"Los gitanos no podemos concebir el mundo desde la trivialidad"
Tomás Fernández Soto (Utrera, 1964) ha grabado en Lebrija su nuevo disco, 'Infundio', con colaboradores como Alba Molina · El cantaor e Inés Bacán actúan esta semana en los 'Jueves Flamencos' de Cajasol
Tomás de Perrate ha estado siempre alrededor de la música, pero no necesariamente del flamenco. De adolescente le dio por la batería y no ha tenido el recorrido artístico de la mayoría de los artistas: no ha sido niño prodigio en los escenarios ni ha cantado para el baile durante los primeros años de su carrera. Se gana la vida con una peluquería de señoras en Utrera y hace escasamente 11 años saltó a los escenarios flamencos ya sabiendo lo que hacía: responsable de su herencia familiar y sin miedo para indagar en nuevos territorios. Cuando se refiere a su padre, Perrate de Utrera, se le humedecen los ojos: "Era un genio de esos que nacen uno o dos en el siglo. Mi padre cantaba como era. Vivía como cantaba, era tan dulce, tan amable y tan cariñoso como sus cantes".
Esta entrevista se desarrolla en un patio de Lebrija presidido por un monumental naranjo, con Tomás rodeado por los colaboradores de su nuevo disco, como Alba Molina. La charla termina con el canto de un pájaro. "Está cantando a compás por bulerías", dice Antonio Malena, guitarrista y autor de los arreglos de uno de los temas. "Pues lo marca nada más que regular", añade Alba Molina, que pone voz al estribillo pegadizo de Te digo lo que siento, un tema que suena con sabor a Camagüey. "Es que este pájaro es otro", concluye el joven productor del disco y guitarrista lebrijano Ricardo Moreno. Todos ríen en una conversación llena de la sabiduría y del buen humor que definen el título del nuevo disco: Infundio, una especie de clima agradable y de mucha guasa que comparten los gitanos. Un idioma común que el de Utrera explica así:
-Tomás de Perrate: Habría que hacer una tesis doctoral sobre el infundio, porque es una cosa muy nuestra, una manera de comunicarnos entre los gitanos, una forma de age que no tiene nada que ver con lo que dice el diccionario. Es el lenguaje que siempre hemos hablado en mi casa, entre mis tíos y mis primos. Es como un monólogo en el que te autoridiculizas por tal de que el otro se ría y nada más. Es una manera de reírse de las dificultades que está en todas las letras flamencas. En los compases más alegres como las bulerías, las alegrías o las cantiñas, se habla de pena cantando y bailando.
-Habla de "nosotros" refiriéndose continuamente a los gitanos. ¿Qué otras señas de identidad definen a los gitanos actualmente?
-Somos una de las razas más avanzada en cuanto a la tolerancia, al cariño que tenemos por los mayores, al concepto de familia. Tenemos un arraigo por los nuestros que yo no lo veo en otros sitios. Quizás sí en otras culturas más africanas; en la cultura hindú también hay mucho de esto. También la afinidad musical y espiritual. No podemos concebir el mundo desde la trivialidad, tenemos que ir un poco más adentro e identificarnos siempre con nuestros dioses y deidades.
-Éste es un disco grabado en Lebrija, con producción y colaboradores lebrijanos, aunque también rinde tributo a Utrera, su localidad.
-El disco es, sobre todo, muy flamenco, aunque los arreglos den más juego y pertenezcan a otras disciplinas. Lo más lebrijano que tiene es que dentro del estudio de Ricardo Moreno hemos creado una hermandad utrerano-lebrijana donde ha tenido cabida un montón de gente con el mismo talante de compartir, de querernos y de crear. Las Perraterías de Gaspar y Se nos rompió el amor rinden culto a Utrera. Pero las cantiñas son muy lebrijanas y hablan de la calle Caridad donde se crió Antonio Malena. También están los tangos de Málaga, de los que se reían mi padre Perrate y Diego del Gastor por ser un cante muy liviano, haciendo después de esos mismos tangos un cante grande y de peso. Yo reivindico todo esto en el disco.
-En este disco están Lebrija, Utrera y también Jerez, gracias a la guitarra de Diego del Morao. ¿Cree que en ese triángulo está la esencia del flamenco?
-Por una parte, la relación entre Utrera y Lebrija es algo obligado en mi familia. La prueba más evidente son mis primos, los hijos de María la Perrata. Mi tía, siendo de Utrera, se crió aquí, porque su marido se la trajo muy niña. Traía una forma de hacer los cantes de Utrera pero se ha cultivado en Lebrija. Si yo digo que soy de Utrera y que mi primo es El Lebrijano, pues ya lo estoy diciendo todo. Por otra parte, está clarísimo que el flamenco se ha desarrollado en ese triángulo y poco más: desde Triana hasta Los Puertos, el pueblo gitano ha desarrollado esta forma de arte, desde que nos instalamos aquí hace siglos.
-Le da importancia a las letras: ha escrito varios de los temas del disco y cuenta además con Ana Carrasco como letrista colaboradora.
-Tenemos un patrimonio de letras inagotable en el flamenco tradicional. Hay una fórmula mágica y en tres o cuatro versos se ha contado una historia enorme. No hay nada que inventar cuando puedes echar mano de atrás. Pero evidentemente también hay que actualizar todo esto. En el movimiento nuestro, que ya empezamos a meter otros compases y otra instrumentalización, con letras nuevas que tengan cierto sentido para uno y que transmitan emociones a los demás.
-Siendo muy flamenco, Infundio es un disco fácil de escuchar y de distribuir. Un trabajo para ser cantado en directo con una puesta en escena diferente a las clásicas del flamenco. ¿Está de acuerdo?
-Hemos pensado en adaptar el espectáculo a cada sitio, pero lo que nosotros queremos hacer es divertirnos haciendo el trabajo. Está hecho para seis o siete personas sobre el escenario como mínimo. Es un flamenco muy puro, muy hondo y, a la vez, muy asequible para todo tipo de público. En realidad, la versión de Te vi [la célebre canción de Fito Páez] la hemos hecho por cariño al tema, más que con un fin comercial, pero es evidente que se consiguen las dos cosas.
-¿Cómo llega a esa mezcla de ritmos en Te digo lo que siento, entre Cuba y los tangos de su tierra?
-Los responsables de la producción musical del disco son Ricardo Moreno, Alba Molina y Andreas Luzt. Yo estaba en Marruecos, dejé la voz grabada y cuando vine me dieron la sorpresa. Por otra parte, el contrabajo de Yelsy Heredia fue un descubrimiento antes de Infundio. Nosotros hemos grabado un directo con él en un disco que todavía no se ha publicado. Ese cubano no se puede aguantar, el arte que tiene, la sensibilidad para comprendernos e incluso para corregirnos: tiene una visión y sensibilidad fantásticas. Ya somos familia.
-¿Qué opina de la piratería y de la caída en la venta de discos?
-Habría que inventar una nueva fórmula y que las discográficas no se llevaran tanto dinero. No es de recibo que un disco, a estas alturas, valga 20 euros. Yo no puedo pagar toda la música que mis hijas consumen, que es monstruosa. La única forma sería abaratar el precio, que hay margen. La mayoría queremos que nuestros discos se escuchen, hacernos populares porque guste nuestra música y no que los discos se queden en las estanterías.
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