Los griegos nuevos
Akal publica una tercera edición, revisada y ampliada, de esta obra esencial para entender la Grecia moderna, hasta los días presentes de la 'austeridad'.
HISTORIA DE GRECIA. Richard Clogg. Trad. Helena Aixendri Boneu y Alfredo Brotons Muñoz. Akal. Madrid, 2016. 368 páginas. 20 euros.
Existe también esta otra Grecia nueva, más allá de los mitos, de las teas del oráculo, de la guerra de Troya narrada por Homero. Existe la otra Grecia, ajena también a la furia ebria de Leónidas, a la Atenas de Pericles, al vasto imperio del héroe Alejandro.
La Grecia actual se forja en la guerra de independencia (1821-1831) contra el dominio otomano y llega hasta hoy mismo A este jirón de la historia reciente de Grecia dedica su libro Richard Clogg, profesor emérito en Oxford. La impresión originaria de 1998 se ha ampliado ahora en una tercera edición donde Clogg analiza el nuevo milenio en Grecia, marcado por las chiribitas de la falsa bonanza (los Juegos Olímpicos de Atenas 2004) y la larguísima noche de la austeridad.
Todo turista elemental suele sacar fotos en Atenas a los evzones de la guardia de gala. Su faldilla, la fustanela, tiene 400 pliegues, que recuerdan los cuatro siglos de dominio turco. Se achaca al yugo de los sultanes el hecho de que Grecia se mantuviera aislada de las grandes ventadas del progreso europeo, en especial el Renacimiento, la Revolución francesa o la Revolución industrial. Pero hasta 1790 los popes de la dominante iglesia ortodoxa afirmaban que Copérnico era un impertinente, puesto que el sol giraba sobre la tierra y no al revés.
Tras la guerra contra los turcos tomó su cetro en Grecia el rey Otón (1830-1862). En la década de 1830 se defiende como una idea de continuidad en la hebra del tiempo (Grecia antigua, Bizancio y el diapasón del nuevo reino). A la vez se alumbra ya el proyecto territorial de la Megali Idea (esto es, la gran nación de los dos continentes y los cinco mares: Jónico, Mediterráneo, Egeo, Mármara y Mar Negro). Pero los sueños más concupiscentes se diluyen pronto. La magra economía del país propicia el primer gran turbión de emigrantes (350.000 griegos llegan a Estados Unidos entre 1890 y 1914).
Las guerras balcánicas de 1912-1913 permiten a Grecia anexionarse el 70% de su territorio nacional. En plena Primera Guerra Mundial se confirma otro de los capítulos señalados en la urgente crónica griega: el Cisma Nacional. La pugna entre la Grecia de Venizelos y la Vieja Grecia del rey Constantino se inclina a favor del titán político de Creta. El país participa en la Gran Guerra en el montañoso teatro de Macedonia, en el epígono ya de la contienda (la novela La vida en la tumba de Stratis Myrivilis, comentada en su día en estas páginas, es de recomendable lectura). Lo cierto es que la fricción nacional entre venizelistas y monárquicos formó parte de las violentas duplicidades a las que se expuso el joven estado. Otra de ellas fue el dilema político -y no sólo cultural- que generó el uso del griego demótico popular frente a la versión culta, la kazarevusa, que torturó a sufridas generaciones de griegos.
La historia reciente de Grecia no se explica sin la declarada animadversión por Turquía. Tras la Gran Guerra, derrotado el imperio otomano, los griegos acometieron la insensata invasión de Anatolia. El expansionismo de la Megali Idea alcanzó aquí su cénit y su desgraciado nadir. La Turquía emergente de Atatürk librará su propia Guerra de Liberación (1919-1922). En su alocada retirada, el ejército griego perpetró matanzas y fechorías que, más tarde, los turcos se encargaron de purgar con la toma y el incendio de Esmirna. Como dice Richard Clogg, en septiembre de 1922 la presencia griega en Asia Menor a lo largo de 2.500 años pereció entre los chicotes y las cenizas de Esmirna. Venizelos y Atatürk pactaron en 1923 un formidable intercambio de poblaciones étnicas de país a país. Por todo ello, para la memoranza griega, 1923 viene a ser el año de la catástrofe.
Como bien explica Clogg, la Grecia moderna se deslizará por un sinfín de episodios que, en el caso de los más siniestros, renovarán la tragedia clásica. Tras la dictadura de Metaxás (1936-1941), la Alemania nazi puso su despiadada bota en Grecia. Por si fuera poco, el país se enfrentó a su propia guerra civil (1946-1949). Milicias comunistas del ELAS y el ejército regular se entremataron con saña. La sombra de la guerra civil se extenderá durante décadas en las componendas de la política helena.
La cuestión de Chipre que enfrentará a Grecia y a Turquía durante años (hoy por hoy irresuelta), la ominosa dictadura de los coroneles, el socialismo populista de Papandreu o la irrupción de Syriza son algunos de los asuntos que aborda Clogg. Como es sabido, también el cine demorado de Theo Angelopoulos está dedicado en gran parte a la historia reciente de Grecia. De ahí su trilogía histórica (Días del 36, El viaje de los comediantes, Los cazadores) y la otra y última aportación hecha a través de Eleni, El polvo del tiempo y la inacabada El otro mar, interrumpida por el atropello mortal del director causado en Atenas por una motocicleta.
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