Del genio como anomalía

Siguen apareciendo inéditos del baúl de Pessoa; ahora Acantilado saca a la luz sus escritos sobre la naturaleza íntima de los poetas

Ignacio F. Garmendia

24 de julio 2013 - 08:57

Siguen apareciendo inéditos del famoso baúl de Pessoa, el arca de proporciones legendarias donde el poeta encerró a los protagonistas de su drama em gente. Admira la grafomanía del autor y conmueve su vida soterrada, el hecho de que sus contemporáneos conocieran sólo una mínima parte del formidable tesoro que aquel hombre oscuro -extraño extranjero, lo llamó su biógrafo- guardaba para sí, pero entre los inéditos que vamos conociendo o vayan a aparecer en el futuro -podría haber decenas de ellos, a juicio de los especialistas- será preciso distinguir los que tengan un valor, digamos, intrínseco, de aquellos otros cuyo contenido pueda ser aprovechado por quienes estudian sus concepciones ideológicas y literarias. De ese modo sabremos si el legado de Pessoa es realmente inagotable, como leemos cada vez que sale a la luz un nuevo hallazgo, o el adjetivo puede aplicarse sobre todo a los investigadores.

Editados y traducidos por Jerónimo Pizarro, responsable también de la edición portuguesa, los Escritos sobre genio y locura pertenecen sin duda a la primera categoría. Es verdad que el libro se compone de fragmentos más o menos esbozados o inconclusos, pero no es difícil espigar entre sus páginas ideas o sentencias luminosas -otras resultan un tanto inextricables- que hacen que su interés no se limite a los eruditos. Como señala el propio Pessoa, la relación entre la creatividad y el desarreglo es una cuestión antigua de la que ya trataron los griegos. A él le interesó desde muy joven y los apuntes aquí recogidos atestiguan una atención sostenida durante décadas, en las que volvió una y otra vez sobre un asunto que le obsesionaba: la anomalía como punto de partida para el desarrollo del genio, que linda con la locura pero se diferencia de ella por el ejercicio de la conciencia. Pessoa tiene presente a Nietzsche, desde luego, pero tampoco le son ajenos los debates de la psiquiatría moderna. Cabe conjeturar hasta qué punto sus excesos de dipsómano o su interés por el esoterismo se mezclaron con un cierto desequilibrio que -confirmando en parte su tesis- no le impidió llevar a cabo una labor verdaderamente titánica. En todo caso no existen poetas normales, dice Pessoa, para quien el arte sólo puede surgir de una singularidad alucinada.

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