VANDALISMO
Destrozan las históricas calesitas de Triana

Otra historia de la emigración gallega

VIRTUDES (Y MISTERIOS) | MEMORIAS

El periodista y escritor Xesús Fraga parte del álbum familiar para novelar sin ficción la vida de su abuela y su madre, un periplo que enlaza Betanzos con la capital británica

Isabel, madre del autor, practicando con la máquina de escribir. Londres, años 60. / Archivo Familiar Fraga
Charo Ramos

22 de agosto 2021 - 06:01

Xesús Fraga (Londres, 1971) es uno de los mejores periodistas culturales de España y desde hace años compagina su dedicación al frente de la sección en La Voz de Galicia con la traducción al gallego y al castellano de la obra de Julian Barnes, Vladimir Nabokov, Sylvia Plath o Roald Dahl, entre otros, y el cuidado de su propia producción literaria. Había cultivado el relato, la novela y la narración juvenil, pero ha sido una historia de no ficción en la que propone una visión inédita de la emigración gallega, a partir de la peripecia de su propia familia, la que le valió el Premio de Novela Blanco Amor 2019. La obra, que publica ahora en castellano la editorial Xórdica, se titula Virtudes (y misterios) y se abre con una cita de Richard Ford que marca poderosamente su tono: "Escribir unas memorias y considerar la importancia de otro ser humano consiste en tratar de reconocer lo que de otra forma quizá podría pasar inadvertido y, en parte, admitir que todos encerramos misterios, misterios en cuyo seno identificamos virtudes".

La historia arranca con el rapapolvo que le cayó al propio Xesús con cinco años: mientras su abuela buscaba en High Street Kensington un taxi que trajera a la familia de vuelta a Galicia y a él se le cerró la puerta de la casa de Londres de pronto, con las llaves dentro. Pronto aprenderemos qué hay detrás de esos arrebatos de genio y de esa "coraza de inflexibilidad e impaciencia con la que se blindan algunas personas sacrificadas". La historia de la abuela Virtudes, que se había convertido en Betty en la capital británica, esa enorme y desconocida metrópolis a la que emigró de adulta y de la que lo ignoraba todo mientras llevaba su vida anterior, "la de la labranza en senaras y la servidumbre villana", escribe el autor, es el alma de este trabajo que combina el diario personal, la crónica y la biografía con un tono muy particular en el que el humor inglés y la morriña gallega conviven sin problemas.

Isabel (madre) y Virtudes (abuela) a bordo del 'Montserrat' que las llevó de Vigo a Southampton en 1963. / Archivo familiar Fraga

Virtudes (y misterios) es así un relato sobre la emigración gallega en la segunda mitad del siglo XX pero también es una exploración de cómo se conforma la identidad en el contexto doméstico o, dicho de otro modo, una historia de lazos familiares. "Supongo que a todos nuestras abuelas nos parecen especiales y los vínculos afectivos que nos unen a ellas suelen ser muy intensos. Cuando llegué a la vida adulta, empecé a ver que, más allá del cariño, la mía era una persona excepcional. Su marido, mi abuelo, emigró a Venezuela y, tras varios años sin que él enviase ni una de las pesetas prometidas, sin querer volver o que ella se reuniese con él allá, se vio obligada a irse a Londres para sacar adelante a sus tres hijas. Ella sacó a la familia de la penuria e inestabilidad gracias a su trabajo y sacrificio. La emigración le abrió posibilidades que su país en ese momento no podía proporcionarle, como un trabajo y comodidades materiales que aquí no podían permitirse, así como otros horizontes igualmente importantes, como la fe en la educación y la cultura, de la que nos beneficiamos principalmente mi madre y yo", explica Xesús Fraga.

Marcelino Sánchez, el abuelo que marcha a Venezuela, donde se perderá su rastro. / Archivo familiar Fraga

En el proceso de escritura de este libro, salpicado de fotos del álbum familiar, llama la atención el protagonismo femenino. Estamos ante una historia de la emigración gallega mostrada desde otro ángulo, pues la marcha del abuelo a América Latina precipita la decisión de Virtudes de trasladarse también y adoptar un rol activo en lugar de resignado o anónimo. "Las gallegas han desempeñado un papel crucial en el fenómeno migratorio pero, por desgracia, como tantos otros aspectos asociados a las mujeres, no ha sido conocido ni reconocido en su justa medida. Cuando en el siglo XIX y comienzos del XX emigraban maridos e hijos, ellas sostuvieron en solitario los hogares y no pocas economías. Y a partir de la década de los 50, cuando también emigraron en números significativos, dejaron bien claro su valía", continúa Fraga.

