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La huella andaluza en el reino de 'Fantasia'

Musical de la historia interminable

El malagueño Pablo Badillo disfruta de su primer personaje titular, mientras que Marta Castro saborea el éxito de su cambio de vida fuera de su Sevilla natal

Un viaje al corazón del musical de 'La historia interminable'

El malagueño Pablo Badillo y la sevillana Marta Castro, en el Teatro Calderón. / M. G.

Pablo Badillo y Marta Castro son dos andaluces en La Historia Interminable. El primero llegó a la capital de España desde Málaga con sólo 16 años, para Marta ésta es su primera salida "en solitario" de su "amada" Sevilla. Forman parte del elenco de actores que cada tarde se sube al escenario del Teatro Calderón, que, como no podía ser de otra forma, tiene su huella andaluza. Aseguran haberse convertido en parte "de una gran familia" porque "la tierra une".

Cuando reciben a este periódico están ultimando los detalles previos al pase por vestuario, peluquería y pruebas de voz. Es una rutina a la que Pablo hace frente a diario, siempre con una sonrisa. Forma parte de lo que ha sido su vida en Madrid desde que su madre lo dejó en la estación de Atocha con sólo16 años. "Se cogió el autobús de vuelta a Málaga llorando sin parar", cuenta. De eso hace 10 años. Una década en la que el joven malagueño ha sabido hacerse un hueco en la capital de España, donde ha encauzado su vida. No se olvida de Málaga, pero, por el momento, no entra en sus planes volver. "Todo lo que puedo ser está aquí", afirma.

Llegó a La Historia Interminable tras haber trabajado ya con la misma productora en el musical de El tiempo entre costuras. Antes se inició en este mundo con West Side Story, también en el Teatro Calderón. Reconoce que no conocía la obra de Michael Ende, pero ello no ha sido impedimento para llegar alto con un papel titular. Hace de Artax, el caballo de Atreyu. "Sinceramente no conocía La Historia Interminable, no me había leído el libro y no había visto la película. Lo tuve que hacer a posteriori y me enamoré. La anécdota es que yo iba a ser swing, es decir, que cubres varios personajes de la obra, pero la productora decidió hacer un casting interno y me hice con el papel del caballo", explica. "Es todo un reto porque requiere hacer muchas cosas a la vez. Guío el caballo con los titiriteros y le tengo que dar realismo y, además, cantar", añade.

Hasta llegar aquí recuerda que siempre era el único niño en clases de baile. La danza era su "pasión" y por eso nunca se amedrentó por ello. Empezó su formación como actor, cantante y bailarín en la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga (Esaem). Ya en Madrid se formó en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma.

Su vida no dista demasiado de la de la sevillana Marta Castro. Sin dejar de mirar a la que considera "la mejor ciudad del mundo", su Sevilla natal, la joven sabe que en Madrid está el futuro de su carrera.

Castro forma parte del elenco que participa en la obra. En concreto, representa al personaje que hace de bailarina de ballet en Fantasia. "No es fácil, voy en zapatillas de punta y tengo que ajustar mucho las coreografías", detalla.

Criada a un lado del río, en la calle Torneo, en el barrio de la Macarena, su otra gran pasión fuera de los escenarios se encuentra en la otra orilla, la Esperanza de Triana. Al escucharla, se nota que echa mucho de menos su tierra. "Como en casa en ningún sitio", recalca en varias ocasiones durante la entrevista. Pero es consciente de que "hay que probar cosas nuevas". Antes de llegar a La Historia Interminable estuvo tres años en una compañía de Sevilla de gira por toda España, desde la que "siempre estaba al loro de lo que pasaba en Madrid". De ahí que se enterara de este casting, decidiera probar suerte y la encontró. "Yo estaba muy a gusto en la compañía de Sevilla, pero para este proyecto me vi capaz de probar cosas nuevas y de vivir en una ciudad diferente. Hice el casting y en cuestión de una semana tuve que cambiar mi vida y venirme a vivir aquí", afirma melancólica, aunque asegura que no se arrepiente. "Todo ha merecido la pena porque estoy aprendiendo y disfrutando mucho", apostilla.

Hasta llegar aquí, y pese a sus escasos 25 años de edad, el curriculum formativo de Marta se puede decir que es, como la obra de la que forma parte, interminable. La joven se inició a los 8 años en el Conservatorio de Danza de Sevilla donde su padre es médico. Dice que su entorno siempre ha "confiado mucho" en ella y en su trabajo. Ha estudiado danza clásica en el Centro Andaluz de Danza, en la especialización de Neoclásico y Contemporáneo. A su vez, también se formó en música haciendo el Conservatorio de Música en la especialidad de piano. A continuación, hizo el Bachillerato de Artes Escénicas, lo que hizo que se acercara más al teatro. "Siempre me vi algo más que una bailarina", afirma. De ahí que también decidiera formarse la voz. "Y de todo en lo que me formado, Madrid, como la cuna del teatro musical, que es el que reúne todas esas disciplinas, me estaba llamando para probar suerte y aquí estoy", señala.

La sevillana mantiene los pies en el suelo. "Es duro llegar hasta aquí", sentencia, al tiempo que hace referencia a todo lo que hay que renunciar para cumplir sueños. "Por poner un ejemplo, yo no pude hacer la comunión con mis amigas porque por las tardes tenia Conservatorio y no podía ir a catequesis. Cuando llegué a Bachillerato tuve que hacerlo por la tarde porque por la mañana tenía Conservatorio. Tampoco lo pude hacer con mis amigas. Era todo al revés de todo el mundo. Y, ahora también lo sigue siendo porque los fines de semana, que es cuando la gente descansa, es cuando más trabajamos", concluye.

Junto a ellos, la gaditana Teresa Ferrer cierra el círculos de andaluces en La Historia Interminable.

En las entrañas de La Historia Interminable o Un viaje al corazón de la Historia Interminable

La huella andaluza en el Reino de Fantasia

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