Grande, inmarchitable, deliciosa Deneuve

Sesenta años después de haber enamorado al mundo con Los paraguas de Cherburgo y cincuenta y nueve después de haberlo sobrecogido con Repulsión -pocas actrices se consagraron con dos interpretaciones tan opuestas, lo que repetiría al rodar una tras otra Las señoritas de Rochefort y Belle de jour- Catherine Deneuve sigue siendo grande, inmensa, a sus espléndidos 80 años. Tan grande como para dar interés a esta película que sin ella no tendría razón de ser.

En su debut como directora Léa Domenach usa a Bernadette Chirac, esposa del que fue alcalde de París y presidente de la República, como un símbolo feminista de empoderamiento (solo de sí misma, pero esto no parece importarle a la directora) y a la vez como una crítica a las estructuras de poder (con las suficientes dosis de humor como para que la comedia atenúe la acidez).

Un biopic con aires de comedia anti biopic traviesa que tiene algo de versión actualizada, muy francesa y haute couture, de la liberación de la mujer sometida a un marido prestigioso tal como la entendía Doris Day en Su pequeña aventura (aunque con un tono y un final muy distintos, por supuesto). Bernadette no quiere ser la mujer florero del político importante y despliega mañas, astucias e inteligencia para convertirse en una protagonista con influencia política.

Aceptable comedia blanda con algunos momentos y diálogos con gracia. Redimida en lo que de más convencional tiene por la poderosa presencia de una Deneuve inmarchitable que se lo pasa en grande. Y nosotros con ella.