El ‘powerful’ de las flamencas del futuro
Flamenco Festival NY
El baile seductor y libre de Olga Pericet, el cante íntimo y sincero de Sandra Carrasco y el mensaje comprometido de una expansiva María José Llergo cautivan al público neoyorquino en la recta final del Flamenco Festival
Flamenco de altura en Nueva York
Rebeldía formateada
Nueva York/“The Lion is here”, canta socarrona una exultante Olga Pericet señalando su entrepierna con la cabellera cortada de La leona que aquí se torna como un símbolo de liberación. Estamos en el New York City Center, en pleno Manhattan, y aunque el público neoyorquino que llena el teatro conoce bien a esta bailaora, habitual en el Flamenco Festival y en otros circuitos de la ciudad, ella confiesa a este diario minutos antes de salir al escenario su “curiosidad” por saber cómo van a recibir este espectáculo en el que explora su faceta más animal para “rugir con fuerza”. “No me gusta repetir una fórmula y ajustarme al molde de lo que se espera. Cuando se presenta algo distinto siempre es un riesgo, pero eso es lo que me motiva y en Nueva York me siento como en casa”, relata.
Más al sur, en el animado barrio de La Village, la zona universitaria, centenares de jóvenes hacen cola en La Poisson Rouge para ver a dos de las flamencas del momento que se estrenan en esta cita “con nervios, responsabilidad, ilusión y muchísimas ganas”. En este caso, además, con dos propuestas completamente distintas, que van desde el cante íntimo y sincero de Sandra CarrascoRecordando a Marchena, junto a la guitarra de David de Arahal, a la propuesta expansiva y vitalista de María José Llergo que defiende un mensaje comprometido con sus orígenes. “Ésta es la cinta de mi abuelo”, explica a una sala abarrotada que canta sus canciones y reproducen su gesto de hacer corazones con las manos. “Me encanta la pareja que hacéis chicas”, les dice a unas espectadoras entregadas a su versión del Pena, penita, pena.
“El flamenco es una música que trasciende vaya donde vaya, sea cual sea el continente en el que estemos, porque tiene una verdad que perdura”, sostiene la cordobesa feliz porque “al otro lado del mundo valoren la propuesta que hago desde Andalucía y desde mi pequeño pueblo”.
Es decir, tal y como observa orgulloso el director del Flamenco Festival, Miguel Marín, en esta recta final de su 23 edición, lo interesante es que Nueva York no espera ya encontrar la reproducción de ese imaginario del flamenco asociado al folclore, sino que entiende este arte en toda su diversidad y amplitud. Por eso, recibe entre aplausos, risas y oles la pieza más surrealista de Pericet, que cabalga entre el musical y la poesía visual, y se conmueve con la sobriedad y el quejío desgarrado y delicado de la onubense cuando se rompe por fandangos.
En este sentido, la Premio Nacional de Danza, se alegra de que el flamenco haya ido desprendiéndose de tantos prejuicios. “Hemos estado luchando mucho tiempo para demostrar que el flamenco no es una cosa cerrada, que su origen es impuro por naturaleza y, como cualquier arte, evoluciona y se hibrida”, sostiene.
De algún modo, las tres artistas, cada una desde una búsqueda personal, representan ese flamenco del futuro que recoge el legado de “un arte de raíz que arrastra una historia muy fuerte” para abordarlo desde una mirada actual donde aparecen desplegando todo ese poderío, o ese powerful, que las llevan a abanderar los festivales del mundo. No hay nada más subversivo que una mujer libre y sin complejos, pensamos mientras disfrutamos desde el patio de butacas de una Olga Pericet que se desata, se desnuda, respira, se toma su tiempo, se gusta, se manifiesta, y se siente “sexy and hot, very hot”. “El flamenco es la herramienta perfecta para que una mujer como yo pueda sacar todo su dolor y todas sus sonrisas”, decía minutos antes.
Así, manteniendo “la fuerza, la energía, la espontaneidad, el color y la raza” que, como reflexiona Sandra Carrasco hace que lo jondo traspase a cualquiera, estas mujeres marcan imparables nuevos caminos. No porque antes no existieran en lo jondo las mujeres empoderadas que, como insisten todas, ha sido un género integrador en el que las artistas han tenido mucho peso desde sus orígenes (La Argentina, Argentinita, La Niña de los Peines, Carmen Amaya, La Paquera…), sino porque el arte no deja de ser un reflejo de la sociedad y “ahora por primera vez en la historia no estamos en un segundo plano”, manifiesta Llergo.
“La mujer está poderosísima ahora mismo y, aunque nos quedan mucho por hacer, diría que en el flamenco está habiendo una revolución protagonizada por la mujer”, piensa Carrasco, una de las artistas más versátiles, inquietas y personales de su generación cuyas influencias beben también de la música americana, desde Billie Holiday a Nina Simone –“cuya elegancia y peso en el escenario me fascina”-, pasando por Sarah Vaughan o Elvis Presley, “de quien tenía empapelado mi cuarto de niña”.
Desde este punto de partida, sueñan con un flamenco “más inclusivo”, imagina Llergo, “que esté en todas las playlist, que suene por las calles, en las tiendas y en los autobuses, que se valore en su grandeza”. También un flamenco “que conquistara España y a las generaciones más jóvenes, tanto como lo hace fuera”, reflexiona Carrasco señalando la necesidad “de que nuestros niños se aficionen y entiendan la magnitud del flamenco desde el colegio y desde las casas”. Y un flamenco, añade Pericet, “que estuviera más desvinculado del marketing y del negocio”. De momento, ellas seguirán creando para que así sea.
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