Una historia personal (y colectiva) de sexo y libertad
María Hesse publica 'El placer', un libro ilustrado en el que aborda los tabúes, las torpezas y las conquistas afectivas en su generación
Cuenta María Hesse con filosofía, es decir, con una risa algo amarga pero liberadora, que hay quien –sobre todo en las redes sociales, ese trampantojo de la experiencia humana– le ha espetado sutilezas como ésta con motivo de la publicación de su nuevo libro: "Tú eres una frustrada, lo que te hace falta es un buen polvo". De modo que ella no ha tenido más remedio que concluir que esas zafias tentativas de ofensa –convertidas en razones de más– "validan el hecho de que este libro era necesario".
"Cuando entregué el libro de Frida –dice sobre Frida Kahlo. Una biografía, la obra sobre la archifamosa pintora mexicana publicada en 2016 que supuso su espaldarazo definitivo– ya me rondaba en la cabeza la posibilidad de hacer un libro erótico, pero no sabía cómo abordarlo ni qué tono darle porque me cuesta mucho trabajo escribir. Entonces me puse con Bowie: Una biografía y nada más acabarlo retomé la idea, pero con un tono más reivindicativo que erótico", cuenta sobre el origen de este libro que como, apunta en el escueto prólogo la escritora sevillana Lara Moreno, se puede leer como un libro de Historia, de mitología, de anatomía, y como un libro confesional.
La ilustradora se ratificó en la idoneidad del cambio de enfoque después de una anécdota cotidiana y aparentemente trivial pero significativa. "En ese periodo de tiempo –cuenta– yo había hecho un par de ilustraciones sobre la sexualidad femenina y las había colgado en Instagram, y fueron censuradas. Yo pensaba que todo eso se había sido superado, que estaba naturalizado ya, porque al menos en mi entorno así ocurre, pero me di cuenta de que aún hay problemas con estas cuestiones".
En el libro Hesse entrega un relato autobiográfico sobre su torpe y candorosa –por no decir inexistente– educación sexual-afectiva, y sobre su muchas veces frustrante búsqueda del placer coronado por el orgasmo. "Pero no es un libro exhibicionista ni tampoco un catálogo de prácticas y amantes, porque además eso no aportaría nada a nadie", dice la autora, que combina su historia personal con pinceladas sobre pioneras como Safo, Colette, Anaïs Nin, Simone de Beauvoir o Anne Sexton, quienes –cada una a su manera– se rebelaron contra las limitaciones impuestas tradicionalmente a las mujeres y encarnaron, en sus propias vidas, la lucha por ampliar la libertad y los derechos de las mismas.
La ilustradora se apoya en estas figuras de autoridad (intelectual), en parte, porque le ayudaron a aliviar la dificultad de la confesión íntima. "Es difícil hablar de estos temas cuando no consigues el placer, cuando tienes dolores o no llegas al orgasmo. Da pudor, pero ni siquiera esto es lo peor; lo peor es que acabas culpándote a ti misma. Yo tenía la necesidad de contar este proceso –que acaba bien, lo decimos ya, acaba en oleadas de placer, con mención especial para el invento de moda: el Satisfyer–. Pero yo no soy sexóloga, así que tampoco es que el libro sea un manual de sexualidad. Es más, no sólo habla de sexo, trata de muchas otras cosas. Sólo que decidí partir de la experiencia personal porque me di cuenta, leyendo a autoras como Caitlin Moran o Virginie Despentes, que si si hablas desde lo personal no sólo conectas más con el lector, sino que, precisamente por desnudarte ante algo que es muy íntimo, rompes el tabú".
"De todos modos –añade– el libro no se regodea en la culpa y la vergüenza. Sobre todo es luminoso, habla de liberación y del poder de las conversaciones entre amigas y es un canto de amor a otras mujeres que mucho antes que nosotras hablaron y vivieron su sexualidad de forma más libre”, dice la artista, que trufa su libro de referencias y, además de las mujeres antes citadas, recurre también a figuras populares del cine, la música y la televisión, como Hedy Lamarr, Marilyn Monroe, Madonna o los personajes ficticios de Juego de Tronos, o a investigadoras y sexólogas como Helen O'Connell –uróloga australiana que empezó a estudiar la "verdadera anatomía" del clítoris, investigación que vio la luz en 2005; "sí, ¡2005!", subraya ella– o Betty Dodson, sexóloga que centró su campo de estudio en los mecanismos sociales y psicológicos de la represión sexual.
También dedica Hesse algunas de sus ilustraciones, acompañadas de irónicos textos, a pasajes de la Biblia, en ningún caso con ánimo polémico, puntualiza. "El motivo es muy evidente: las religiones en general otorgan a las mujeres las ponen en una posición muy secundaria, de sumisión y de cuidado de la familia, y en el caso de la cristiana, que es la mayoritaria en España, el referente femenino a seguir es el una mujer que era virgen no sólo antes y después de la concepción sino también durante. Y luego está, en el otro extremo, María Magdalena: una prostituta. ¿Entonces qué pasa? Que si te educan en materia sexual desde la culpa y desde el modelo virginal, la tradición y la educación pesan mucho, y por mucho que se quiera rechazar no es fácil renunciar a esos esquemas mentales".
"Mira –dice riéndose–, el mayor miedo que tenía yo con este libro era mi madre. Verdaderamente me angustiaba su opinión, lo que pensaría de mí al leerlo... Pero resulta que mi madre, que antes no hablaba de sexo, como es norma en las mujeres de su generación, ha naturalizado estos temas de una forma asombrosa. Escribí el libro como quise, sin censurarme –dice la autora sobre la tentación de la autocensura, tal vez más pernicioso que la censura de los demás–, y ha pasado además el filtro de mi madre, así que cualquier otra opinión ya me importa poco o nada. Además, cuando ella leyó el libro me dijo: ay, cuántas cosas no me había planteado yo todavía, y cuánta razón tienes, y qué bonito lo has vivido tú.
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