a uno mismo en un vídeo en el que dibuja con agua su propio rostro en una piedra calentada al sol: las formas se disipan y el hombre acaba erigiéndose en un enigma siempre incompleto. Tàpies titula no en vano un autorretrato suyo como Maquillaje, un símbolo de los encubrimientos e imposturas que implica toda existencia. El sevillano Pedro Mora forma el rostro de una persona afrojaponesa a modo de mosaico, sugiriendo quizás que todo periplo vital es a su modo un rompecabezas.

Otro sevillano, Curro González, es el que cierra el recorrido de ¡Mírame! con una obra extraordinaria, El bosque de leche, una pintura en las que tras los motivos vegetales asoman los rostros de algunos de los maestros que han formado parte de la educación sentimental del autor, referentes tan diversos como Homero, Dylan Thomas, Antonio Machado o William Carlos Williams, personajes a los que el espectador debe identificar entre la poblada naturaleza de la pintura.

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