“Me gustaría que el público saliera del teatro rebosante de ganas de vivir”

Florilegio flamenco en La Fundición

Mañana jueves, Carina La Debla estrena en el Teatro La Fundición su último trabajo ‘Florilegio flamenco’, una selección de sus mejores coreografías, con la que quiere celebrar sus 30 años de amor por el baile

Carina La Debla junto a dos de sus paladines en una escena de 'Florilegio flamenco'.
Carina La Debla junto a dos de sus paladines en una escena de 'Florilegio flamenco'. / Juma

Su pasión por el flamenco comenzó, siendo apenas una adolescente cuando, tras estudiar danza clásica y contemporánea, empezó a asistir, en su país de origen -Alemania-, a las clases de Amparo de Triana. Amparo era una bailaora berlinesa que había trabajado en el sevillano tablao Los Gallos y había logrado convertirse en una magnífica colaboradora de Mario Maya y de Farruco. Eso explica que cuando Carina decidió venir a Sevilla a profundizar en ese arte misterioso, que Amparo adobaba con decenas de anécdotas, se dirigiera, sin dudarlo, al estudio del Maestro Farruco -nada menos- y, de ahí, al de todos los bailaores y bailaoras que admiraba.

Se afincó y echó raíces en Sevilla y, poco a poco, fue adquiriendo una técnica que nunca quiso impostar, sino ponerla a dialogar con el vocabulario y la personalidad que ya poseía. Luego, como casi todas las jóvenes flamencas, recorrió peñas y tablaos hasta que pudo crear sus propios trabajos. El cantaor granadino Jaime Heredia El Parrón fue quien le dio su apodo: La Debla, que es un cante melancólico, pero también, en caló, una diosa.

Sus procesos de creación siempre han sido lentos y concienzudos. En su haber tiene cursos, numerosas giras por Alemania, Suiza y Austria y cuatro espectáculos estrenados en España. El último, Flamenco telúrico, vio la luz en el mágico escenario de la sevillana Torre de Don Fadrique en septiembre de 2020, junto al polifacético Cristian de Moret. Porque la música, siempre original, es uno de los pilares fundamentales de sus creaciones.

Y si Flamenco telúrico celebraba sus bodas de plata con Sevilla, ahora, 30 años después de su llegada, quiere ofrecer lo mejor de su repertorio. De ahí el título de ‘Florilegio’: una colección de trozos selectos, no de literatura como dice la Rae en su definición, sino de su propio baile.

En estos treinta años, La Debla ha adquirido un lenguaje propio que contiene, junto a los rasgos propios de su personalidad -feminidad, elegancia, imaginación…-; un conocimiento de la tradición y una libertad que le permiten transitar desde una alegría con bata de cola o una farruca de reminiscencias toreras -como aquella preciosa Farruca Forastera que estrenara junto al Monumento a la olerancia de Chillida (en el río Guadalquivir) durante la XVII Bienal de Flamenco- hasta fragmentos coreográficos procedentes de otras culturas o de su propia cotidianidad.

“Yo al principio utilizaba los recursos que traía, y por ello mis piezas eran bastante arriesgadas, pero ahora que muchos bailaores y bailaoras se atreven a descomponerlo todo, siento que puedo expresarme con total libertad. Por eso he subtitulado mi espectáculo ‘Antología de la mutación’, porque en mi baile conviven, ya perfectamente masticados, transformados y digeridos, diferentes lenguajes”, refiere la artista, en una pausa de los ensayos.

Sin embargo, también insiste en que la estructura del espectáculo es cien por cien tradicional. Un ramillete de bailes que comienza con unos verdiales y continúa con un garrotín, una soleá, que es la pieza central, y una guajira para terminar con una serrana muy especial. Todo ello, obviamente, al más puro estilo La Debla.

“Los verdiales me conectan con mi infancia, con las danzas populares de mi pequeño pueblo, en las cercanías de Múnich; por eso los bailo descalza y con castañuelas, mientras que en la guajira me concedo la licencia artística de interpretar un personaje, inventado claro está. Al final, en la serrana, abro todo mi equipaje en completa libertad, aunque siempre en un diálogo abierto con mis músicos que son realmente imprescindibles para llevar a cabo la mutación. Ellos me incentivan y entre todos generamos el sabor y el color que queremos”, explica la bailarina.

Ellos, los estupendos músicos que han aportado su experiencia y sus composiciones originales a la pieza, son el cantaor Kisko de Alcalá, el guitarrista Tino van der Sman y el percusionista Andrej Vujicic, los dos últimos nacidos en La Haya y Belgrado respectivamente porque, como decía el añorado Manuel Herrera, “los flamencos nacen donde les da la gana”.

A pocas horas del estreno, afirma, “me siento muy bien conmigo, me siento madura y quiero disfrutar, dejar a un lado esas voces, esa radio mental que tenemos los artistas cuestionando siempre todo lo que hacemos, y gozar el momento presente. Y por supuesto, quiero que el público disfrute conmigo, que salga del teatro rebosante de ganas de vivir y con deseos de hacer lo que le guste. Que ya es bastante denso el mundo que nos rodea”.

Florilegio flamenco. Antología de la mutación. Manaña jueves a las 20:00 en el Teatro La Fundición. Localidades agotadas.

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