Virtudes, sentada en primera fila, en la residencia de enfermeras del Guy's Hospital londinense, años 60. / Archivo familiar Fraga

En Londres, "en un entorno del que apenas sabían nada y que les exigía mucho, pero a cambio les proporcionó empleo y la estabilidad que necesitaban", la abuela Virtudes asumió el papel de proveedora de la familia, al poder comprar un piso, ropa, muebles y otros bienes que en España habrían sido muy difíciles. Trabajó de doméstica en la residencia de enfermeras del Guy's Hospital de Bramham Gardens, donde a veces eran las propias españolas -como la cocinera- las que trataban con desprecio o condescendencia a las gallegas de origen rural como ella. De las tres hijas que tuvo con su marido antes de que él desapareciera, la madre de Xesús Fraga, Isabel, es la otra gran protagonista del libro: una mujer que siempre quiso ser maestra pero no había podido estudiar al empezar a trabajar de joven, y que lograría cumplir su sueño docente, aprendiendo el inglés que luego enseñaría a varias generaciones de jóvenes y que entendió como una llave a la cultura. Al propio autor, que nació en Londres y vivió allí hasta los cinco años, aquella infancia londinense le dio, asegura, "un humus emocional y creativo donde están plantadas mis raíces, y que en la adolescencia se afianzó definitivamente".

Portada de la obra, editada en castellano por Xórdica.

Xesús Fraga había pensado ficcionalizar la historia de su familia y encontrar el tono fue lo más arduo del proceso creativo de la obra, a la que acabó por dedicar más de diez años de trabajo. Al final optó por narrar sus recuerdos y los ajenos, "los que me fueron contando como una novela sin invención, por así decirlo". En la génesis de la obra, y en ese período de falsos comienzos que acababan en la papelera, encontró inspiración y aliento en la lectura de Léxico familiar, de Natalia Ginzburg, El olvido que seremos, de Héctor Abad, Un comunista en calzoncillos, de Claudia Piñeiro, Tiempo de vida, de Marcos Giralt, o Novela familiar, de John Lanchester. "Les estoy muy agradecido a todos ellos", confiesa.

Pero es la enigmática figura del abuelo Marcelino el gran hallazgo literario del libro, cuya historia se nos va desvelando sin que, sorprendentemente, se ajusten cuentas con él por su traición y abandono. "Es fácil ver en mi abuelo el malo de la historia. Su decisión de marcharse acabó por condicionar -al menos- tres generaciones de la familia. Su abandono y su silencio causaron un gran dolor y un trauma intergeneracional. En mi caso, yo nací en Londres como resultado de esa cadena, la misma por la que crecí sin esa figura de abuelo. Pero no buscaba juzgarlo, solo rellenar los vacíos que había dejado su ausencia. De un interés inicial en entender por qué hizo lo que hizo, el foco se trasladó a tratar de entender cómo sus actos y omisiones también nos han hecho como somos. Preguntas para las que no hay una respuesta fácil: supongo que la respuesta es el propio libro en su conjunto", reflexiona.

"No buscaba con este libro juzgar a mi abuelo, solo rellenar los vacíos que había dejado su ausencia"

En la obra, edificada con una mirada tan genuina como amable, se intuye toda la dureza de la vida del emigrante y cómo el propio Xesús Fraga, en el proceso de escribirla, se va sorprendiendo con revelaciones familiares que encuentra en cartas, facturas o fotografías. "Yo no sabía, por ejemplo, que mi abuela casi muere de hambre en su primer empleo en Londres y que tuvo que estar tres semanas hospitalizada. Tampoco sabía lo difícil que le resultó a mis padres en Londres encontrar alojamiento conmigo de bebé. Otras historias llevaban conmigo más tiempo, pero cobraron una nueva relevancia en el contexto de este libro, como la exploración que le hizo una matrona a mi madre al llegar a Inglaterra, en busca de un embarazo que, de confirmarse, la habría devuelto a su país y echado por tierra su emigración; ese embarazo ya existía desde hacía unas semanas, pero yo conseguí esconderme muy hábilmente y así nacer unos meses después en Londres", resume.

Xesús Fraga, traductor al gallego de Julian Barnes, de regreso a Londres paseando por la orilla del Támesis.

Fraga, que ahora anda a vueltas con dos novelas, "una sobre nuestra relación con el dinero, como personas y sociedad, y otra que vuelve a viajar entre Galicia y el Reino Unido", tiene planes de escribir de nuevo sobre la capital británica desde un punto de vista biográfico, pero con un registro más ensayístico. Su visión de Galicia y de la emigración quedó marcada para siempre por la lectura de Cantares Gallegos y Follas Novas, "donde Rosalía de Castro reflejó ese reverso migratorio tan pocas veces contado, el de los que se quedan", pero también por La república de los sueños, de Nélida Piñón, sobre la emigración gallega a Brasil a comienzos del siglo XX. Para interesados por estas cuestiones, propone además otros tres libros que abordan la nueva emigración: Para toda a vida, de Eva Moreda, Os bicos feridos, de Anna R. Figueiredo, y Transmigrantes, de María Alonso. Porque esta historia de dejar atrás la tierra y los afectos en busca del porvenir está lejos de concluir. "Apenas hay familias gallegas (y seguro que muchas otras españolas) que no hayan conocido la emigración, algo que conviene tener presente ahora que seguimos exportando emigrantes, muchos de ellos cualificados, y también los recibimos de otros lugares, en circunstancias muchas veces dramáticas y acuciantes".

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

ORQUESTA BARROCA DE SEVILLA | CRÍTICA

Con Bach siempre es Feliz Navidad

Lo último