Las gitanas de Málaga

Paco Roji, Soler Díaz y Paco Fernández reconstruyen la trayectoria y analizan la obra de una de las cantaoras más influyentes del siglo XX, La Repompa.

Imagen de la portada del único disco editado por La Repompa.
Imagen de la portada del único disco editado por La Repompa.
Juan Vergillos

03 de junio 2012 - 05:00

La Repompa de Málaga. Paco Roji, Ramón Soler Díaz y Paco Fernández. Edición de los autores.

Los 21 años de vida de Enriqueta Reyes Porras La Repompa (Málaga, 1937-1959) dieron mucho de sí, hasta el punto de que su nombre se inscribe con letras de oro en el libro de la historia de este arte. Hay un cante al que todo el mundo conoce hoy como Tangos de La Repompa aunque, según afirma Gonzalo Rojo y en gran medida confirma esta obra, fueron La Pirula (Dolores Campos Nieto, Málaga 1915-1948) y en menor medida Paca Reyes (Málaga, 1935), ésta última hermana mayor de La Repompa, las creadoras de dichas melodías. Unos cantes que continuó interpretando Rafaela Reyes La Repompilla (Málaga, 1949), la hermana más chica de La Repompa, y que hoy sigue haciendo Amparo, la hija de Rafaela, y que forman parte del acerbo festero de buena parte de cantaoras actuales tan distintas como Carmen Linares, La Cañeta (Teresa Sánchez Campos, hija de La Pirula, también de Málaga), La Susi, Estrella Morente, Antonia Contreras, Paqui Lara, Las Migas, etcétera, y de no pocos cantaores como Miguel Poveda, Cancanilla y, hace unos años, El Indio Gitano, Ketama y Camarón, fiel seguidor de los estilos de La Repompa. Pero no sólo los tangos, la influencia de La Repompa sobre el cante femenino actual tiene que ver también con las bulerías y, en menor medida, con los fandangos.

La historia de la Repompa es la historia del flamenco en Málaga, y en España, a mediados del siglo pasado. Recorremos, de la mano de Paco Roji, el responsable de la parte biográfica en este libro, los tablaos malagueños y salas de fiestas, como el Refugio y el Pimpi, y vemos a La Repompa compartir escenario con personajes tan singulares del flamenco malagueño como Pepito Vargas, Chiquito de la Calzá, El Tiriri, Antonio el Chaqueta, La Quica, La Cañeta y un jovencísimo Carrete. Otros intérpretes, no malagueños en este caso, con los que alternó La Repompa fueron Lola Flores, Pastora Imperio, para la que trabajó en Palamós, y El Farruco, con el que tuvo una hija, Rosi, que fue bailaora. La Repompa es una intérprete elegante, dulce, fresca, acabada con sólo veinte años, los que tenía cuando llevó a cabo sus grabaciones, siete cantes, con la guitarra de Paco Aguilera, minuciosamente analizados en la segunda parte de esta obra por Ramón Soler Díaz.

Se trata de dos epés, uno de ellos compartido con Gaspar de Utrera con el título de Bailes españoles. Ambos se editaron en CD hace unos años por El Flamenco Vive. Afinación, originalidad de un repertorio festero adaptado a sus facultades y a la disposición emocional del momento de la intérprete, timbre fresco y naturalidad, maestría y algo de la ingenuidad de los pocos años que tenía cuando se llevaron a cabo estas grabaciones, esos son los valores flamencos de La Repompa. Una cantaora que era pura vitalidad, puro fuego, como demuestran su rumba Ea, Cayúo, las bulerías jerezanas Dinero, los tangos de la Pirula con los pies del Farruco, etcétera. Impresionante resulta su interpretación de los tangos granadinos que exigen una velocidad y amplitud de registro enorme, por los saltos melódicos tan grandes que tienen. Pero por encima de lo técnico, de las condiciones naturales, y del conocimiento de la tradición, lo más destacado del cante de La Repompa, que también era bailaora, por cierto, es su entrega emocional. El libro es también una reivindicación del cante de fiesta de los gitanos de Málaga e incluye dos breves pero interesantísimas entrevistas con Paca Reyes, la hermana mayor de La Repompa, y La Cañeta, la hija de la Pirula. Se da la circunstancia infeliz de que las dos grandes protagonistas de la historia de los cantes gitanos de Málaga, La Pirula y La Repompa, murieron bastante jóvenes de manera que sus herederas, La Repompilla y La Cañeta, hubieron de conocer sus cantes por terceras personas, singularmente de Paca Reyes. Ello hace que hoy en día sea muy difícil establecer una línea de separación entre las creaciones de unas y de otras.

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