Fallida gracieta

Las dos entregas de Hostel y El infierno verde hicieron el sangriento primer nombre de Eli Roth como director tras haber logrado un cierto reconocimiento como actor y haber pululado por el universo Tarantino. Tras ellas La casa del reloj en la pared y el remake de El justiciero de Bronson fueron un relativo descanso de sus sanguinarios inicios, a los que retornó con Black Friday.

La taquilla, alimentada por un público con adicción vampírica a la sangre y gusto por todas las formas posibles en que se pueda mutilar y matar, lo convirtió en un director de cierto relieve. Ahora se pasa a la fantasía futurista gamberra con esta película que quizás sea la peor de las suyas, lo que ya es mucho decir.

Basada en un famoso videojuego, acumula disparates actuados por personajes disparatados en lo que podría considerarse un homenaje a las películas de fantasía serie Z que languidecían en los estantes menos frecuentados de los videoclubs. Rodada sin gracia y al parecer sin ganas -la historia de su interminable producción es una suma de abandonos de guionistas, parones del rodaje y secuencias fallidas rehechas por una segunda unidad- no funciona ni como homenaje o guiño a aquel cine Z, ni como gamberrada galáctica, ni como parodia de famosas películas de ciencia ficción y violencia postapocalíptica. Que Cate Blanchett sea su protagonista dice poco de la inteligencia de su agente -si es que fue él quien la convenció de meterse en este truño- y mucho de cómo están las cosas en Hollywood.