Fernando Tejero: "Creo que los animales tienen más sentimientos que las personas"

Cultura

El actor visita este sábado el Cartuja Center con 'Camino al zoo', una obra que aborda las consecuencias de la falta de comunicación en nuestras relaciones sociales

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Fernando Tejero y Dani Muriel, en 'Camino al zoo'.
Fernando Tejero y Dani Muriel, en 'Camino al zoo'. / Pentacion

Peter y Ann viven en una de esas relaciones en las que se prefiere el silencio a la conversación incómoda. Una de esas relaciones en la que la vida se finge, y los problemas no existen, se callan y se ignoran –y esa es la única solución que se espera-. Pero esta rutina en los quereres –en el mal querer- cambia cuando llega Jerry, quien despierta al animal que duerme en Peter. Así comienza la sugerente Camino al zoo, del dramaturgo Edward Albee, obra que este sábado 18 de enero, a las 20:30h, llevan al Cartuja Center Fernando Tejero, Dani Muriel y Ana Labordeta. Nosotros conversamos con el primero acerca de esta propuesta que nos trae reflexión, emoción y sorpresa.

Pregunta.-Camino al zoo quizá sea una obra que el gran público desconozca. ¿Cómo animar el hype, que se dice ahora, de esta propuesta?

Respuesta.- Para empezar, diremos que Edward Albee [autor de la obra] es un grandísimo dramaturgo. Recordamos la extraordinaria ¿Quién teme a Virginia Woolf?. Camino al zoo es una historia maravillosa, compleja, realista. Es una función que habla, desde la tragicomedia, de la soledad, de la incomunicación de una pareja que aun siendo pareja no se conocen, sobre todo porque no se conocen ellos mismos. Se habla también de las consecuencias que tiene no mostrarse al mundo tal cual somos –esa máscara que siempre llevamos-. Todo ello tratado por el embudo del teatro del absurdo. Al leer la obra por primera vez, me pasó lo mismo que cuando leí La cantante calva, de Ionesco: no sabía bien qué quería contarme el autor. Pero cuando la leí por segunda vez, me hizo llorar. La entendí mucho más y dije que quería hacerla.

P.-Además de esta pareja que me comentaba, hay un tercer protagonista, Jerry. Su rol me resulta muy enigmático.

R.-Sí… Peter, mi personaje, es la diana de todos los dardos. Tanto mi mujer, Ann, como Jerry, intentan sacar a ese animal que tengo dormido –nosotros actuamos en un escenario que representa una jaula de animales-. Peter es esa persona que ha decidido ser un hombre siempre correcto, dentro de un matrimonio correcto. Le ha dado, para que se entienda, la espalda a la realidad de la vida. Jerry, por su parte, vive demasiado, y a él sí le ha sobrepasado esa realidad de la vida. Jerry quiere despertar a Peter, para sacar a ese animal que no se atreve, o no quiere sacar.

P.-¿La conclusión de esta obra es que somos más animales que los propios animales?

R.-Es que somos animales. Racionales, pero somos animales. El tema de la obra es que a veces, según qué, hay que despertar a ese animal irracional. No digo que ahora haya que ir haciendo el animal por la vida. Creo que se me entiende. Aunque, bueno, creo que los animales tienen más sentimientos que las personas (risas). El ser humano, a veces, necesita esa libertad de los animales. Sacar ese animal que llevamos dentro, y que no sacamos por miedo a la sociedad y al qué dirán.

El tema de la obra es que a veces, según qué, hay que despertar a ese animal irracional"

P.-¿Es esta una propuesta con garra?

R.-Sin ninguna duda. Es un viaje con garra, nunca mejor traído. También es gente que se agarra, con esas garras, a la que cree que es una tabla de salvación. El problema es cuando esas tablas de salvación se rompen, y hay que despertar lo que llevamos dentro para sobrevivir.

P.-El león ruge, el gato maúlla y los hombres… ¿a qué nos dedicamos?

R.-El que lo hace bien se dedica a vivir el momento. Porque el futuro no existe. Pero hay mucho ser humano que se dedica a la cero empatía, a la violencia. Cuando lo que nos hace falta es amor entre unos y otros.

