Alhambra Monkey Week
La cultura silenciada
Fahmi Alqhai | Músico y director del Festival de Música Antigua de Sevilla
Sevilla/-¿Con qué expectativas espera este Femás 2018?
-Son muy buenas. Tenemos una programación potente, sólida y abierta a otras disciplinas y otras músicas. Hay festivales especializados en el barroco italiano o el medievo francés, y están muy bien, deben existir, pero el Femás no nació con ese objetivo, nosotros tenemos que acercarnos a la gente. Si el festival pudiera cerrarse antes, estoy convencido de que los números serían todavía mejores, pero aun así hay mucho interés y de hecho espero que esta edición marque un nuevo récord.
-Aparte de Rinaldo, dígame qué otras cosas no debería perderse el público no necesariamente experto en música antigua..
-Rinaldo es un sueño cumplido, tener al English Concert haciendo esa ópera de Haendel, uno de sus grandes títulos, merece que nos colguemos una medalla, porque no ha sido fácil. Eso no me lo perdería, sin duda. Luego, a nivel más show, digamos, va a haber un concierto muy bonito en la Catedral, con La Danserye & Capilla Prolationum haciendo la música que se tocó en la coronación de Carlos V. Para los amantes de Haendel, hay otra joya aparte de Rinaldo, que es Franco Faggioli, uno de los cantantes de referencia a nivel mundial, interpretando sus arias. En plan más pop, digamos, están las Cuatro estaciones, que está muy manido ya, vale, pero siempre hay que ofrecer algo al público más reticente respecto a la música antigua, o clásica en general, para que se acerque y disfrute. También la clausura con The King's Consort y la inauguración con el Cuarteto Mosaiques y María Hinojosa.
-Insiste desde hace años en la dificultad de no contar con un equipo estable de producción y comunicación durante todo el año. ¿Por qué no se consigue esto si se sabe que es necesario?
-No se puede decir que no haya voluntad política, pero es evidente que el funcionamiento de la administración supone un problema, todo es lento, cualquier cuestión se convierte en una montaña. Ocurre no sólo aquí, desgraciadamente en toda España la administración es un desastre. Lo ideal es que este festival tuviera un equipo que trabajara todo el año y no tener que esperar casi hasta enero para saber con qué equipo se podrá contar. Otros festivales a lo mejor con un mesecito de programación y un mesecito de comunicación salen adelante, pero nosotros necesitamos otra estructura. No digo que sea una situación insostenible, a la vista está que no lo es, pero yo muchas veces he pensado: es imposible que se vendan las entradas. Y se venden. El año pasado, por un tubo, pese a que salieron casi una semana antes de empezar el festival: una locura. Al final hay un público que salva el festival, pero no podemos andar siempre así, no es lo que corresponde a un festival con el nivel que tiene ya el Femás.
-¿Ayudaría la sustitución del ICAS por otro ente público que anunció Antonio Muñoz, aunque no haya vuelto a saberse nada?
-En teoría, es una gran idea. El gran escollo de la cultura en Sevilla, y él mismo lo ha reconocido, es la administración. Se creó el ICAS para darle más agilidad a la gestión, pero ha dado más problemas que soluciones. Esperemos que esa idea salga adelante, y esto no lo digo como director del Femás sino como ciudadano de Sevilla.
-Hablaba antes de que espera otro récord de público. Obviamente, una inversión pública debe compensar, pero ¿no hay más criterios para medir el éxito de un festival más allá de esa obsesión en el fondo insostenible de que año tras año tras año aumenten los espectadores?
-Bueno, el éxito de un festival español es que siga existiendo y teniendo el mismo nivel de inversión. Y que siga interesando al público. Por eso procuro siempre medir el interés por la cantidad de público. Es importante tener al público de nuestra parte porque la supervivencia de un festival, en España y más aún en Andalucía, pasa por que interese también a los políticos. Y sí, claro que el éxito puede ser otra cosa: el Festival de Salzburgo lleva teniendo las mismas cantidades de público desde hace 70 años. Para mí, también es un éxito la implicación del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), de la Universidad y del Teatro de la Maestranza, que nuestros años nos ha costado. Y luego habrá programaciones más acertadas o menos, pero son esas infraestructuras las que marcan que un festival tenga éxito o no.
-Lleva mucho tiempo reclamando la participación de la Junta. ¿Por qué no ha ocurrido aún?
-Ocurrirá. Es uno de los grandes asuntos que tenemos que resolver en los próximos años. Hemos hecho algún acercamiento, pero hay que trabajarse más esta relación. También es verdad que hemos dedicado muchísima energía a asegurar lo que tenemos, esos acuerdos con el CNDM, la Universidad y el Maestranza. Yo imagino que al final la Junta entrará.
-¿Cuán estable es esa alianza lograda con el Maestranza?
-Por ahora vamos bien. Antes era un sueño muy lejano y ahora el Femás está en el Maestranza casi como lo está la Bienal de Flamenco, y esto es muy importante. Lo ideal sería firmar un gran acuerdo que tenga una vigencia de varios años, pero en España nunca se trabaja así. Aquí hay voluntades personales que hacen que la cosa funcione o deje de funcionar, desgraciadamente. Si tuviéramos un modelo como el alemán, en el que no importan tanto las personas ni las corrientes políticas, sino los grandes proyectos, obviamente sería todo mucho más fácil. No es que me queje, pero uno ve que hay otros modelos, y que funcionan, y desearía tener esas posibilidades.
-El Femás tiene este año un presupuesto de 380.000 euros, o 420.000 si contamos el ciclo dedicado a Murillo. Lo cual da, según ha dicho usted, para hacer un festival de mediano formato. ¿Es impensable el salto al festival de gran formato? Y, sobre todo, ¿es realmente necesario darlo?
