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LA BETE | CRÍTICA
*** 'La bete'. Ciencia ficción, Francia, 2023, 146 min. Dirección: Bertrand Bonello. Bertrand Bonello. Historia: Henry James. Fotografía: Josée Deshaies. Música: Bertrand Bonello, Anna Bonello. Intérpretes: Léa Seydoux, George MacKay, Dasha Nekrasova, Julia Faure, Guslagie Malanda.
Viaje de una mujer a través del tiempo desde un futuro distópico en el que la inteligencia artificial ha tomado el mando y se han suprimido los sentimientos para alcanzar la felicidad -evidente eco de las sociedades de Un mundo feliz o Fahrenheit 451, entre otros muchos referentes- y se ha reducido a los humanos a seres de segunda clase. Para borrar sus sentimientos y recuerdos es sometida a una especie de terapia de reminiscencia que le harán vivir dos momentos del pasado -1910 y 2014- de una mujer que quiere borrar de su personalidad toda emoción para integrarse en ese universo líquido, plano, no afectivo, artificial. El guion está más que libremente inspirado en La bestia en la jungla de Henry James, que ha conocido no hace mucho una desafortunada adaptación de Patrick Chiha.
El miedo a una catástrofe inminente, personal o colectiva, y la imposible supervivencia del amor vertebran los viajes -o mejor, encuentros- en el tiempo de la pareja protagonista, muy bien interpretada por George MacKay y Léa Seydoux.: una pianista casada y cortejada por un inglés en el París de 1910 que sufre una catastrófica inundación, una solitaria actriz y modelo francesa y un americano adicto al odio en las redes en Los Ángeles de 2014 amenazado por un terremoto, y una mujer que quiere hacerse a la átona medida que exige el mundo plano de 2044 dominado por la IA que se ve envuelta en una oscura trama que gira al thriller.
Una suma de géneros que va del melodrama de época a la ciencia-ficción distópica pasando por los dramas existencialistas de incomunicación en una sociedad opulenta, el terror o el thriller. Y una suma de estilos que parece querer fundir el esencialismo de Antonioni, el onirismo de Lynch, la poesía surreal de Jean Vigo, los inestables universos de Polanski, los delirios carnales de Cronemberg o la opulencia decadente de un Ophüls o un Visconti. ¿Exagerado? Quizás. Pero todo en esta película lo es.
El tantas veces experimental y hermético Bertrand Bonello ya había explorado la imposibilidad o destrucción del amor en Quelque chose d’organique (1998), la belle époque en Casa de tolerancia (2011), la inminencia de la catástrofe en una sociedad que parece caminar sobre una fina capa de hielo en Nocturama (2016) o la emergencia terrorífica de una amenaza del pasado en el presente en Zombi Child (2019). En todas ellas gusta de juegos meta cinematográficos con estilos, géneros y autores que adapta a su personal universo temático y formal. Terror, melodrama de época, musical, drama familiar o drama amoroso ya habían aparecido en su cine. La bestia parece una compilación de todos sus intereses argumentales y visuales hecha con una mayor atención (tampoco demasiada, dicha sea la verdad) hacia el público mayoritario de lo que, con la excepción de su biopic Saint Laurent (2014), es habitual en él.
El resultado es una película tan ambiciosa, excesiva e interesante como desconcertante, tan lograda en algunos momentos como fallida en su conjunto, bella en su muy cuidada estética fotográfica y escenográfica tendente a lo siniestro y decadente, sostenida sobre todo por una extraordinaria interpretación de Léa Seydoux.
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