Una grandiosa Emmanuelle Devos se impone a la película

Un silencio | Crítica

Una sensacional Emmanuelle Devos destaca dentro del conjunto de 'Un silencio'.
Una sensacional Emmanuelle Devos destaca dentro del conjunto de 'Un silencio'.

La ficha

*** 'Un silencio'. Drama, Bélgica, 2023, 100 min. Dirección: Joachim Lafosse. Guion: Joachim Lafosse, Chloé Duponchelle, Paul Ismael. Fotografía: Jean-François Hensgens. Intérpretes: Emmanuelle Devos, Daniel Auteil, Matthieu Galoux, Salomé Dewaels, Louise Chevillote, Benoît Poelvoorde.  

Hay muchas películas, y algunas muy buenas, sobre los ocultamientos y silencios que permiten que la vida de una familia parezca seguir su curso normal hasta que estallan reventándola. Es el tema de casi toda la filmografía de Joachim Lafosse centrada en duros conflictos familiares con variaciones sobre el motivo del reventón, tan oscura y pesimista como solo un belga puede serlo cuando se lo propone. Dramas familiares son Propiedad privada, Perder la razón, Después de nosotros, Continuar o Un amor intranquilo, películas tan duras en casi todos los casos como estimables por la calidad de las interpretaciones y la severidad de la puesta en imagen que hace imposible que el drama derive en melodrama. Un silencio no está entre las mejores a causa, sobre todo, del planteamiento del guión, de la forma en que va reteniendo o suministrando -a partir de una estructura de flashbacks- la información sobre el turbio, muy turbio, caso que reventará a la familia. Lo que no quiere decir que carezca de interés.

El guión está libremente inspirado en el caso de Victor Hissel, quien años después de actuar como abogado de las familias de las víctimas del asesino en serie y depredador sexual Marc Dutroux, acabó siendo condenado por posesión de material pedófilo. El tema era idóneo para culminar con la mayor dureza la línea de denuncia -u observación- de los males que germinan silenciosamente en las estructuras familiares cerradas, impositivas o viciadas por las razones que sean hasta hacerlas reventar. El silencio de la madre encubridora y la gravedad de los actos cometidos por su públicamente irreprochable marido provocan, como sucedió en el caso real, reacciones de una violencia que va mucho más allá del desmoronamiento del núcleo familiar.

Los problemas de la película se deben a las dudas o cambios de los guionistas -el propio Joachim Lafosse más Chloé Duponchelle y Paul Ismael- y del director. Hay una contención visual y estilística -marca del mejor cine de este director- que crea un clima desasosegante en el que algo, no sabe qué, pasa; algo repta bajo la más que acomodada vida de la familia. Pero también hay brochazos que dañan esta contención. La inversión de la técnica del cine de suspense clásico -el espectador sabe cosas que los protagonistas ignoran-, haciendo que los protagonistas sepan cosas que los espectadores ignoran, no acaba de funcionar. La técnica de espejo –“no me interesa el monstruo, sino su mujer”, ha dicho el director- que pretende reflejar al monstruo en la lenta destrucción, hasta la total desolación tras el estallido final, de quien convive con él y calla, es dañada por súbitos cambios del punto de vista, especialmente cuando vira hacia el hijo. 

Lo mejor de la película son sus dos intérpretes: una extraordinaria, trágicamente monumental, capaz de concentrar todo su talento en una mirada, Emmanuelle Devos y un soberbio Daniel Auteuil que por fin se encuentra con un personaje digno de su gran talla como actor. Ellos, sobre todo ella, justifican su visión.   

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