Cuando el arte se inspiró en la vida cotidiana
Arte
La Fundación Unicaja programa hasta el mes de julio la exposición 'Colección Masaveu. Objeto y naturaleza', que analiza la importancia que alcanzó el bodegón en el Barroco y el Siglo de Oro
La ficha
'Colección Masaveu. Objeto y naturaleza'. Centro Fundación Unicaja. Avenida de la Palmera, 45. Entrada gratuita. De lunes a viernes de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00, sábados de 10:00 a 14:00
El cuadro que abre la exposición Colección Masaveu: objeto y naturaleza. Bodegones y floreros de los siglos XVII - XVIII, que acoge la sede sevillana de la Fundación Unicaja hasta el 16 de julio, recrea el taller de un pintor ya anciano que se esfuerza en reproducir con su paleta unos instrumentos y partituras amontonados junto a una canina. En el suelo, junto a él, un pequeño cartel reza: Ancora imparo (Todavía aprendo). La escena representa la ventana que abrieron en su momento las naturalezas muertas, cuando el arte se apartó de las escenas religiosas o el retrato de la figura humana para encontrar una nueva inspiración en los objetos y enseres cotidianos, que se perfilan con un sobrecogedor realismo. "Se da toda una ruptura con lo anterior", analiza el comisario de esta muestra articulada en torno a los fondos de la colección Masaveu, Ángel Aterido, que reivindica la importancia de los bodegones. "Los primeros compradores son nobles y obispos con un gusto intelectual y artístico refinado, que no adornan su comedor con estas obras, sino que las cuelgan en sus bibliotecas", matiza el profesor de Historia del arte de la Universidad Complutense y especialista en pintura española del siglo XVII. Artistas como Juan de Zurbarán, Alejandro de Loarte, Pedro de Camprobín, Juan de Arellano y Luis Meléndez ilustran con su técnica prodigiosa el auge que vivió el género.
El recorrido, que abarca siglo y medio y va del Barroco a la Ilustración, empieza en Madrid y Toledo, donde se configuran las características que tendrá el bodegón español del siglo XVII, cuando las piezas de caza, las verduras y frutas se disponen como el trampantojo de una despensa, un modelo que con los años irá perdiendo rigidez y adoptando mayores cotas de dinamismo y exuberancia. Así ocurre en los cuadros que se exhiben en la sala de Valencia y Aragón, donde varias pinturas de Bernardo Polo dialogan con un exquisito Bodegón con dulces de Tomás Yepes.
La exposición de la Fundación Unicaja se detiene también en el arte sevillano con una pieza sobresaliente de Juan de Zurbarán,Bodegón con cesto de frutas, granadas y bernegal. "Creemos que ayudaría a su padre, Francisco de Zurbarán, en la pintura religiosa, pero él se especializó en bodegones", señala Aterido. El capítulo sevillano se completa con obras de Pedro de Camprobín, entre ellos una escena con castañas "muy singular, porque son infrecuentes los bodegones de frutos secos en el arte español".
En la primera planta, Colección Masaveu. Objeto y naturaleza, reserva otro espacio a las alegorías sobre los sentidos que se fraguaron en el taller de Juan de Arellano. El "pintor de flores más famoso en la España del siglo XVII" reinterpretaba unos grabados flamencos "en los que las mujeres protagonistas estaban desnudas. pero aquí se vistieron. El cuerpo femenino siempre ha resultado problemático", comenta Aterido sobre unos cuadros que toman escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento para relatar al espectador cómo los cinco sentidos pueden llevar al pecado o a la redención. En la sala contigua, las flores de Arellano se despliegan con majestuosidad en una misma pared. "Lo común", explica el comisario, "era que se colgaran todas juntas, no por separado, así creaban un impacto en el receptor". Fueron evolucionando en lo formal, con jarrones soberbios y cristales pintados con esmero, pero a veces trascendían su carácter ornamental y proponían una reflexión sobre la fugacidad de la vida.
El itinerario se cierra con una última referencia al Siglo de las Luces, una época interesada en "la ciencia y la descripción de la bnaturaleza", y especialmente a la producción artística de Luis Egidio Meléndez, a quien se le encargó una serie para el Gabinete de Historia Natural del Príncipe de Asturias, el futuro rey Carlos IV. El rigor con que dibujaba frutas, pescados y aves entusiasmó a la sociedad del momento: Meléndez repitió aquellos motivos, con variaciones, en numerosos cuadros.
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