Un no decir diciendo

Cien años de la muerte de Kafka | Cuentos completos

Páginas de Espuma publica una nueva traducción de los ‘Cuentos completos’ de Kafka a cargo de Alberto Gordo, prologada por Andrés Neuman e ilustrada por Arturo Garrido

Franz Kafka (Praga, 1883-Kierling, 1924).
Franz Kafka (Praga, 1883-Kierling, 1924).

La ficha

Cuentos completos. Franz Kafka. Traducción de Alberto Gordo. Prólogo de Andrés Neuman. Páginas de Espuma. Madrid, 2024. 592 páginas. 35 euros

Kafka no sería del todo Kafka si no conociéramos sus tres célebres novelas, los impagables diarios, los lúcidos aforismos o la voluminosa correspondencia, por eso hay que recordar siempre que cuando murió con poco más de cuarenta años sólo había publicado relatos, novelas cortas o prosas más o menos narrativas que se cuentan, ciertamente, entre lo mejor y más característico de su obra, aunque no representen más que una parte del complejo universo del escritor checo. A esos relatos publicados en vida, acogidos a seis títulos, entre los reunidos en el inaugural Contemplación (1913) y los agrupados en Un médico rural (1919), que comprenden además de La condena (1913), La transformación (1915) y En la colonia penitenciaria (1919), el primer capítulo de la novela El desaparecidoAmérica en la edición de Max Brod–, publicado como fragmento con el título de El fogonero (1913), pueden sumarse los incluidos en Un artista del hambre (1924), que Kafka dejó revisados pero se publicaron en libro poco después de su temprana muerte en el mismo año. El resto de sus obras, con novedades que llegan hasta tiempos recientes, apareció en ediciones póstumas donde se presentan de distintas formas que si bien no afectan a lo fundamental, su calidad y fuerza visionaria, han complicado la recepción del conjunto, que empezó a ser desbrozado en las ediciones alemanas de los ochenta.

La nueva versión fluye con naturalidad sin renunciar a recrear la extrañeza

La nueva edición de los Cuentos completos de Páginas de Espuma, al cuidado de su traductor Alberto Gordo, prescinde de los escritos autobiográficos y recoge sólo los de ficción, ofreciendo un valioso panorama de la narrativa breve que incluye todos los textos citados –incluidas las novelas cortas y el mencionado primer capítulo de El desaparecido, dado a conocer por el propio Kafka como relato exento– y otros dispersos en periódicos o revistas o tomados de sus cuadernos y diarios, entre los que se incluyen, por su carácter precursor y significativo, dos no habituales: Descripción de una lucha, el más antiguo de ellos, y Cuando Eduard Rabán…, titulado por Brod Preparativos de boda en el campo. Con buen criterio a nuestro juicio, los relatos se ofrecen en un orden cronológico aproximado, dado que no siempre están fechados o pueden datarse por el contexto o las menciones en las notas personales de Kafka, y esa forma de disponerlos –frente a las ediciones que agrupan las narraciones por bloques, en función de las circunstancias de publicación– permite seguir la evolución del narrador, desde los inicios todavía tentativos a las impresionantes muestras de madurez, e identificar las correspondencias entre ellos o con otros escritos de los mismos años. Sostiene el traductor que el alemán de Kafka, “lejos de ser sencillo (como a veces se ha dicho) está lleno de trampas”, y en elogio de su trabajo puede afirmarse que su tono verdaderamente único, también o sobre todo en lo formal, se aprecia en una versión que fluye con naturalidad sin renunciar a recrear la extrañeza.

Hay matices que trascienden la imagen del escritor hermético y atormentado

Además de las ilustraciones de Arturo Garrido, que se ha inspirado en los dibujos del mismo Kafka, la edición incluye un prólogo donde Andrés Neuman deja ideas interesantes sobre una narrativa de la que el traductor sugiere con razón que ha sido sobreexplicada. Si en su excelente ensayo biográfico, publicado en España por Acantilado, Reiner Stach deshizo algunos de los tópicos asociados al escritor, cabría hacer lo mismo en relación con su mundo, no porque lo que suele decirse sea erróneo –aunque los intérpretes han dicho de todo– sino porque hay aspectos o matices que trascienden la imagen del escritor hermético y atormentado. Por ejemplo, dice el prologuista, en relación con el estilo kafkiano, “tendemos a exagerar su carácter parabólico”, es verdad que desmentido en parte por una atención a la fisicidad de los cuerpos –con sus heridas, que no son abstracciones– o los estímulos sensoriales, y tampoco se presta la atención debida al humor, negro, naturalmente, o al trasfondo político implícito –bien que elusivo, como le corresponde– de textos que bajo la aparente sumision o indiferencia de sus protagonistas acaso cuestionan la autoridad y sus procedimientos. Si los clásicos nunca terminan de decir lo que tienen que decir, según la consabida definición de Calvino, Kafka lo es en grado sumo. En su peculiar registro fragmentario, a veces inconcluso, y haciendo de la elipsis no un mero recurso, sino la base de su poética narrativa, los relatos de Kafka se caracterizan por una ambigüedad enigmática que deja abierto el sentido, tanto más en las prosas que son apenas esquemas o vislumbres. Su magistral retrato del malestar contemporáneo tiene un aire intemporal y diríamos imperecedero, de ahí su rara e incesante reverberación en todos los presentes sucesivos.

Ilustración de Arturo Garrido para Páginas de Espuma.
Ilustración de Arturo Garrido para Páginas de Espuma.

Después de Brod

Los lectores en español pudimos acceder por primera vez a los originales restituidos de Kafka, libres de la intervención bienintencionada pero arbitraria de su “queridísimo amigo” y albacea Max Brod, gracias a la magna edición, dirigida por Jordi Llovet, de las Obras completas en Galaxia Gutenberg, donde acaba de aparecer el volumen V –segundo de las Cartas, basado como el anterior en el minucioso trabajo de Hans-Gerd Koch– y queda pendiente el que cerrará la serie con el último tramo de la correspondencia. Tanto el volumen III de esa edición, Narraciones y otros escritos, traducido por Adan Kovacsics, Joan Parra Contreras y Juan José del Solar, como los Cuentos completos de Valdemar, traducidos por José Rafael Hernández Arias y reeditados con motivo del centenario, remiten a los originales disponibles en facsímiles o a las ediciones críticas de Fischer. La historia textual de Kafka ha seguido un proceso tan tortuoso como sus narraciones, pero hoy todos los editores coinciden en calificar de excesiva y deformante la labor de Brod, que inventó títulos, refundió o eliminó pasajes, introdujo correcciones y en definitiva alteró sustancialmente un legado que incluía cientos de páginas desconocidas. Ahora bien, nunca podremos agradecerle lo suficiente que desatendiera las instrucciones del famoso testamento donde Kafka le pedía que se ocupara de reunir y quemar todos los inéditos. De ese modo, infiel pero leal, preservó para siempre el grueso de su obra.

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