"Me gustaría saber lo que llegaría a pensar Paquirri de todo esto"
Francisco Rivera Ordóñez torea este domingo su corrida número 1.000 en la plaza de Estepona, donde se encierra en solitario con seis toros a beneficio de la Asociación Española de Fibrosis Quística
A pocas horas de que haga el paseíllo en la plaza de Estepona, Francisco Rivera Ordóñez se muestra relajado, ilusionado por esta celebración, pero con la responsabilidad de matar seis toros en solitario. Durante el encuentro resalta la importancia de esta corrida en sus 13 años de matador de toros, habla de sus comienzos, de la figura de su padre y de la ilusión que le hace torear con su hermano Cayetano.
-¿Se imaginó alguna vez llegar a la corrida número mil?
-La verdad es que no. Tengo que reconocer que no soy un torero de cifras. Me sorprendí cuando me dijeron que el 17 de agosto toreaba la corrida número mil. Fue el mozo de espadas de Manuel Díaz El Cordobés el que me lo dijo. Me asombré porque nunca he tenido esa ansiedad por llegar a un número de corridas o ser el primero del escalafón. Quitando un año que toreé 54 tardes, ninguna temporada he bajado de las 80 corridas. Me hace mucha ilusión celebrar esa fecha. No me lo podía creer cuando me lo dijeron y a partir de ese día empezamos a prepararlo.
-Además de ser una responsabilidad encerrarse con seis toros en solitario, esta corrida le ha quitado el sueño de las últimas semanas.
-Así es. Va a ser un día especial, vendrán muchos seguidores y amigos para ver qué hago. Matar seis toros es una responsabilidad multiplicada por diez y si a esto le añadimos que es televisada por Telecinco para toda España, la tensión es mayor. La corrida de este domingo se ha convertido en un día muy importante para mí. Llevo muchas noches soñando con esa tarde. Es cierto que esta corrida es más un compromiso moral que otra cosa por mi implicación con esta enfermedad. El festejo y la efemérides poco a poco ha ido tomando una importancia, que se ha convertido en uno de los días claves de mi carrera como matador de toros.
-¿Por qué ha elegido la plaza de Estepona?
-Tiene sus motivos. Barajamos varios sitios, pero al final elegimos este coso por muchas circunstancias. La plaza de Estepona la construyó mi abuelo, la inauguró mi tío Luis Miguel con Miguelín y mi padre. Es una plaza en ese sentido con la que tengo una relación especial por mi familia. Luego la ciudad es bonita, destino de turistas y todos esos motivos me convencieron de que era la mejor opción. Tengo que decir además que Salvador Vega, el actual empresario, se ha portado fenomenal conmigo en todo. Nunca podré agradecérselo y devolverle todo lo que me ha ayudado para este día tan especial. Se ha entregado en cuerpo y alma, la verdad es que increíble todo lo que esta persona me ha ayudado.
-Después de todo lo que tiene organizar una corrida de toros, esa tarde lo que espera es disfrutar de cada momento, ¿no?
-Espero que sí. Los toros están muy escogidos, mi apoderado los ha señalado uno por uno. Los ganaderos se han volcado con este día. Ellos dicen que les va a resultar muy bonito lidiar en la corrida número mil de Rivera Ordóñez. Va ser un día importante en mi vida, de muchas emociones.
-¿En qué momento llega Rivera Ordóñez a este día tan especial?
-En un gran momento, por todo. Disfruto cada día de mi profesión. Estoy feliz vestido de luces, la plaza es mi hábitat natural, es mi sitio y donde más a gusto estoy. Luego estoy loco por que salga el toro, con muchas ganas de seguir toreando. Después de Estepona viene Málaga el 21, que es una plaza mágica e importante y que tantas noches sueña uno por torear. Y dejar claro que después del domingo no va cambiar nada en mi vida, solo que poco a poco me voy haciendo mayor. Hace algunos años perdí el sitio y pensé en dejarlo, pero ahora no me veo fuera del toro.
