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Estiramiento al gusto actual de un clásico moderno

El Exorcista: Creyente | Crítica

Ellen Burstyn vuelve al universo de 'El exorcista'. / D. S.

La ficha

*** 'El Exorcista: Creyente'. Terror, EE UU, 2023, 111 min. Dirección: David Gordon Green. Guion: David Gordon Green, Peter Sattler. Fotografía: Michael Simmonds. Intérpretes: Leslie Odom Jr, Ann Dowd, Jennifer Nettles, Norberto Leo Butz, Lidya Jewett, Ellen Burstyn.

Queda de El exorcista, estrenada hace justo 50 años, el plano del sacerdote ante la casa entre la niebla solo iluminada por una farola, la fusión de realismo y espectaculares efectos especiales para multiplicar el terror al presentarlo como algo posible en nuestro mundo y no solo propio de atmósferas neogóticas (en lo que fue fundamental la dirección fotográfica de Owen Roizmam, que ya había trabajado con Friedkin en la también revolucionaria French Connection), la interpretación y el maquillaje de Linda Blair confrontada con las muy sobrias y dramáticas actuaciones de Jason Miller y el siempre grande Max Von Sydow, consagrar definitivamente lo demoníaco cinco años después de La semilla del diablo como fundamental recurso de terror y haber catapultado la arriesgada apuesta del Tubular Bells de Oldfield al definitivo éxito internacional. Quizás no ha envejecido bien, quizás las secuelas e imitaciones la han sobado hasta gastarla o quizás sea una obra maestra. En todo caso es importante situarla en su contexto: supuso un impacto extraordinario que cambió la historia del cine de terror.

Le siguieron dos secuelas –Exorcista II: el hereje de Boorman en 1977 y El exorcista III de William Peter Blatty, el autor de la novela, en 1990- y una precuela –Exorcista: el comienzo de Harlin en 2004- además de un aluvión de películas sobre diablos, exorcismos y posesiones que debutaron con La profecía de Donner en 1976 para llegar hasta 2023 con El exorcista del Papa o esta El exorcista: Creyente que hoy comentamos.

Se apropian del clásico moderno de Friedkin la factoría Blumhouse y el director de confianza de la casa David Gordon Green que ya había facturado para ellos la nueva trilogía de Halloween y en una vida anterior fue un aplaudido director de cine independiente y comprometido (George Washington, All the Real Girls, Undertown, Snow Angels) después dedicado al cine basura (Superfumados, El canguro, Caballeros, princesas y otras bestias) para intentar redimirse con películas de calité con estrellas (el Nicolas Cage de Joe y el Al Pacino de Señor Manglehorn) hasta dar con la Blumhouse formando equipo con su guionista de confianza Danny McBride.

Gordon Green y McBride junto al director y guionista Peter Sattler escriben el guión de esta tardía secuela y primera entrega de una trilogía. El resultado es una película correcta -lo que la deja en mal lugar con relación a su referente- que aporta poco de nuevo y sigue las estrategias de la trilogía de Halloween: innovar solo lo necesario para adaptar el clásico al gusto actual intentando que no pierda el bouquet de la original, al que hace guiños constantes a través de múltiples citas visuales, temáticas y musicales culminadas en la reaparición de la nonagenaria Ellen Burstyn.

¿Logra conservar el aroma del clásico moderno del 73 (las niñas poseídas) y hacerse atractiva al público mayoritariamente joven que es fiel al cine de terror (los excesos visuales y sonoros)? Lo primero, desde luego, no: hay un abismo de calidad entre ambas, tanto en lo que se refiere a la ajustada perfección de la puesta en imagen de la de Friedkin como a su tensión religiosa (heredada de la novela) en la representación de la lucha entre el bien y el mal manifestado no solo en la posesión (recuerden la torturada personalidad del padre Karras). Nada de eso queda aquí. Lo segundo, que se haga atractiva al público actual, sí lo logra: tiene la confección Blumhouse, que le ha cogido las hechuras al público joven mayoritario, y hace todas las concesiones necesarias al momento cultural, incluido el origen ‘mágico’ de la posesión (lo que en la de Friedkin empezaba con una excavación en Irak y un sacerdote arqueólogo empieza aquí con rituales sincréticos en Haití) y los exorcismos que en correspondencia con el inicio podríamos llamar multi, pluri o interreligiosos.

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