María Muñoz baila a Calderón e invoca la palabra de Pasolini
Artes escénicas
La bailarina presenta en el Teatro Central 'De haber nacido', una mirada a 'La vida es sueño' en la que se alía con la Compañía Nacional de Teatro Clásico
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Este fin de semana la sala B del Teatro Central acoge la obra De haber nacido, un espectáculo unipersonal de la bailarina, coreógrafa y codirectora artística de la compañía Mal Pelo, María Muñoz.
Nada extraño, puesto que el Central ha sido uno de los puertos en los que Mal Pelo, una de las compañías españolas de danza contemporánea más prestigiosas e internacionales, ha atracado en numerosas ocasiones desde que la propia Muñoz y Pep Ramis la fundaran en 1989, conquistando siempre la admiración y el aplauso de los aficionados sevillanos.
Lo inusual, en esta ocasión, es que su nombre, ligado a la contemporaneidad y la vanguardia dancística, aparezca junto al de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Y es que, bajo la apariencia de un sencillo solo de danza, De haber nacido es el resultado de una serie de circunstancias, nada casuales, y de un profundo trabajo de investigación del equipo interdisciplinar de creadores (Pep Ramis, Leo Castro, Luis Martí, Fanny Thollot, Quiteria Muñoz…) que confluyen desde hace años en las piezas que Mal Pelo produce en su espacio de creación e investigación L’animal a l’esquena.
Uno de esos hermosos ejemplos que nos ofrece con frecuencia el arte y que, en un momento en que términos como diálogo, cooperación o generosidad se han vaciado de contenido en el plano político y social, nos demuestran que la unión es el único modo de enriquecer y quién sabe si de mejorar un poco el mundo en que vivimos.
De haber nacido es el fruto de una propuesta hecha a Mal Pelo por el director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Lluis Homar, y por su dramaturgo Xavier Alberti, que gustan de combinar los montajes de los grandes clásicos –esta temporada La vida es sueño, dirigida por Declan Donnellan– con otras miradas y otros lenguajes.
“Al principio nos asustamos –confesaba María Muñoz a este periódico– porque, aunque solemos incluir textos en nuestros trabajos, siempre hemos utilizado la palabra como contrapunto del cuerpo ya que hay cosas que solo se pueden expresar con el cuerpo. La vida es sueño asusta un poco por su contenido, porque está escrita en verso…, pero al final decidimos afrontar el encargo y lo hemos hecho con mucho respeto pero con una enorme libertad, viendo lo que resonaba de la obra en nuestro momento actual y en nuestro modo de trabajar”.
Tras los últimos trabajos de Mal Pelo que han pasado por el Central, un grandioso On Goldberg Variations/Variations, en 2020 (con siete bailarines) y el poético solo de Pep Ramis The Mountain, the Truth & the Paradise (2021), ahora será María Muñoz la que ocupe la escena en solitario, tal vez porque, a pesar de la centralidad y la universalidad de Segismundo, la pieza de Mal Pelo gira en torno a la figura de Rosaura, uno de los personajes más enigmáticos y el menos convencional de La vida es sueño.
“La obra de Calderón tiene monólogos larguísimos donde los personajes hablan de sus deseos, de cómo les va la vida… Y a mí me fascina, porque yo encuentro una correspondencia entre ellos y el formato de solo que a veces tienes que crear, incluso en medio de una obra con más bailarines. Ahí no puedes perder de vista lo global, pero debes alimentarte de tu imaginación y de tu experiencia personal, y yo a esta Rosaura he querido alimentarla desde mi presente de mujer madura, y desde esa energía andrógina que de algún modo me ha caracterizado durante años”, confiesa la bailarina, que lleva casi 35 años en los escenarios.
En La vida es sueño, Rosaura aparece vestida de hombre, o haciéndose pasar por otra mujer, como si tuviera que buscar su propia identidad. Pero la pieza de Mal Pelo, donde María recita dos fragmentos (grabados) de Calderón, incluye también algunos textos propios, de habituales como el recientemente desaparecido John Berger, o de Calderón de Pasolini, una obra publicada en 1973 y ambientada en la dictadura franquista donde Rosaura es la que sueña y la que se despierta cada vez en una situación diferente.
Para Muñoz, Rosaura es un personaje fascinante “ligado a la idea de simular, de disimular, de parecer otra cosa. Ella se transforma continuamente, y no solo por un problema de identidad o de género, sino para expresar lo que quiere decir, por un tema de libertad”.
“Lo difícil –sigue diciendo Muñoz– ha sido llevar la obra a una especie de autoficción que resonara en este momento particular que estamos viviendo. Y es ahí donde cobra importancia la visión de Pasolini, un texto que me descubrió Alberti y que se ha convertido en parte fundamental de la obra”.
Junto a la mucha danza que hay en la obra, la palabra, sobre todo los textos visionarios de Pasolini, versionados, sacados de contexto y alimentados por la sabia corporalidad y la experiencia vital de María Muñoz, sobrecogen al espectador: “Estoy bien y estoy mal, como están los locos. / He sido inesperadamente derrotada. / Estamos marcados por la derrota desde que nacemos…” o “Devolvedme mi cuerpo. / Es mío. / No es algo que podáis depositar donde queráis. / Mi cuerpo es sagrado y yo vivo en él…”
De haber nacido está viernes y sábado a las 19:30 en la Sala B del Teatro Central.
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