Experiencia amorosa hecha arte

Les Desandre & Thomas Dunford | Crítica

Lea Desandre y Thomas Dunford en el Espacio Turina
Lea Desandre y Thomas Dunford en el Espacio Turina / Micaela Galván

La ficha

DESANDRE & DUNFORD

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Música Vocal en Turina. Lea Desandre, mezzosoprano; Thomas Dunford, laúd.

Programa: Idylle: canciones francesas del siglo XVII al XX (obras de D'Ambruys, Hahn, Hardy, Satie, Charpentier, Messager, Lambert, De Visée, Le Camus, Debussy, Barbara y Offenbach).

Lugar: Espacio Turina. Fecha: Jueves 17 de octubre. Aforo: Dos tercios de entrada.

En su último disco, Idilio, Lea Desandre y Thomas Dunford hablan sin tapujos de su relación sentimental, que llevaron a los micrófonos en un repaso extraordinario por la canción de amor francesa, desde el air de cour barroco a la chanson de Barbara y Françoise Hardy, pasando por las mélodies de Reynaldo Hahn, la opereta de Messager y Offenbach y hasta el Pelléas de Debussy. Fue con ese programa que llegaron al Turina.

La mezzo italofrancesa es hoy predilecta de multitud de teatros para roles barrocos y mozartianos, aunque después de escucharle sólo un par de minutos de Debussy la puedo imaginar como una maravillosa Mélisande. El timbre es bellísimo, ligero pero con sugerentes veladuras plateadas, la emisión, de una claridad extraordinaria, con un dominio de los reguladores absoluto; el recital era intimista, pero cuando en momentos ocasionales decidió sacar toda su potencia había de sobra para llenar dos teatros. Thomas Dunford no es en realidad un acompañante, es un auténtico alquimista del sonido: domina el tiempo, lo estira y lo comprime en función de las necesidades de su compañera y del texto, haciéndose igual de protagonista que ella. El resultado fue un prodigio de musicalidad, de expresividad y de emoción.

El dúo se movió permanentemente entre géneros, épocas y estilos, aplicando a todo la misma fórmula, pero esa especie de ucronía funcionó admirablemente, porque las armonías encajaron y los matices le dieron a cada momento su punto de color y de intención preciso: humor, picardía, pasión, melancolía, ternura... Y en esa variedad de afectos el público quedó atrapado como en una red mágica, como bajo ese plátano amable del Haendel de la propina. Todo se movió a un nivel soberbio, pero de À Chloris de Hahn, Ombre de mon amant de Lambert, Sans frayeur dans ce bois de Charpentier y Dis, quand-reviendras tu ? de Barbara dejaron versiones de una intensidad y una belleza verdaderamente inolvidables.

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