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Pero antes de meternos de lleno en el argumento de este cómic, me gustaría comentar una casualidad que solo se da muy de vez en cuando, y que en esta ocasión podríamos bautizar como ‘El mes Munuera’.
Y es que en pocas, muy pocas ocasiones, llegan a las librerías españolas dos obras nuevas de un mismo autor. Es el caso de este mes de enero, en el que los que somos fans irredentos de José Luis Munuera vamos a poder disfrutar, por una parte, de la segunda entrega de El corazón de hojalata, editado por Nuevo Nueve. Una ucronía en la que se nos presenta un mundo en el que los robots conviven con los seres humanos, siendo objeto del desprecio de muchos de ellos, que los han relegado a las tareas más duras. Un genial alegato como el racismo surgido del talento de Munuera, que en esta ocasión comparte las labores de guionista junto a la mitad del dúo Beka.
De la mano de Astiberri llega La carrera del siglo, una historia basada en hechos reales que nos traslada al año 1904, en el que la localidad norteamericana de San Luis tuvo el honor de ser la sede de los terceros Juegos Olímpicos.
La organización recayó en manos de James E. Sullivan, un tipo que llevó sus ansias patrióticas hasta el extremo, diseñando una de las pruebas reinas del evento deportivo que se convirtió en una pesadilla para todos aquellos corredores que tuvieron el valor (o la inconsciencia) de participar en ella.
Todo, absolutamente todo, fue en contra de los deportistas. La hora de salida, totalmente inusual para este tipo de pruebas; el calor sofocante, un infernal recorrido repleto de subidas y bajadas, piedras y polvo, además de solo una zona de avituallamiento donde los destruidos corredores podían beber agua…
Pues bien, demos un somero repaso a los protagonistas de esta auténticas gesta deportiva, un quinteto de hombres que nada tenían en común entre sí, tan solo vestir pantalón corto y una fe inquebrantable en sus capacidades físicas ante la que iba a convertirse en una maratón que nunca iban a poder olvidar.
Desde Cuba, con unos pies acostumbrados a la velocidad, llegó ‘Andarín’ Carvajal, un joven cartero sin dinero y ni siquiera ropa deportiva.
Fred Lorz, un auténtico golfo que se pasaba la vida corriendo, perseguido por los acreedores o furiosos familiares de las jóvenes a las que enamoraba.
El pintoresco dúo formado por dos sudafricanos, soldados en opuestos bandos de las guerras boer, que se pasan la vida peleando entre ellos, Len Taunyane y Jan Mashiani.
Y finalmente, un tipo traumatizado por el hecho de haber sido siempre el segundón en su vida, y que aquí se dejará convencer por un oscuro trío para ganar la prueba a toda costa, aunque su salud y cordura se queden en el camino.
Como podréis comprobar por el esbozo de la trama, ésta tiene múltiples detalles para ser un auténtico drama (que en la vida real lo fue, tan solo tenéis que leer el dossier que acompaña como extra a esta cómic), pero el dúo formado por el guionista belga Kid Toussaint (Sanglante Chicago, Snooze, Notorius Circus…), que cuenta con una fértil trayectoria en el mercado de la bande dessinée, y José Luis Munuera han preferido que la comedia sea el género que impere en esta versión de la historia, sin por ello dejar de ajustarse mucho a los hechos reales, que en muchos momentos rozan el auténtico surrealismo.
Con una genial presentación de personajes, que nos remite a la época del cine mudo, donde genios como Charles Chaplin O Buster Keaton creaban obras maestras, vamos a convertirnos en un espectador más de este evento deportivo, en el que cada miembro del quinteto protagonista va a vivir su propia peripecia, ya sea perdiéndose en medio del campo, siendo perseguido por una jauría de canes, tratando de encandilar a una guapa joven o lanzándose de cabeza al infierno del dopaje…
Y todo esto, y mucho más, surge del talento gráfico de José Luis Munuera, un autor cuya firma es certificado de extrema calidad, situándonos a la perfección en la época, y jugando una vez más con el slapstick para sacarnos más de una sonrisa, demostrando ser un auténtico genio del Noveno Arte, el Cómic, medio en el cual se han convertido a lo largo de su dilatada carrera en el mercado francobelga, en uno de los grandes autores a los que hay que seguir, sí o sí.
Como siempre, el dibujante deja las labores de colorista al genial Sedyas, que una vez más nos encandila con una impresionante paleta.
Aunque la frase está más que trillada, es una verdad como un templo. Y es que la “realidad supera muchas veces a la ficción”. Y la crónica de esta maratón lo es, absolutamente.
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