Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)
Sevilla/La novela corta Sueños de invierno fue considerada por su autor, Francis Scott Fitzgerald, como un "primer borrador" de la que sería su obra más conocida, El gran Gatsby, y ahora ha sido rescatada en edición ilustrada por el sello granadino ediciones Traspiés, especializado en literatura juvenil.
Sueños de invierno, que Fitzgerald publicó por primera vez en 1922 en la revista Metropolitan, es a la vez un reflejo de la época del jazz y de los dinámicos años veinte y una denuncia del denominado "sueño americano", y cuenta el ascenso social del protagonista, enamorado, como le ocurre al personaje de Gatsby, de una hermosa joven.
Según los editores, Sueños de invierno es "un experimento logrado", no sólo por haber sido el embrión de una obra maestra, sino por su manera de plasmar diferentes temas, como las diferencias sociales, el valor del dinero, la búsqueda de la belleza y la quiebra de los ideales de juventud, además de contar una historia de amor y ambición.
No fue raro que Fitzgerald empleara sus relatos como "terreno de pruebas" de sus posteriores novelas, tal y como hizo con esta historia, cuyos personajes y asunto guarda tantas similitudes con El gran Gatsby y que en, esta ocasión, ha sido descrita por sus editores como "dramática y tierna, sarcástica y delicada".
Fitzgerald, uno de los más importantes escritores norteamericanos del siglo pasado, adscrito a la denominada Generación perdida junto a grandes como Faulkner, Hemingway, Dos Passos y Steinbeck, ejerció como escritor profesional y escribió relatos para muchas revistas, como recurso económico para afrontar su costoso tren de vida.
A lo largo de su carrera como escritor profesional escribió 164 relatos, destinados en su inmensa mayoría a las revistas y agrupados posteriormente bajo títulos como Cuentos de la era del jazz, Todos los jóvenes tristes y Flappers y filósofos.
Aunque dilapidaba sus ingresos sin control y, en ocasiones, se viera obligado a hacer malabarismos para atender las necesidades más básicas, fue uno de los autores mejor pagados de su tiempo, de modo que la revista Saturday Evening Post le abonaba cuatro mil dólares por relato durante la crisis de la Gran Depresión, una cifra que incluso con el valor de la moneda de hoy parece muy elevada.
Las ilustraciones de esta edición son de José Antonio López, director durante cinco años de la revista fotográfica La cámara oscura y autor del fotolibro El Rif, si bien se ha centrado en los últimos tiempos en su tarea como ilustrados y en las artes plásticas.
La traducción de la obra ha sido llevada a cabo por los participantes en el Taller Literario de la escuela Billar de Letras, Felicidad Blasco, Monserrat Custodio, Mayte Goizueta, Mónica Herrero y Luis Martínez.
Los traductores de esta obra aseguran haber "desbrozado cada frase, cada palabra, hasta encontrar su significado último para luego devolverle su sencillez, su ligereza, dejando que lo extraño siga siendo extraño, que lo sublime lo sea también en español, y que la ironía burlona que lo impregna todo brille con luz propia, como brilla en el relato original".
También te puede interesar
Encuentro de la Fundación Cajasol
Las Jornadas Cervantinas acercan el lado más desconocido de Cervantes en Castro del Río (Córdoba)
Marco Socías | Crítica
Guitarra elegante y elocuente
Lo último