Encuentros en el altiplano granadino

Salir al cine

Llega a Filmin 'Historia de pastores', una sugerente exploración del paisaje rural abandonado y sus gentes con apuntes de ciencia-ficción. En Canal Arte, un nuevo ciclo dedicado a las primeras películas de cinco cineastas francesas.

Una imagen de 'Historia de pastores' (2024), de Jaimes Puertas Castillo.
Una imagen de 'Historia de pastores' (2024), de Jaimes Puertas Castillo.

Solemos acercarnos ya con cierta precaución a cualquier ficción o documental ambientados en la España vaciada o que tenga al ámbito rural como marco protagonista. Tal vez sean los prejuicios o el recuerdo de aquel insistente modelo Pompeu salido del Master de Documental Creativo de la universidad barcelonesa que se extendió por el cine español y los festivales de comienzos de siglo y que, al rebufo de un título fundacional como El cielo gira (2004), de Mercedes Álvarez, insistía en ciertos clichés del cine de lo real en busca de costumbres y rituales en trance de desaparición ante el acto mismo de su registro por parte de la cámara visitante del cineasta con cierta vocación de antropólogo poeta o involuntario cronista funerario.

Con todo, sabiendo que esta Historia de pastores viene firmada por el granadino Jaime Puertas Castillo, de quien ya conocíamos y apreciábamos su anterior mediometraje Los Páramos (2019), las expectativas cambian para abrirse a territorios más fértiles, menos bienintencionados y posiblemente más estimulantes, mestizos, irónicos y complejos para la mirada y la escucha.

Y, en efecto, su primer largo, producido de manera artesanal e independiente, presentado hace ahora un año en Rotterdam y recién llegado a Filmin, conecta mucho más con cierto cine contemporáneo, del tailandés Apichatpong (véase ese establo con tubos de neón blancos) al español García Ibarra (Espíritu sagrado), que con esos didácticos retratos costumbristas que terminaron por parecerse demasiado unos a otros entre rebaños, pastores y páramos.

Porque Puertas busca antes hacer cine con que hacer cine sobre, recuperar (y reconstruir) a partir de la oralidad y su propia autobiografía las texturas, luces y tonos de lo analógico a lo digital, escapar de ciertas inercias realistas para convertir y trabajar el paisaje natural y humano de su película, ambientada en los cortijos y parajes de los alrededores de La Puebla de Don Fadrique, en el altiplano granadino, en un territorio con numerosos sustratos (también el bíblico) para liberar en él viejos relatos y leyendas, comunicar tiempos y mitos, facilitar encuentros improbables o jugar al extrañamiento desplazándose siempre hacia el género: la ciencia-ficción, la fantasía, la comedia o incluso el sueño.

Historia de pastores se abre desde los restos arqueológicos de Orce (origen de los primeros pobladores de Europa) encapsulados en el museo (la institución) para dar voz a un par de pastores que se dan el relevo fraternal y solidario en el cuidado de un rebajo de ovejas tras un incidente que deja al primero de ellos aturdido y con quemaduras en el cuerpo tras ser rescatado por una veterana becaria de investigación que observa y escanea las ruinas de los cortijos de la zona, cortijos que aparecen y desaparecen, con su tablet de última generación.

Son algunas pistas de un filme que va abriéndose para acompañar un viaje levemente alucinado por un territorio desanclado del tiempo concreto para fluctuar entre el pasado, el presente y el futuro (de hecho, estamos en 2027) y donde el humor contamina el relato con guiños sutiles (la presencia constante del logo de la Junta de Andalucía, la mención a un meteorito caído en la zona, el drone que sobrevuela, un vídeo de la prehistoria que se proyecta en el museo, un cordero en un paisaje digital, un aperitivo familiar con gusanitos a la mesa, una puerta aporreada con insistencia…) que nos recuerdan siempre la distancia meta-ficcional de la propuesta.

Hija de la oralidad como vínculo y legado, Historia de pastores también se recrea en el habla y el acento. Protagonizada por actores naturales, amigos, familia o conocidas del director y tipos salidos del propio espacio que se filma, la película asume el léxico y las expresiones de sus gentes como seña de identidad de una cultura autóctona que resiste, se transmite y auto-reconoce, de la misma forma que hace del diálogo intergeneracional una nueva forma de relacionarse que rompe con viejos estereotipos que asocian la vejez a la enfermedad o la decrepitud y a la juventud a la modernidad o el deseo imperioso de salir a la ciudad, cuando aquí vemos precisamente cómo el territorio y su cultura pueden recuperarse como espacios para la aventura, el misterio, el descubrimiento y la sorpresa.

Mujeres cineastas en busca de una voz propia

Canal Arte se suma a la causa feminista con la programación de un pequeño ciclo que incluye cinco debuts de cineastas francesas contemporáneas. Marie-Christine Questerbert dirige The dark room (2000), un filme histórico que viaja a la corte del siglo XIV donde todos se preparan para la muerte del rey hasta que la joven Aliénor consigue sanarlo milagrosamente. Como recompensa, esta pide al rey casarse con Bertrand de Roussillon, un joven noble de la corte.

Las bordadoras (2004), de Eléonor Faucher, nos trae la historia de Claire (Lola Naymark), una adolescente de 17 años que esconde su embarazo y empieza a trabajar para una bordadora de alta costura (Arianne Ascaride) en pleno duelo. Mientras cosen juntas, su tristeza compartida y silenciosa teje un fuerte vínculo. También de 2004 es Nelly, de Laure Duthilleux, donde Sophie Marceau interpreta a una mujer que se despierta en su casa junto al cuerpo sin vida de su marido. Durante los cuatro días siguientes, se sentirá incapaz de gestionar la situación y comunicar la noticia a sus allegados.

Adèle Exarchopoulos en una imagen de 'Pieces of me' (2012).
Adèle Exarchopoulos en una imagen de 'Pieces of me' (2012).

Dirigida por Stephanie Duvivier, A police romance (2008) nos trae la historia de una teniente de una pequeña comisaría que conoce a un policía en prácticas que emplea métodos poco convencionales a pesar de lo cual siente una fuerte atracción por él. Cuando una anciana árabe afirma ser testigo de una operación de tráfico de drogas, el equipo se verá implicado en un caso que los supera.

Pieces of me (2012), de Nolwenn Lamesle, descubrió a Adèle Exarchopoulos como estrella emergente del último cine francés antes de su aparición en la premiada La vida de Adèle, de Abdel Kechiche Aquí interpreta a una joven que lleva una vida tranquila en un pequeño pueblo donde vive con su familia hasta que, cansada de la monotonía, trata de dar sentido a sus días grabándolo todo con una pequeña cámara digital.

'Corazonada' en Filmoteca-Cervantes

Son muchas las razones para volver a ver Corazonada (1982) en pantalla grande (lunes 24, 20h.) en el Cervantes. La primera, reivindicar a Coppola ahora que lo humillan la industria y la crítica tras el salto al vacío de Megalópolis. La segunda, poder disfrutar de su festín de luz y color de la mano de la magia electrónica de Vittorio Storaro. La tercera, rendir un homenaje póstumo a su protagonista Teri Garr. Y dos más, disfrutar de sus números musicales y de las deliciosas canciones de Tom Waits y Crystal Gayle.

Una imagen de 'Corazonada' (1982, Francis Ford Coppola).
Una imagen de 'Corazonada' (1982, Francis Ford Coppola).
stats