De los hombres y su "incapacidad emocional"
festival internacional de danza
'La maldición de los hombres Malboro', el estreno más esperado de la cita, llega esta noche y mañana, con las localidades agotadas, al Claustro del Monasterio de San Isidoro del Campo
Sevilla/Isabel Vázquez ha sido una de las mejores bailarinas que ha dado esta ciudad. Y no es ningún secreto que hace poco, al cumplir los 50, la artista, desde hace algunos años profesora en los talleres del Centro Andaluz de Danza (CAD), decidió retirarse de los escenarios para enseñar, coreografiar y dirigir, si bien su compañía, Excéntrica Producciones, ha desaparecido como entidad empresarial y legal, según Gregor Acuña, cofundador de Excéntrica y marido de Vázquez, "porque las políticas culturales de la Junta están acabando con todas las compañías; de ahí la importancia de iniciativas como ésta, que cuando te ofrecen su confianza no te piden nada a cambio".
La iniciativa a la que se refiere no es otra que el ciclo que, desde hace algunos años, dedica Itálica a la danza local mediante un programa de producciones propias iniciado por Juan Antonio Maesso y continuado por su actual directora, Victoria Guzmán. Este año el festival ha realizado cuatro producciones, incluida ésta.
"Estoy feliz y muy agradecida a la Diputación porque es un proyecto que no podría haber hecho de otra manera. Yo tenía y tengo una auténtica necesidad de entender esos típicos comportamientos masculinos que me parecen nocivos y que han causado numerosos desastres a lo largo de la historia, patrones de los que todos somos responsables y que, aunque podrían resolverse con una buena educación, aún siguen determinando la política, la economía, el sexo...", explicaba ayer la coreógrafa en la presentación de La maldición de los hombres Malboro, uno de los estrenos más esperados del festival, que se presenta esta noche y mañana, con las localidades agotadas para ambas funciones, en el Claustro del Monasterio de San Isidoro del Campo.
Vázquez, que vive con dos hombres (su marido y su hijo), contaba también cómo le impresionaba de pequeña aquel anuncio en que el tabaco Marlboro aparecía como símbolo de virilidad; una virilidad condicionada que ha creado un montón de hombres duros, incapaces de expresar sus emociones y que carecen totalmente de empatía. "Yo no podía abarcar todo lo que hay detrás de esos patrones -aclara la coreógrafa-, por lo que ni siquiera he entrado en temas tan cruciales como la identidad sexual o la violencia de género. Tampoco quería ofrecer ninguna moraleja. Me he centrado en un solo aspecto: la incapacidad emocional. Y para ello he tenido la suerte de reunir a seis bailarines estupendos y muy diferentes entre sí, casi todos ellos [menos el actor y bailarín sevillano Arturo Parrilla] antiguos alumnos de los talleres del CAD. Artistas que conozco y con los que he trabajado de maravilla durante siete semanas en el Centro Cultural de La Rinconada, cuyo director, Antonio Castro, nos ha dado toda clase de facilidades".
Además de Parrilla, forman el elenco los bailarines Javier Pérez (ahora en Suecia), David Barrera (actualmente en las filas de Date Danza), David Novoa (menorquín afincado en Barcelona), Indalecio Seura (de Almería y ahora en la compañía de Antonio Ruz) y Baldo Ruiz, al que vimos la temporada pasada en el Teatro Central en la pieza de Wim Vandekeybus In Spite of Wishing and Wanting. Este último se lamentó en nombre de todos por esta obligada diáspora debida a que "en Andalucía y en España ya no hay compañías de danza y las que quedan trabajan por proyectos, no de manera continuada y estable".
Probablemente, los bailarines de danza contemporánea sean los que menos respondan a esos patrones masculinos de comportamiento, pero es seguro que todos tienen numerosas referencias en su entorno familiar y social, amén de las que les ha dado la coreógrafa como material de un trabajo que, según dice, "ha sido muy fácil ya que todos los bailarines han realizado una gran aportación". "Bastaba con plantear alguna situación, el llanto de un padre por ejemplo -explicaba Vázquez-, para que todos intervinieran. En realidad es un espectáculo muy sencillo en el que, además de una energía común muy fuerte, cada uno tiene su momento".
El espectáculo, que no tiene escenografía, ha contado con la dramaturgia de Gregor Acuña, los textos de Max Arel Rafael y con unas músicas muy variadas entre las que se encuentra El hombre blandengue, un tema de Santi Martínez que, en palabras de Vázquez, "será el temazo del verano".
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