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Alhambra Monkey Week
Con notable afluencia de público y todos los escenarios del Cartuja Center Cite funcionando ya a pleno rendimiento, la XIII edición del Alhambra Monkey Week sí que nos dejó este pasado viernes una sensación similar a la de aquellos festivales anteriores a la pandemia. En cualquier caso, y en pleno repunte de contagios, convendría no confiarse en exceso y recordar que, en interiores, el uso de la mascarilla sigue siendo obligatorio. Que sí, que andamos todos muy cansados, pero mejor cansados que enfermos.
De cansancio, precisamente, se hablaba en diversos corrillos: veteranos espectadores del Monkey que celebran la concentración de los conciertos en un solo espacio frente a la dispersión de escenarios propia del festival. "Uno se cansa menos", argumentaba el compañero Nico Salas.
Será que de tan veteranos algunos andamos ya un poco ajados, pensaba servidor mientras reflexionaba sobre la necesidad del Monkey Week de reconectar con el público más joven alejado de la tradición pop. Basta recordar que, en 2017, este festival programó, entre otras propuestas de rabiosa actualidad, a la hoy consagrada y mainstream Nathy Peluso, a Pricess Nokia y a Ms Nina. Descubre hoy la música del mañana, reza el lema del festival.
Quizás en esta edición se echan en falta ese tipo de tendencias, pero a ver quién le habla de juventud a Las Dianas, que hicieron disfrutar al personal congregado en el escenario de la plaza -exterior y gratuito- con su desinhibido punk-pop. Lo de estas granaínas es pura energía. Tanta que aún les quedaría cuerda para hacer doblete de madrugada en la Sala X.
En otro de los seis escenarios -por cierto, de lo más resultón-, el del Cubo, Adiós Amores demostraba haber ganado soltura sobre las tablas desde aquel debut teloneando a All La Glory poco antes del crack pandémico. El dúo integrado por Iman Amar y Ana Valladares nos ha ido dejando desde entonces un primoroso reguero de sencillos -cinco-, pero aún les falta algo para defender con solvencia ésas y otras canciones en vivo. No ayudan, quizás, las bases programadas en lugar de contar con una banda, pero, ya se sabe, la economía siempre manda.
Este cronista, y bien que lo siente, se perdió la actuación de Radio Huachaca & José Guapachá, el nuevo proyecto del chileno afincado en Sevilla Sebastián Orellana tras la disolución de La BIG Rabia, un rescate en toda regla del bolero de la mano del veteranísimo cantante venezolano. Que le hablen también a él de juventud y energía. Ojo, que se cuece documental al respecto.
Muy agradable sorpresa fue el directo de los madrileños Rothrigo. Me explico: da gusto despejar la incógnita de hasta qué punto otro grupo particularmente joven lleva al escenario un delicioso primer álbum, Apple Juice, henchido de pop clásico y canciones redondas. Con absoluta fidelidad, así fue.
Más granaínos en el escenario de la plaza. No sé a quien matar -menudo nombre-, otros que aún no han publicado disco largo y se mueven en territorio single, resultan ser una más que atractiva propuesta de dreampop electrónico.
Saltando de escenario en escenario llega uno al de AIE y se encuentra con Ruiseñora, uno de esos nombres que hace ya algunos años se abonaron a la cíclica reivindicación de las raíces y su hibridación con la actualidad. En el caso de Elia Maqueda y Atilio González es la electrónica, claro, la que construye el soporte para revalorizar tonadas de aires populares, tradicionales, que ya han quedado registradas en dos álbumes tan recomendables como Siglo XX y Relente. Se tomaron su tiempo entre uno y otro y visto lo visto estaría bien que no nos hicieran esperar demasiado una próxima entrega.
A Unidad y Armonía -también granaínos- les tocó abrir el Auditorio Alhambra, el principal escenario del Cartuja Center Cite, y que, como todos los demás, viene haciendo gala de un sonido impecable. De un veterano como Miguel Martín (Lori Meyers) siempre caben esperar cosas buenas. Y si encima nos hace un guiño en forma de cover con el Soy una nube de las venezolanas Elia y Elizabeth -ya versionadas en su día por Single-, sólo cabe alabar su buen gusto. Psicodelia soleada, dicen. Y aciertan.
Con todos los escenarios ofertando sus inabarcables propuestas, excepto ya el de la plaza, y la programación en salas a punto de dar el pistoletazo de salida, el Alhambra concentra la traca final de la segunda jornada del festival con dos nombres de reconocida solvencia: los ya curtidos barceloneses Mujeres arrollan con ese incombustible punk-rock que se resiste a pasar a mejor vida y los pamploneses Kokoshca encandilan a seguidores y público ocasional.
Agotados, los mayores nos retiramos mientras los jóvenes siguen quemando la noche.
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