Luis Orden & María Esther Guzmán | Crítica
Un dúo en óptima madurez
Música
Son múltiples los elementos que pueden consolidar a una ciudad como centro de atracción del turismo, haciendo de esta actividad una sustancial fuente de ingresos para la economía local. Un entorno natural determinado e irrepetible, un conjunto monumental, un paisaje urbano pintoresco, una composición social específica de sus habitantes, son los determinantes más frecuentes para que el turista opte por viajar a una determinada ciudad o zona geográfica. Pero hay un elemento que actúa a veces como un polo de atracción más potente aún que los anteriormente citados: el capital simbólico. A lo largo del tiempo, determinadas ciudades han ido tejiendo, voluntaria o involuntariamente, una serie de discursos que han construido una imagen de sí misma que ha trascendido en el tiempo y en el espacio. Es el caso de Sevilla, poseedora de un patrimonio inmaterial y simbólico forjado por su Historia y por la Literatura que ha tomado su pasado como base de sus creaciones. Entre los siglos XVII y XVIII se consolidarán dos figuras de importantísima relevancia en el mundo de la ópera: Don Juan y Fígaro. Ambos son personajes de ficción cuyas trayectorias vitales hacen de Sevilla su escenario de origen y ambas dieron lugar a una larga serie de óperas, casi unas 50 en el caso de Don Juan y unas 40 en el caso del famoso barbero sevillano. A ello hay que sumar otro personaje de fuerte raigambre sevillana que, además, es una personalidad histórica, la del rey Pedro I de Castilla, con una treintena de óperas que lo hacen su protagonista. Si a todo esto se le suma la fuerza de irrefrenable atención del personaje de la cigarrera Carmen a través de la ópera inmortal de Georges Bizet, tenemos como resultado que Sevilla es la ciudad con más títulos operísticos vinculados con su historia o con sus ensoñaciones literarias. Hasta el momento tenemos documentadas 186 óperas relacionadas con Sevilla, un respaldo a partir del cual se puede calificar a Sevilla sin riesgo de exageración como Capital Mundial de la Ópera. Sevilla, sus responsables políticos, sus gestores culturales, su tejido empresarial y su propia base social no son aún conscientes de las virtualidades económicas de la incorporación de la ópera a su acervo patrimonial.
Los teatros y festivales que ofrecen en España espectáculos operísticos están agrupados en la asociación Ópera XXI. Dicha asociación encargó a la prestigiosa consultora Deloitte un informe sobre el impacto económico de las temporadas de ópera en España a partir de los datos de 2008-2009.
Para el caso concreto del Teatro de la Maestranza de Sevilla los datos nos indican que cada euro aportado por las administraciones el teatro genera tres como aportación al PIB; que nueve de cada diez euros que el Estado inyecta en el Maestranza retornan a las arcas nacionales por la vía de los impuestos a que da lugar la propia actividad del teatro; y que por cada empleo directo del Maestranza se consolida la creación de siete empleos indirectos o inducidos. Las consecuencias son claras. La ópera no es deficitaria, todo lo contrario. Analizada a nivel global y estudiando sus flujos de caja y sus balances fiscales, el dinero aportado por las administraciones al Maestranza acaba revirtiendo con creces en el tejido económico de la ciudad y en las recaudaciones fiscales. La salida más lógica sería la de sacar partido a aquello que puede convertir a Sevilla en un centro de atracción operística que rivalice con teatros de mayores presupuestos y renombre: la vinculación de Sevilla con la Ópera por medio de la creación de un festival específico.
En materia de posibles fechas, las ideales para el festival serían entre los meses de mayo y junio. Para esas fechas ya se han celebrado las fiestas primaverales y la climatología permitiría la celebración de espectáculos al aire libre. Se aprovecharía de esta manera el reflujo del atractivo del ciclo festivo primaveral de Sevilla, de fuerte impronta en el mundo del turismo. Respecto a su organización, dada su experiencia en la producción y montaje de espectáculos operísticos, la opción prioritaria sería la de encargar al Teatro de la Maestranza toda la gestión artística del evento, aprovechando de esta manera la existencia de producciones propias de títulos como El barbero de Sevilla, Las bodas de Fígaro, Fidelio y Don Giovanni. Para la gestión de la dimensión turística del evento (venta de entradas, alojamientos, traslados, restaurantes) sería esencial establecer una alianza sinérgica con el sector de las agencias de viajes de mayor envergadura de la ciudad, que por su experiencia y su conocimiento del sector podrían ser las aliadas perfectas para hacer del festival un acontecimiento de contundentes repercusiones.
Hablemos de espacios: al margen, evidentemente, del Teatro de la Maestranza, Sevilla dispone de otros espacios escénicos que podrían diversificar la oferta de espectáculos. Así, se podría disponer del Cartuja Center, del Auditorio del Palacio de Congresos o del Teatro Lope de Vega en cuanto a espacios cerrados. Y en cuanto a localizaciones al aire libre sería esencial contar con la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla, escenario ideal para la ópera Carmen; o del Patio de la Montería de los Reales Alcázares, localización de óperas de la importancia de La Favorita y María Padilla; o del auditorio al aire libre Rocío Jurado de la Cartuja. La programación debería ofrecer cuatro o cinco títulos anuales. Por la fama y por la imagen íntimamente asociada a Sevilla que tiene, Carmen debería ser un título fijo cada año a representar en la plaza de toros. Se podría establecer también una programación complementaria consistente en recitales líricos y conciertos de temática relacionada con la ópera, visitas teatralizadas con música en vivo a cargo de jóvenes cantantes a los espacios del casco histórico sevillano más relacionados con la ópera, exposiciones sobre el entorno literario y artístico de las principales óperas sevillanas, paseos en barco por el Guadalquivir con música en vivo.
En materia de financiación se deberían explorar las vías de financiación en forma de alianzas que desarrollen las posibilidades de la legislación española en materia de desgravaciones a las empresas por inversión en el sector del espectáculo audiovisual. Así, cabe la posibilidad de atraer a empresas que quieran constituirse en Asociación de Interés Económico de forma complementaria de la financiación pública. Aún más abierta a este tipo de asociación empresas-festival resulta la Ley 27/2014 que regula el Impuesto de Sociedades y en cuyo artículo 36 se regula una deducción del 30% sobre el primer millón de euros y del 25% sobre el exceso, hasta un máximo del 10% de la base imponible sobre la que la empresa calcula el Impuesto de Sociedades, aplicable a las cantidades aportadas por las empresas a la producción de espectáculos audiovisuales y cinematográficos nacionales. Con sus limitaciones, esta normativa puede hacer atractiva la inyección de capital por parte de las empresas privadas en la organización de un evento como el de este festival Sevilla Ciudad de Ópera, abriendo así una vía que, si bien es habitual para las producciones cinematográficas o de musicales, apenas si ha sido puesta en valor para los espectáculos de ópera.
También te puede interesar
Luis Orden & María Esther Guzmán | Crítica
Un dúo en óptima madurez
Polvo serán | Crítica
Bailar la buena muerte
Lo último