Fuerza arrolladora

La segunda edición de FestivaRT, organizado por Ricardo Iniesta, se afianza en la programación del Teatro TNT. Una oportunidad única para que las compañías residentes que alberga el Centro TNT puedan exponer sus creaciones en las mejores condiciones técnicas y artísticas. Tras el paso de las compañías Traspaso Teatro(Se traspasan),Hilo Rojo Teatro(Tras la máscara),  ayer le tocó el turno a Teatro Incandescente(Silencio) y Teatro del Desorden y Bendita Rvina con la obra Estamos bien. El festival se clausura hoy, domingo, con las propuestas de Zaherí Teatro y su estreno absoluto Caballo ganador- trilogía para el fracaso y La Incierta Compañía con su montaje Del nido al nicho.

Estamos bien es la ópera prima de Guille Garabato, una marca que, tras ver su fabuloso espectáculo de ayer, se le ha quedado pequeña. Una suerte de teatro punk, transgresor, divertido, surrealista, golfo, cultísimo que hermana la realidad de unos jóvenes que se encuentran tan perdidos (algunos gratamente perdidos) con la cucaracha-insecto de Kafka.

Guille, al que se le notan todavía sus maestros, derrocha una exuberante energía viva, fresca que hace que estés más pendiente de su interpretación que casi de lo que está contando. Su interpretación embelesa y me atrevo a decir, espero que no le moleste, que lleva dentro al relevo del gran actor Asier Etxendia.

En su monólogo utiliza la formula de la autoficción pero está claro que  lo que quiere es convertirse en el reflejo de esos jóvenes que nadan entre la autosuficiencia de una sociedad que les da todo y que, a su vez, como a Tántalo, se lo quita cuando quieren cogerlo.

Chavales egoístas, onanistas, drogadictos, sin saber que lo son, salvajes por fuera y tiernos por dentro, esa maldita juventud que solo se cura con el tiempo y a la que todos, los que ya le hemos perdido, tanto añoramos.

Pero Guille, dramaturgo, creador total, llega más lejos. Entronca a ese joven que se gusta y se odia con Kafka, con Sísifo, con el psicoanálisis, a veces algo barato, y se mete en una lucha contra lo que lo hace fieramente humano. Su personaje, el antihéroe que toda generación crea para poder evolucionar, se debate entre el desamor de unos padres y las facilidades de una sociedad que solo busca el placer, ya sea en el usar y tirar sexual o en las drogas, la coca y esa variedad de pastillas que se mueven por la noche.

Para llevarnos a vivir todo esto, Guille demuestra un dominio exacerbado  del cuerpo, un regusto por sí mismo, una recreación de ‘actitud’ de su propia miseria. Sabe que se ha convertido en una cucaracha, quizás uno de los insectos que más repulsión provocan y lo defiende tanto, con tanta fuerza, que desborda el espectáculo alargándolo más de lo necesario.

Este clown punk, caracterizado para afearse, para ocultarse, es capaz de resumir en una sola frase: ‘Pierdes mucho sin ropa’ o el recuerdo de una estupidez que te dijo tu padre, con los trastornos alimenticios, el heteropatriarcado militante y las enfermedades mentales. 

Estamos bien es una obra ómnibus, donde el autor ha metido toda su rabia y que podría aligerar de contenido pero que posee en su interpretación uno de los futuros más halagüeños y prometedores del presente teatral andaluz.