P.-Todos sabemos que usted se confiesa animalista. ¿Queda mucho por hacer en el trato hacia los animales? ¿Queda mucho por concienciar?

R.-Por supuesto. Nos hemos apoderado de los animales, cuando los animales no nos pertenecen. Es más: los animales están en la tierra antes que el ser humano. Hay cero conciencia animalista. Pero bueno: ¿qué se puede pedir de un país donde todavía se celebra una fiesta que es lancear un toro con pinchos o con lanzas hasta destrozarlo? ¿O tirar una cabra de un campanario? O aberraciones terribles que se les hacen a los animales. Para mí, sinceramente, creo que hay que tener muy poca cordura para hacer cosas como estas. El que maltrata a un animal, de estas maneras, no es una persona que merezca la pena.

P.-Pensando en la vida pública: ¿quién es un animal –en el buen sentido- y un animal –en el peor de los sentidos-?

R.-Para mí, ahora mismo, un animal de la escena es Oriol Pla. Todo lo que le he visto me ha parecido una bestialidad. Me parece que eso significa ser un ser libre. ¡Se le ve tan libre actuando! Y luego, de una generosidad… Podría decir que me parece el mejor. Aunque la interpretación siempre tiene que ver con los papeles que te den, del proyecto, del guion. Pero es uno de los más grandes que he conocido últimamente. Por otra parte, estamos frente a las garras de otros animales, los políticos –aunque igual esto es un tópico-. Los políticos son animales en el mal sentido. Estos sí sacan el peor animal que cada uno llevamos dentro. La política que hoy tenemos se distingue por ser una pelea entre ellos. Por echarse mierda entre ellos. Y pasan de lo que el pueblo pide, de lo que grita.

Los políticos son animales en el mal sentido. Estos sí sacan el peor animal que cada uno llevamos dentro"

P.-¿Qué da el teatro que no dé el cine o la serie?

R.-Da algo muy mágico. El teatro, una vez que estrenas, cada día te da la posibilidad de aprender y de ir mejorando. Cosa que el cine y la tele no. Una vez que se filma ya no puedes hacer nada. Ya sólo te queda haberlo hecho lo mejor posible, o arrepentirte de lo que has hecho. El teatro, además, tiene lo que decía Juan Diego: el orgasmo, para bien o para mal, es instantáneo en él. Haces la función e inmediatamente recibes si al público le ha gustado o no. Hay un diálogo entre el público y los actores maravilloso –aunque el público no hable-. En fin, nunca se deja de aprender en el teatro.

P.-Usted ha ganado un Goya, entre otros reconocimientos. Ha hecho cine. Series memorables. Personajes históricos de la pantalla. ¿Qué le queda por hacer a Fernando Tejero?

R.-Pues me queda todo por hacer. Esta profesión tiene algo maravilloso: nunca dejas de aprender. Es una carrera de fondo. Acabo de hacer un prota con Amenábar. Los diez primeros días, cuando iba a ensayar a su casa, siempre le daba las gracias. El propio Amenábar me decía: “Tejero, no me des más las gracias. Te he dado este personaje porque te lo mereces. Valórate un poco más”. Esto último, por cierto, me lo tengo que apuntar en la agenda personal. Pero, eso: no he hecho terror, o un musical. Afortunadamente, esta carrera nunca termina de sorprenderte.

P.-¿Qué es lo que se avecina para Fernando Tejero en los próximos meses, en este recién estrenado año?

R.-Pues empiezo a grabar una serie para SkyShowtime. Luego tengo otra serie que no puedo hablar de ella… Todo el mes de febrero estoy en el teatro Bellas Artes de Madrid con Camino al zoo. Luego tengo la segunda temporada de Los Farad, una serie para Amazon. He escrito también un corto –esto es la primera vez que lo digo- y lo quiero hacer en marzo o abril. Es la primera vez que me voy a meter a escribir, producir y medio dirigir, junto con otra persona. Tengo el año, por fortuna, completo.

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