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Obituario
"Los profesores que aburren en clase de literatura", me dijo un día García Tortosa, "van directos al infierno". Estos últimos treinta años que he sido su discípulo me he reído, he disfrutado, me he preocupado, he sentido pánico. He sido afortunado. ¿No es la biblia un libro de y para pastores? ¿Seguimos llamando primitivos a los anglosajones aun cuando conocían el dolor que a veces se siente justo al despertar, el morgen cearu? ¿No son los silencios –en Shakespeare, en Pinter– a veces más necesarios que las palabras? ¿No nos cambia Joyce la forma de percibir la realidad que nos rodea? Me marchaba luego después asombrado por su sensibilidad, fruto de una prodigiosa inteligencia, y siempre dándole vueltas a la cabeza, que es la yema misma del pensamiento crítico.
Eso sí, aprendí a hacerlo a la manera señorial de Don Francisco; sin doblarse nunca ante la ortodoxia y practicando la duda metódica incluso al escuchar a alguien decir "buenos días". Quizás por eso "inquietante" era su adjetivo favorito. Y ciertamente por eso se alejó de la huerta murciana para explorar mundos remotos en un tiempo en que hablar inglés era solo para turistas y la literatura en inglés, claro, solo para ingleses.
A más de hortelano, cuidador de circo y otros oficios, García Tortosa se convirtió en joven catedrático –y rojo– en la España de los años setenta. Se reía mucho recordando que en Santiago de Compostela y en Salamanca no lo querían, por ser alguien conflictivo. Más se reía cuando, al recalar en Sevilla, hubo algunos pacatos que comentaron que "ha llegado un catedrático que es más rojo que los ------ de Lenin". Lo que realmente llegó a la Universidad de Sevilla con García Tortosa fue la modernidad. Han venido después tres décadas de trabajo discreto y continuo. Nivel Contactos internacionales. Prestigio. Orgullo.
La última vez que nos vimos no me reconoció. "Vencida de la edad" sentí su espada. Ante nuestra torpeza por hacerle recordar tiempos felices donde él ya sólo veía un agujero, acertó a decir: "La vida no es nada, nothing at all". Puede que sea cierto. Pero la tuya ha merecido la pena. Gracias, Paco.
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