-Después de mil corridas, supongo que son muchos los recuerdos, buenos y malos, claro.
-Es verdad. Hay muchos recuerdos de tardes buenas. Pero sobre todo me quedo con las sensaciones de esas tardes en las que he sentido y realizado el toreo que sueño muchas noches. Detalles bonitos, muchos muletazos sueltos, pases de pecho, cambios de manos, me quedo con esas sensaciones. El toreo es un arte que no es tangible, tiene algo que tú cierras los ojos y vives de nuevo las sensaciones que tuviste delante del toro. Es algo que lo puedes palpar, recrear al mismo tiempo rememorando esas sensaciones de ese momento tan grandioso.
-Y tardes malas, de esas que tampoco se olvidan, ¿ha habido muchas?
-He tenido tardes horribles, con las que todavía sueño y tengo pesadillas. Por desgracia siempre aprendemos de las cosas malas. Ha habido tardes de pasarlo muy mal. Lo que perdura son las cosas buenas, pero recuerdo días con broncas del público; entiendo que forma parte del espectáculo, pero son un golpe moral. También ha habido tardes en las que lo he pasado mal con un toro, miedo puro de verdad y cuando ese miedo se siente eso no se olvida jamás.
-¿Cómo se llega a controlar ese miedo?
-No lo sé. No hablo sólo de mí, sino por todos los toreros a los que cada día admiro más. Cada vez me impresionan más lo que hacen. Para ser torero, dicen que tenemos que tener un cable suelto en nuestras cabezas. Hay que nacer para esto. El miedo no es malo. Si no se tiene miedo, no se tiene valor y lo malo es no controlarlo.
-¿Qué le queda de aquel niño que jugaba a los sanfermines con su hermano Cayetano?
-Lo que no he perdido es la ilusión que tenía desde pequeño por torear y el afán de superación. Si una tarde cuajo al toro con el capote al día siguiente intento mejorar. Igual con la muleta, pegar muletazos como he soñado muchas veces. Eso no lo he perdido. Tampoco me he desprendido del niño que llevo dentro. Por eso estoy aquí. Si no, me hubiera ido ya.
-Hubo intentos de quitarle el toreo de la cabeza.
-Pienso que sí. Nunca fui buen estudiante y vivía permanentemente castigado. Los veranos los pasaba en campamentos de verano en Estados Unidos. Siempre me llevaba mi muleta y mi capote. Me ponía a torear de salón y soñaba con verme en un cartel con Paco Ojeda, con Espartaco, con Manzanares padre, con Paula, Romero. Me gustaba verme ahí y es un sueño conseguido. Recuerdo que un día llamaron a mi madre desde la academia militar de Estados Unidos en la que estaba para decirle que estaban preocupados porque su hijo hacía unas cosas muy raras con un trapo de colores. Mi madre se echó a reír. Les dijo que no se preocuparan porque eso era normal en la familia.
-Se tuvo que armar de mucho valor para mencionarle a su abuelo, Antonio Ordóñez, que quería ser torero.
-Fue uno de los días que más valor he tenido que echar. Mi madre telefoneó a mi abuelo para decirle que viniera, porque yo quería contarle algo importante. La conversación tuvo lugar en la casa de Madrid. No era fácil hablarle a un maestro como Antonio Ordóñez. El acierto por mi parte fue decirle a mi abuelo que me gustaría intentar ser torero. Mi abuelo me dijo que, si quería ser torero, tenía que hacer vida de torero y sobre todo honrar la memoria de mi padre. En ese momento me di cuenta de que quería serlo.
-Durante toda su carrera siempre se ha mirado en el espejo de su padre.
