Algo más que fandango

flamenco

Jeromo Segura se acerca al cancionero popular, no flamenco, del pueblo fandanguero por excelencia de Huelva, Alosno

El cantaor Jeromo Segura en una actuación reciente.
El cantaor Jeromo Segura en una actuación reciente. / Pako Manzano
Juan Vergillos

10 de julio 2017 - 06:00

La ficha

'Romances de Alosno'. Jeromo Segura. Producido por Joaquín Brito. Edición del intérprete.

La riqueza musical de la localidad onubense de Alosno es proverbial. Al margen del fandango encontramos los villancicos (llamados en Alosno coplas del Niño), las saetas, los cantes rogativos, cantes rituales, trilleras, coplas de quintos, romances, seguidillas bíblicas y de la Cruz, el baile del pino, etcétera. Algunos de estos cantos populares han sido recogidos por Jeromo Segura (Huelva, 1979). Se trata de un cancionero anónimo y popular que está diseminado por toda Andalucía, pero que en Alosno adopta unas maneras particulares. Y que, sorprendentemente, no ha sido arrumbado por la riqueza y fuerza musical del fandango alosnero. De los muchos romances que se conservan en Alosno, el cantaor ha elegido el de la Peregrina y el de Gerineldo. De este último hay abundante literatura y ejemplos musicales recogidos en la tradición hispana. Incluso sin salirnos de la tradición jonda encontramos brillantes interpretaciones: la versión que grabó El Negro del Puerto a finales de los años 60, sin guitarra. O la que registró a ritmo de soleá bailable, en la línea creada por Mairena a finales de los 50, El Lebrijano y María la Perrata con el nombre de Romance morisco (1971).

El romance es una de las músicas y literaturas más antiguas que existen en la tradición hispana ya que sus orígenes se remontan a la Edad Media. De manera que el romancero constituiría un capítulo propio dentro de la poesía tradicional. Lo cantan los ciegos y juglares desde aquellos tiempos y ya la ficticia gitana Preciosa de Cervantes los canta al ritmo de su pandero. En los primeros testimonios de lo jondo encontramos al Planeta cantando romances, pero no quedará establecido como estilo jondo hasta que Mairena aflamencó el estilo a finales de los 50, como decíamos, a ritmo de soleá bailable y emparentándolo con la alboreá. Por su parte, los gitanos de los Puertos habían conservado un romancero independiente, sin guitarra y sin definición rítmica alguna, que fue la que se dio a conocer con la grabación del Negro. Por supuesto que al margen de esta tradición jonda el romance jamás se ha dejado de cantar en la lírica popular hispana. Del romance de Gerineldo, por ejemplo, tenemos un primer testimonio escrito en 1537. Segura ha optado por un novedoso ritmo de tanguillos para esta melodía popular y el uso de un coro femenino para dar las réplicas de la infanta al personaje del paje Gerineldo. En su segunda parte este romance está mezclado con el del Conde Sol, un recurso habitual en Andalucía occidental.

Las Coplas de quintos son una de las canciones líricas más extendidas de la geografía hispana. El Baile del pino es una de las señas de identidad de la lírica alosnera. Segura ha hecho una brillante armonización de esta canción tradicional, sin guitarra y con el único acompañamiento a la voz de la percusión tradicional de cascabeles. Este baile es uno de los platos fuertes de la celebración de San Juan, fecha señalada del calendario festivo alosnero. Dentro de la misma tradición ritual las Coplas de las ramas que preludian la navidad. Y ya dentro de esta tradición pascual nos ofrece Segura dos Coplas del Niño que es como llaman en Alosno al villancico, una más festera con el tema de la huida a Egipto y la otra en forma de nana para el recién nacido, con un brillante arreglo de guitarra a cargo de Joaquín Brito. Las Coplas del agua es una canción rogativa típica.

En la misma línea religiosa, aunque en un tono más amable, los Celos de San José, canción inspirada en el Evangelio de San Mateo, de ritmo hipnótico y brillantemente arreglada por Brito. La melodía es bellísima y Segura la dice con una naturalidad arrebatadora, lejos de todo énfasis o ensimismamiento jondo. Es la gran cualidad del disco: Segura interpreta el repertorio popular desde el flamenco, pero sin que pierda su sencillez, su aire naíf característico, su naturalidad, su carácter inmediato. En la misma línea de inspiración sacra las famosas Sevillanas bíblicas que popularizaran Paco Isidro y Paco Toronjo. La versión de Segura es fiel al ritmo bailable original, alejándose de esta manera de la versión de Toronjo, y de nuevo prescinde del acompañamiento de la guitarra. En la misma línea las Seguidillas antiguas de la Cruz de carácter meramente seglar.

Y volviendo nuevamente de lo divino a lo mundano, se cierra el disco con el Cante de trilla de amplia difusión desde que Bernardo el de los Lobitos lo introdujo en los años 50. Las trilleras onubenses tienen una melodía y un carácter propios.

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