Músicas de España, Europa y Guatemala
JONATAN ALVARADO & ARIEL ABRAMOVICH | CRÍTICA

La ficha
****Femás 2025. Programa: Música religiosa y profana de los manuscritos de Huehuetenango. Tenor: Jonatan Alvarado. Vihuela: Ariel Abramovich. Lugar: San Luis de los Franceses (Capilla doméstica). Fecha: Sábado, 29 de marzo. Aforo: Lleno.
Durante dos siglos la orden mercedaria tuvo plena soberanía sobre la gestión, espiritual y temporal, de las “doctrinas” del norte de Guatemala, esto es, las comunidades indígenas gobernadas por los religiosos al margen de la jurisdicción real y de los obispos de la región. Y ello con la finalidad de evangelizar aquellos los pueblos, parte de lo cual consistió en “inyectar” la práctica musical de la península. De los quince volúmenes conservados con músicas (litúrgicas y profanas) tanto europeas como creadas en Guatemala, Alvarado y Abramovich ofrecieron un selecto ramillete de misas, motetes y canciones profanas. Una maravillosa muestra de la interacción cultural entre ambos continentes, pues encontramos músicas de origen italiano, francés, norteeuropea, española y también creadas por los primeros maestros de capilla americanos desde mitad del siglo XVI al primer cuarto del XVII.
Es de admirar en Alvarado la naturalidad de su canto, con tesitura de tenor lírico y una emisión a mitad de camino entre la natural y la impostada. El sonido corre con fluidez desde la voz plena a la voz mixta, con toda una paleta de colores en las medias voces. Con magistral control de la respiración que le hizo emitir largas frases y vocalizaciones, el sonido fluía desde la zona aguda a la grave sin saltos. Y con minucioso trabajo en el fraseo, la articulación y la acentuación. Especialmente delicada fue su manera de abordar de manera íntima la palabra "Domine" en el motete Clamabat autem mulier cananea de Pedro de Escobar, subrayando de manera sutil pero efectiva la súplica de la madre de la endemoniada a Jesús. Hubo saltos interválicos limpios y precisos, como el descendente sobre "voluntas tua" en el Pater noster y filados perfectos como el que coronó Amor che mi tormenti de Costanzo Festa.
Abramovich, responsable de las intabulaciones a la vihuela, mostró la claridad, la precisión y la fantasía de su toque. Las voces eran plenamente seguibles en su desarrollo y hasta se permitió alguna glosa y disminución, siempre desde la limpieza de su sonido y desde el respeto a las prácticas interpretativas de la época.
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