-Mi padre ha sido y es el torero que llevo en la cabeza. Admiro a muchos toreros, pero mi padre sobresale. Cada día me siento más Paquirri. Cada vez que me llaman como mi padre es el mejor piropo que me puedan echar. La gente no sabe lo que significa para mí. Estuve tentado en anunciarme como él, pero también tenía que respetar a mi abuelo, por eso me anuncio Rivera Ordóñez. Es una espinita pequeña que tengo ahí clavada. Todo lo de Paquirri me llena. Yo me siento muy Paquirri, cada día me siento más. También me gusta cuando me dicen que he recordado por ejemplo toreando con el capote, a mi abuelo, y con la muleta a mi padre. Si los aficionados te comparan con esos dos toreros son palabras mayores y eso malo no es. Hay compañeros que me llaman Paquirri y eso me encanta.
-Imagino que no hay un día que no eche de menos a su padre.
-Le echo de menos en cada momento. La pena que tenemos es que mi padre muriera tan joven. Si él no hubiera fallecido, estoy seguro de que mi vida y la de mis hermanos hubiera sido diferente. Yo daría lo que no tengo porque mis padres estuvieran aquí o por lo menos no haberlos perdido tan pronto. La imagen que tengo de mi padre me ayuda a luchar y superarme cada día. El toro me quitó a mi padre y al mismo tiempo todo lo que soy se lo debo a este noble animal. La verdad es que me gustaría saber qué pensaría Paquirri de todo esto. A mi madre la llevo siempre en el pensamiento y es algo que siempre llevo presente cada día que pasa.
-Le molesta que le digan que es usted un torero mediático.
-Lo que más me preocupa es el respeto de mis compañeros. Los que me llaman torero mediático no saben lo que eso significa. Algunos te lo dicen de forma despectiva. Si te vas a cualquier espectáculo como el fútbol, el teatro o el estreno de una película, lo que más preocupa es hacer una buena campaña de publicidad, mover el evento en los medios. Aquí viene Tom Cruise, por ejemplo, y lo primero que hace es dar una rueda de prensa y promocionar su última película. Pero en el toro hay cuatro tontos con mala leche que te llaman mediático para desprestigiarte. Aquí lo importante es contribuir a llenar las plazas. No hay palabras para valorar lo que hacen los toreros. Cada vez los admiro más, pero hay un baremo que es el de los toreros que llena las plazas, aunque les llamen mediáticos.
-¿Ha conseguido poner el límite entre su vida privada y la profesional?
-Siempre he intentado mantener mi vida privada al margen de mi profesión. Es mentira el que dice que quien no quiere salir no sale. Como los medios quieran que tú salgas, tú sales. Si hay cuatro coches en la puerta de tu casa durante un año o eres supermán o no te escapas. El problema es que ha habido un momento en nuestro país donde han aparecido programas sin honor, sin respeto, sin educación que han hecho mucho daño. Me han hecho daño porque han dicho muchas mentiras. El público va a la plaza con ese prejuicio y lo pasas muy mal. Las barbaridades que dijeron de mi madre recién muerta no se olvidan. A otros le dicen la mitad de lo que dijeron de mi madre y te cogen y te matan. La Justicia tenía que haber tomado más parte de oficio. No deberían haber permitido estas barbaridades y a mí se me ha juzgado de forma distinta. Pienso que soy un gran desconocido para mucha gente. Está claro que los golpes hay que recibirlos lo mejor posible. En esta vida lo importante no es caerse, sino el cómo te levantes. Hay que mirar para adelante y disfrutar de las cosas maravillosas de la vida. Cada día le doy gracias a Dios de lo que tengo.
-Torear con su hermano Cayetano es un sueño hecho realidad.
-Me gusta torear con él y estar cerca. Me quedo embobado cuando le veo torear. Es lógico, es mi hermano pequeño, es con quien más tiempo he pasado y hemos compartido alegrías y tristezas. Darle la alternativa fue uno de los días grandes de mi vida. Mi hermano ha demostrado que tiene cualidades y estoy muy orgulloso de él.
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