García canta en Sevilla

EL POETA CALCULISTA | CRÍTICA

Juan de Dios Mateos en la piel de Manuel García.
Juan de Dios Mateos en la piel de Manuel García. / Lolo Vasco

La ficha

*****Femás 2025. Ópera unipersonal de Manuel García. Tenor: Juan de Dios Mateos. Orquesta de Cámara de Bormujos. Director: Alberto Álvarez Calero. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Domingo, 30 de marzo. Aforo: Tres cuartos.

Tras doscientos veinte años de sus estreno en Madrid y a los dos siglos y medios del nacimiento de su compositor, por fin llega a Sevilla por primera vez la obra que catapultó a la fama continental a Manuel García. Todo un reto para cualquier cantante (de hecho casi nadie la ha cantado después del sevillano), porque obliga a un solo tenor a cantar durante más de una hora encarnando a diversos personajes y hasta un dúo consigo mismo, en un auténtico tour de force que espanta a cualquier cantante. Y porque García lo escribió para sí mismo, para exhibir sus extraordinarias capacidades como cantante, además de como compositor. Tiene, pues, mucho valor y mucho que admirar el que Juan de Dios Mateos y Alberto Álvarez Calero hayan decidido abordar de frente el reto y llevarlo a término con brillantez y con resultados extraordinarios.

Álvarez Calero ha ahormado en esta ocasión a su orquesta para sonar con unos perfiles plenamente acordes con los usos interpretativos de la época (1805). La articulación fue siempre clara y nítida, sin laxitudes, a base de arcos cortos, baja presión en las cuerdas, mínimo vibrato, incisividad en la acentuación y sabiduría a la hora de dosificar las dinámicas de forma expresiva. Las maderas sonaron con brillo, con un relieve y un color sumamente atractivos, además de afrontar muy bellas ornamentaciones, especialmente en unos clarinetes especialmente inspirados en esta ocasión. El empaste global fue perfecto, con precisión y flexibilidad, como en esa manera de abrir y cerrar el sonido en un doble regulador en el final de la introducción de "Yo que soy contrabandista", respondiendo la cuerda de forma unísona y con brillo. Calero supo entender el doble perfil de esta obra, acentuando los ritmos más netamente castizos, boleros o goyescos (seguidillas, polos), con sus característicos cambios de ritmo y su inicisividad acentual, pero a la vez recreándose en el fraseo plenamente mozartiano de otros momentos, con el peso de las maderas y la articulación rápida y saltarina. En ambos registros los resultados fueron inmejorables.

Juan de Dios Mateos salió plenamente triunfador de la larga faena que tenía por delante. La voz es brillante, sólida en el centro y en la franja aguda, cuyo sonido se expande y se abre conforme sube en el diapasón, hasta alcanzar unos rutilantes Si bemoles y Do sobreagudos con los remató de cosecha propia algunos momentos, especialmente la compleja Aria grande "Formaré mi plan". Aquí tuvo el tenor almeriense oportunidad de mostrar sus habilidades en el terreno interpretativo con los continuos cambios expresivos del libreto, imitando, poniendo voces, modulando y acoplando el sonido y el color de su voz a los referentes textuales. No digamos ya en el caso del dúo en el que tiene que hacer de hombre y mujer a la vez, oscureciendo o blanqueando el sonido de forma cómica pero a la vez perfecta en lo técnico. Que domina perfectamente el terreno de las coloraturas y agilidades quedó de forma palmaria en evidencia en las largas tiradas ornamentales con saltos interválicos incluidos en las boleras o en las escalas ascendentes de la polaca. Como actor fue impecable, tanto en la declamación de las partes habladas como en las cantadas a las que dotó de fuerza teatral, interactuando a veces con el director, a veces con la orquesta, siempre con el público. Esta vis teatral (que era una seña de identidad del propio Manuel García) le permitió firmar versiones inmejorables y llenas de chispa en los momentos más netamente "españoles", sobre todo en un "Yo que soy contrabandista" cantado con bravura y despejo, como dirían los castizos goyescos. Así se comprende el furor que este "jaleo", polo o "caballo" (como se le llamó en su momento) causó en la Europa romántica, con decenas de ediciones, adaptaciones y reelaboraciones, como las de Liszt o Schumann. Ninguna de las grabaciones existentes de este fragmento (Tucker, Bartoli, Camarena, Palacios) alcanza la garra y la fuerza de la de Mateos y Álvarez Calero. Hasta seis salidas a saludar hubo y ante el entusiasmo del público repitieron "Yo que soy contrabandista" aún con más garra y desparpajo bolero.

stats