Los finalistas al Planeta confirman el auge de la novela negra en España
Premio Planeta 2019
La velada, enturbiada por la sentencia del 'procés', quiere celebrar este martes los 70 años de la fundación del grupo editorial
Secuestros, desapariciones y asesinatos en serie se suceden entre las obras finalistas al LXVIII Premio Planeta, que se falla este martes en Barcelona y en cuyos manuscritos se pone de manifiesto, según el miembro del jurado Juan Eslava Galán, el auge de la novela negra en España. "El autor que se presenta a este premio suele escribir algo acorde con lo que está de moda. En estos libros se habla menos de la Guerra Civil, ya no se copia la literatura hispanoamericana, y ahora abundan los relatos policiales", explica el narrador jiennense, que aprecia que un género "antes desprestigiado" hoy goza de una enorme popularidad.
La tradicional rueda de prensa que se celebra la víspera del galardón se vio enturbiada este lunes por la sentencia del procés, pero el presidente del Grupo Planeta, José Creuheras, se centró en el carácter literario de la velada y recordó que este 2019 el sello alcanzaba los 70 años de vida. "En junio de 1949 se fundaba la editorial, y el primer libro que publicamos fue Mientras la ciudad duerme, de Frank Yerby", recordó Creuheras. Poco más tarde, en 1952, se convocaba la primera edición de un premio que se prolonga hasta ahora. "Ahí empezó la andadura, y creemos que el espíritu del fundador lo llevamos dentro todos los que estamos aquí", defendió acompañado por los integrantes del jurado.
El presidente del Grupo Planeta rescató una máxima que tenía José Manuel Lara Hernández, que sostenía que "el trabajo del editor era poner en contacto el talento con las personas que querían saber de ese talento. Y eso es lo que hace ese premio", valoró. Los tiempos, eso sí, han cambiado: hoy el Grupo se divide en "áreas de entretenimiento, de formación, de comunicación" e incluso llega a acuerdos con Netflix para editar libros sobre sus series, pero seguimos "acercando la magia de la palabra a la gente".
Creuheras incidió en la fuerza con que el premio ha arraigado en estas décadas la sociedad española. "Hemos vendido 43 millones de obras, lo que significa que si hay 18 millones de hogares, de promedio cada casa tiene dos libros y medio. Un dato increíble en un país en el que precisamente los hábitos de lectura no son muy espectaculares". Fomentar esta actividad, facilitar el acceso a los libros, "debería ser una cuestión de Estado; tendrían que hacerse políticas transversales, en este sentido debería llegarse a un pacto común, más allá de la duración de una legislatura o de las siglas de un partido", reivindicó el responsable del grupo editorial.
Pese al auge de la novela negra, entre los borradores que aspiran a coronarse con el premio mejor dotado de las letras españolas convive una estimulante variedad que va desde la historia de una familia que se pelea por una herencia y que "se lee con una sonrisa en los labios y a menudo con una carcajada", desgrana Eslava Galán, hasta una "interesantísima investigación policíaca que ahonda en un aspecto que no suelen tratar las novelas al uso: qué pasa con quienes emigran a España". Rosa Regás, que también forma parte del jurado, añadió que los textos "reflejan los conflictos actuales" y señaló que entre ellos, "aunque ya no como prioridad o como argumento principal", se halla el "problema no resuelto de la Guerra Civil, algo que está en el ambiente".
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