Francisco Bores en la Fundación Cajasol: un encuentro con las vanguardias
Exposiciones
La sala Velázquez de la Fundación Cajasol de Sevilla acoge hasta el 7 de septiembre la exposición Bores. Madrid-París (1898-1972), una muestra que sintetiza la producción de un pintor destacado de la Edad de Plata
Se inaugura la exposición Bores Madrid-París 1898-1972
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Se cumple un siglo de la década de los años veinte, esa época de conversión y de desconciertos: los trágicos epílogos de la Gran Guerra, el descrédito de la democracia liberal, el fervor social de los totalitarismos –una solución política que se asociaba a lo moderno-. Aquella década supuso una radical ruptura en diferentes órdenes de la vida pública, también en la cultura y en las artes. El dadaísmo en el Cabaret Voltaire de Zúrich, el futurismo de Marinetti –telonero del fascismo italiano-, el surrealismo en Francia –luego en España- y otras tantas propuestas que nos dan dimensión de un mundo que se miraba al espejo y no se reconocía.
José Antonio Maravall, en La cultura del barroco, sostuvo que esta nueva estética del XVII es una respuesta a una sociedad en crisis. Puede resultarnos paradójico, pero es un contraste habitual en nuestra historia: los periodos de esplendor creativo suceden en tiempos de guerras, carestías, deterioro moral. El hombre necesita de lo sublime –o de esa esperanza ingenua, que es el arte- para compensar los tiempos difíciles.
En ese mundo en decadencia, necesitado de nuevas respuestas, crece el pintor Francisco Bores (Madrid, 1898 – París, 1972), cuya trayectoria es síntesis de las vanguardias –ultraísmo, fauvismo, cubismo y surrealismo-. La sala Velázquez de la Fundación Cajasol, en Sevilla, acoge una muestra retrospectiva de este artista que trató a los principales nombres de la Edad de Plata: Ramón Gómez de la Serna, Guillermo de Torre, Juan Ramón Jiménez, Lorca. Un pintor que, en busca de oportunidades que no encontró en España, se marcha a Francia en 1925, país en el que llegó a ser “una de las figuras principales de la denominada Escuela de París”.
Francisco Bores es "una de las figuras principales de la denominada Escuela de París"
La exposición Bores. Madrid-París (1898-1972) ha sido inaugurada en un encuentro con medios en el que han intervenido Antonio Pulido, presidente de la Fundación Cajasol, Alicia Gómez-Navarro, directora de la Residencia de Estudiantes, y Genoveva Tusell, comisaria de la muestra, quien destacó de esta exposición su carácter retrospectivo. La sala Velázquez de la Fundación Cajasol expone obras de Bores ejecutadas en “sus años de formación”, lo que nos ofrece una visión global de la producción del artista. Hasta ahora, los especialistas en la obra de Francisco Bores –indicó Tusell- han preferido divulgar los años de creación en Francia, a partir de 1925, excluyendo etapas anteriores, de iniciación o juventud.
Sin embargo, al excluir la obra de juventud de Francisco Bores nos perdemos un periodo clave para conocer al pintor. Tanto en su faceta profesional como en su vida personal. La exposición contiene una selección de la actividad de Francisco Bores a principios de los años veinte. Destacan sus trabajos para Revista de Occidente –el pintor trató con asiduidad a Ortega y Gasset-, sus “paisajes y escenas madrileñas” –el ambiente de los cafés de la época, de sus tertulias, hombres con bombín- y varios grabados, realizados entre 1922 y 1923. Son los años en los que Bores se relaciona con los círculos del ultraísmo y de la Residencia de Estudiantes. “Francisco Bores se forma en el taller de Cecilio Pla y está inmerso en la Edad de Plata de la cultura española”, explicó Genoveva Tusell.
En estos años previos a París, Bores conoce a la pintora Norah Borges, quien lo introduce en la técnica xilográfica. Algunas de estas xilografías –que retratan la vida madrileña de aquella década de las vanguardias, “los cafés, la barbería, el circo o el fútbol”- fueron publicadas en revistas culturales como España, Tobogán, Plural o Alfar. Son producciones influenciadas por la estética expresionista y por la impronta del cubismo. En esa síntesis de escuelas –una síntesis inclasificable- que distingue el estilo de Francisco Bores.
“Francisco Bores se forma en el taller de Cecilio Pla y está inmerso en la Edad de Plata de la cultura española”, explicó Genoveva Tusell
Mayo de 1925 fue un mes que determinó la carrera de Francisco Bores. En aquella primavera se inaugura, en el Palacio de Exposiciones del Retiro de Madrid, la Primera Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos. El pintor madrileño participa en este encuentro “con dieciséis óleos y acuarelas”, entre estas obras se halla un autorretrato, un retrato de Guillermo de Torre, una serie de bodegones y diversas pinturas que describen “escenas de interior”. Pero al público coetáneo no le convenció la propuesta de Francisco Bores. Aunque la crítica sí dedicó elogios a esta pintura que traía un aire renovado. No obstante, a Bores le desanimó la acogida de la exposición, por lo que decide marcharse a Francia, donde las tendencias le serían más favorables. “Bores tuvo éxito en París. Fue de los pocos pintores que expuso en la galería de Daniel-Henry Kahnweiler, donde también expuso Picasso”, relató la comisaria.
La muestra continúa con los años en Francia –el último cuadro expuesto data de 1967-. En estas décadas del pasado siglo –años treinta, cuarenta, cincuenta y sesenta-, Francisco Bores “vuelve de nuevo a pintar paisajes” y “escenas interiores”. Es un tiempo de “diversidad y de búsquedas, pero también de hallazgos”, precisan. Todo culmina con un estilo que el artista denominó “la manera blanca”, y que consistía en aplicar a la forma una luz muy depurada, que contribuía a la composición y al color.
El crítico, poeta y ensayista Juan Manuel Bonet definió a Francisco Bores como “el pintor más característico de los pintores del 27 parisino”. La cita la recordó la directora de la Residencia de Estudiantes, Alicia Gómez-Navarro, entre los óleos, dibujos y grabados de un pintor cuya obra –heterogénea y evocadora- es un encuentro con las vanguardias.
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