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La generación de los 60

Flamenco

El cuarto volumen de la 'Historia del baile flamenco' de Navarro García, profesor de la Universidad de Sevilla, se ocupa de los bailaores nacidos en los 60

Isabel Bayón en uno de sus últimos espectáculos.
Juan Vergillos

17 de marzo 2010 - 05:00

José Luis Navarro. Sevilla, Signatura, 290 pp.

El cuarto volumen de esta monumental Historia del baile flamenco es el primero de los dos últimos, en los que su autor analiza el baile flamenco actual. Esta primera entrega se centra en los artistas nacidos en la década de los 60: se abre con el tan polémico como fundamental Antonio Canales (Sevilla, 1961) y se cierra con Isabel Bayón (Sevilla, 1969). Se trata por tanto de una generación de bailaores en plena actividad, y que han dado ya grandes obras al patrimonio coreográfico flamenco y del teatro flamenco. Junto a los intérpretes, Navarro traza una semblanza de las principales compañías institucionales aparecidas en las últimas décadas: el Ballet Nacional de España, el Ballet Flamenco de Andalucía y el flamante Ballet Español de Murcia. Es curioso que las tres compañías institucionales han tenido un devenir histórico más bien errático, sujetas a los vaivenes políticos, pese a lo cual han aportado obras fundamentales a la escena flamenca: Medea y Fuenteovejuna, en el caso del Nacional, y Réquiem del Ballet Flamenco de Andalucía dirigido por Mario Maya.

No obstante, lo más original de este libro es la inclusión de una figura tan inclasificable como José Luis Ortiz Nuevo que, aunque no pertenece generacionalmente a esta época, sí es cierto que su figura la marca de forma indeleble, sobre todo por su creación del festival flamenco con mayor proyección de la historia. Me refiero a la Bienal de Flamenco de Sevilla, puesta en marcha en 1980, que desde entonces ha sido el lugar privilegiado de investigación y creación de esta generación de bailaores. El poeta, dramaturgo, investigador y actor flamenco abre, pues, esta obra por su labor, no solo creativa, sino también como dinamizador de la escena flamenca en las tres últimas décadas.

Por otra parte, aunque Ortiz Nuevo no baila, como escritor y actor flamenco ha creado algunos de los espectáculos teatrales más interesantes que sobre el flamenco se han hecho: desde Por dos letras (recuerdos y vivencias chispeantes de gracia de un cantaor, Pericón de Cádiz, en los años terribles de las hambres de posguerra) hasta la reciente No sé la edad que tengo, en que rescató al gran bailaor Carrete de Málaga para la escena flamenca. Narrador, actor, director, pero también poeta, ensayista, activista flamenco: propició el encuentro de Morente con Max Roach, inventó esa mocita rumbosa y maltratada en su madurez llamada Bienal de Arte Flamenco de Sevilla. Y un sinfín de historias, la penúltima de las mismas la dirección artística de Málaga en Flamenco, un festival para cuya segunda edición, celebrada en 2007, realizó un diseño luminoso, como siempre. A pesar de lo cual fue defenestrada por las instituciones públicas andaluzas y malagueñas, a las que les sigue sentando fatal la libertad de criterios. Según Navarro, Ortiz Nuevo "sembró inquietudes y dio alas a los artistas flamencos para que buscasen, en palabras suyas, caminos de vanguardia, para que se lanzasen al descubrimiento de lo nuevo".

Por el otro extremo del libro la

apuesta de Navarro García es clara: el futuro del baile flamenco es la interacción con otras formas artísticas, plásticas, literarias, escénicas, a la manera de María Pagés, Javier Latorre, Belén Maya o Isabel Bayón. Se analizan también, de forma pormenorizada, las obras y los estilos de Antonio Márquez, Javier Barón, El Mistela, Aída Gómez y su relación con Carlos Saura, en la que la bailaora nacida en Madrid recoge el testigo de Antonio Gades para obras como Salomé e Iberia o Joaquín Grilo. Otras figuras ligadas a un estilo bailaor más tradicional que también se analizan son las de Alejandro Granados, Carmelilla Montoya, Diego LLori y Yolanda Heredia. Artistas más herméticos o singulares reciben también la atención de Navarro. Así, hay un capítulo completo dedicado a Fernando Romero, que ha destacado más como coreógrafo del Ballet Nacional o de la compañía de María Pagés que en sus interpreteaciones individuales. O Tomasito, al que se dedica un apartado.

Como en volúmenes precedentes, el libro se articula en torno a las reseñas de los espectáculos y el estilo de los protagonistas del mismo, incluyendo también fragmentos de entrevistas y reseñas críticas de la prensa del momento.

Un nuevo ladrillo, por tanto, en este enorme edificio que es la Historia del baile flamenco que en cinco volúmenes hace un repaso desde la prehistoria de este arte hasta la última hornada de intérpretes, los nacidos en los años 70 y 80, y que serán los protagonistas del último volumen, el quinto, que se publicará en breve.

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