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El galgo le ganó la carrera al cancerbero

Le dedicó a 'Luces de bohemia' su tesina y su tesis doctoral y el año del Goya fue Velázquez en el Alcázar,

Fotograma de 'Solas' en el que Carlos Álvarez-Novoa aparece con Ana Fernández.
Francisco Correal

24 de septiembre 2015 - 05:00

La muerte se marchó desolada. Después de tanto empeño, sólo se llevó una de las muchas vidas de Carlos Álvarez-Novoa. El mendaz mensajero le dejó el recado el 2 de agosto en el teatro Grec de Barcelona, donde representaba la obra Bangkok. Una historia del dramaturgo Antonio Morcillo en la que compartía elenco con un joven actor, Dafnis Balduz, que tiene en su currículum la película Lo más importante de la vida es no haber muerto.

El actor asturiano nació en la cuenca del Nalón para no morir. No en vano vino "el año de gracia de 1940 que dio lugar a una potente generación porque los maridos volvían de la guerra con muchas ganas de estar con sus mujeres". Me lo contaba en el banco de Oviedo de la plaza de España quien decía de sí mismo que "yo soy asturiano y aparte de dinamitero y mal cristiano, republicano". Lo que no fue óbice para que en una de sus múltiples vidas, cuando trabajaba en Radio Oviedo para pagarse los estudios de Filosofía y Letras, su segunda carrera, coincidiera con Menchu del Valle, abuela de la reina Letizia. Compartían un programa llamado Rumbo a la Gloria al que un día llegó un chaval llamado Víctor Manuel.

Qué puede hacer la muerte con un tifón de vida, un asturiano tan encarnado en la historia de Andalucía como el himno de Riego. "Voy a poder", cuenta Carmen, su esposa, la madre de sus hijos Carlos y Sara, que fueron sus últimas palabras antes de morir. Siempre regando de vida todo lo que tocaba. Carlos vino al mundo en Reims cuando su padre dirigía en francés una versión de La Casa de Bernarda Alba. El tiempo que permaneció preso por participar en algaradas estudiantiles lo aprovechó para escribir una novela que nunca vio la luz porque el editor tuvo un asunto de faldas y se fue a América.

Cuando José Luis Cuerda pensó en él para el montaje teatral Lallanura, asimiló la voz trigueña de uno de sus mejores amigos, Antonio García Barbeito. En 2002, al regresar de México, donde había rodado la adaptación cinematográfica de la novela de Rosa Montero La hija del caníbal, fue al peluquero para cortarse la barba porque lo descartaron para Max Estrella, el papel de su vida. Mitigó la pena haciendo de Velázquez en las noches del Alcázar. A Luces de bohemia le dedicó su tesina y su tesis doctoral, que le dirigieron Martínez Cachero y Jorge Urrutia.

Su padre fue juez de Ponferrada y presidente de la Audiencia Territorial de Mallorca. Por eso estudió Derecho y con distanciamiento brechtiano hablaba de "una preciosa pieza jurídica" al referirse a una de las primeras sentencias de divorcio, la que compartió con Lino, su primera esposa. Maestro itinerante por media España, en las elecciones de 1977 fue candidato del Partido de los Trabajadores, compartiendo mítines con Paco Casero por pueblos de la Sierra Sur. De uno de ellos, El Saucejo, es Carmen, su compañera.

Formó parte del equipo de remo que ganó la prueba entre La Rábida y Punta Umbría. El patrón de la embarcación era un sevillano de su quinta, Alejandro Rojas-Marcos. El año que interpretó a Galdós y a Saramago contaba que Fernán-Gómez tenía en la mesa del hospital donde murió su versión teatral del Quijote.

Le gustaba el campo: Gines, Palomares, Aznalcázar. Una pasión que le llevó a aceptar el rodaje de un documental dirigido por Paola García Acosta sobre los galgos, iniciativa de la Fundación Benjamin Mehnert. El 3 de septiembre rodó Miguel Poveda y el día 5 iba a hacerlo Carlos en el teatro Lope de Vega. La llamó a finales de agosto para aplazarlo.

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