-Esa duda siempre está ahí. Para empezar, eso implicaría un presupuesto por encima del millón de euros. Como la Bienal, vamos. Pero la Bienal, para empezar, es de flamenco, no de música antigua. Y hace una taquilla que es una bestialidad. Y se vende sola: te vas a Japón, colocas 3.000 entradas y ya está todo arreglado. Para llegar a ese nivel, el Femás necesitaría, no sé, diez años y acuerdos muy importantes, también con los tour operadores, y con esos presupuestos sí podríamos hacer óperas con vestuario y atrezo y cosas así, y de ese modo seguramente sí haríamos dos millones de euros de taquilla. Pero eso implicaría también otro formato de festival. Es complicado. Ahora bien, ¿podría funcionar? Yo creo que sí, perfectamente.
-Le comento una queja habitual de muchos de sus colegas españoles, dado que usted es también intérprete. Dicen a menudo que a la hora de la verdad, en los festivales, los grandes conciertos siempre se los dan los programadores a los grupos extranjeros. ¿Es legítima esta queja?
-En el Femás se le da una importancia y un trato a los grupos españoles como no se les da en ningún otro festival de este país. Por otro lado, a ver, ¿desde cuándo estamos programando de verdad en el Maestranza? Tres años, cuatro: La Pasión según San Juan de Bach con Collegium Vocale Gent; La Resurrección de Haendel con la Orquesta Barroca de Sevilla, por cierto; el año pasado La Pasión según San Mateo de nuevo con el Collegium y Philippe Herreweghe; y ahora Rinaldo y King's Consort. ¿Te llena el Maestranza un grupo español, metiendo a la gente a cuello, pagando todos sus 70 euros? Quitando a Jordi Savall, eh... Yo creo que no. Aquí hemos programado a grupos españoles, muy buenos y con mucho prestigio, y se nos ha quedado la sala Joaquín Turina vacía.
-¿Prejuicios del público o problema de los grupos españoles?
-No sabría decir... Los grupos españoles tienen un problema, hay una falta de profesionalización, esto hay que decirlo. Casi no existen grupos que vivan de sus conciertos, sin depender de subvenciones, la mayoría de los músicos están dando clases o trabajando a la vez con otros grupos. Puede ser falta de arrojo, que el nicho ecológico no ayude o haber muchas otras razones, pero desgraciadamente, y me querrán matar, no podemos comparar ningún grupo español con Herrewege haciendo la Pasión según San Mateo. Empezando por el mío, eh. Pero no se puede negar la importancia que se le da a los grupos españoles en el Femás. ¡Si alguna vez me han criticado porque había muchos en la programación! Que eso es también para tirarse por el balcón...
-Lleva ya diez años al frente del festival. ¿Cuál es el balance y qué retos quedan pendientes?
-Me quedo, sobre todo, con que el festival es ya una realidad. Porque hace diez años estaba a puntito de desaparecer. Hoy es muy sólido y tiene el reconocimiento del sector y del público. Antes, cuando había un cambio de gobierno y entraba otro partido, el que llegaba no sabía ni que existía el festival, literalmente. Esto no se ha logrado de un año para otro, ni se debe sólo a mí, lógicamente. Hay personas que se han dejado la piel, y me gustaría que apareciesen: José María Sousa, María Antonia Ruiz, Fernando Rodríguez, Manolo Madrid... Sin ellos, quitemos a los políticos y quitémonos a mí también, no habría festival, ellos son los que han sabido sacar adelante el festival a base de cariño, porque no les han pagado más por echar más horas. También me gustaría entrar en el circuito europeo, pero bien, no como algunos festivales españoles que lo han hecho y se han quedado ahí como sentaditos en la última fila. Me gustaría que el Femás entrase en la Red Europea de la Música Antigua diciendo aquí estamos, somos la referencia en España.
-¿Cuesta tantísimo como parece ganarse la vida en Sevilla haciendo música?
-No voy a decir que sea fácil, pero tampoco que haya que ir con antorchas al Ayuntamiento. ¿Que sería mucho más fácil vivir en Berlín o en París? Sin duda alguna. Pero yo soy muy sevillano y muy alamedero y quiero esta vida para mis hijas. Ser músico en España es una actividad de riesgo, y de hecho Accademia del Piacere tiene ya el del 60 al 70% del trabajo fuera de España. Es lo que hay. Y si encima vas y te encuentras con ese ogro que es la burocracia...
-¿Y por qué no se cambia si todo el mundo está de acuerdo en que esto, así, no funciona?
-Es una inercia terrible. Cuando Antonio Muñoz dijo que iba a dinamitar el ICAS, yo me alegré, la verdad. Pero probablemente haya otro gran ogro burocrático que evite dinamitarlo [risas]. Suele pasar en países como éste, en Italia, Grecia, Portugal o Marruecos: la administración como un monstruo. Una pena. Será el Mediterráneo, el sol, el buen rollo, no sé...
-A ver si van a tener razón los severos protestantes...
-[Risas] No creo que sea una cuestión de holgazanería. Es que el sistema es anacrónico. No conozco a ningún músico al que le hables de la administración y no quiera pegarse un tiro. Aquí en la oficina [del grupo Accademia del Piacere] hemos estado tres meses para justificar una ayuda de 2013, te piden papeles como si fueras un ladrón, de verdad, un tocho así de gordo, que parece que eres tú el que tienes que justificar que no quieres robarle a nadie, ¡cuando son ellos los que te deben dinero! Yo muchas veces pienso: mira, que se queden los 1.500 euros, ya está, pero yo no puedo tener parada la oficina por esto. Ese es el nivel. Y en el ICAS este problema existe, nos lo encontramos todos los años.
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