La Europa más cosmopolita

ALMACLARA | CRÍTICA

Policinska y González Calderón, Almaclara.
Policinska y González Calderón, Almaclara. / Federico Mantecón

La ficha

**** Programa: Sonata nº 2 en Re mayor, op. 58, de F. Mendelssohn; Tres romanzas op. 22 (arreglo para violonchelo de Beatriz González Calderón), de C. Schumann; Sonata nº 1 en Mi menor, op. 38, de J. Brahms. Violonchelo: Beatriz González Calderón. Piano: Marta Policinska. Lugar: Sala Cero. Fecha: Miércoles, 25 de septiembre. Aforo: Casi lleno.

En su magnífico libro (que les recomiendo encarecidamente) Los europeos, Orlando Figes analiza la conformación de una auténtica cultura cosmopolita europea en torno a la mitad del siglo XIX merced a una serie de factores, entre ellos el de las posibilidades de circulación de personas y de productos culturales posibilitadas por la expansión del ferrocarril en Europa. Y dicha investigación toma con centro articulador el círculo artístico tejido alrededor del triángulo Louis Viardot-Pauline García-Iván Turgeniev y todos los intelectuales y artistas, de múltiples nacionalidades continentales, que giraron a su alrededor. El momento y el lugar más brillantes en este sentido fue la década de los sesenta en Baden Baden. Allí, hasta la Guerra Franco-Prusiana, acudió lo más florido de la aristocracia y realeza europea, pero también intelectuales, escritores, pintores y músicos. El hogar de los Viardot fue el auténtico corazón de la vida musical de la famosa estación termal, en la que también fijó su residencia una ya viuda Clara Schumann como refugio de descanso de sus intensas giras de conciertos.

Beatriz González Calderón ha diseñado para este concierto una hipotética velada musical en la Villa Viardot con la habitual presencia en ella de Clara Schumann y Johannes Brahms. No se suele interpretar mucho la segunda sonata para violonchelo y piano de Mendelssohn y es una pena, porque es una obra espléndida, luminosa, que derrama felicidad en sus melodías, una felicidad expresada por las intérpretes con efusión desde el arranque del Allegro assai vivace, sin forzar los ataques, pero con pasión. El violonchelo brillaba en los registros centrales y graves, que sonaban con profundidad, redondos y cálidos. En la zona más comprometida de la franja aguda hubo momentos en que el sonido perdía brillo y afinación, si bien esto ocurrió muy puntualmente en la exposición, porque en la reexpisición todo cuadró perfectamente. El brillante y siempre exacto piano de Policinska jugó con el staccato en el Allegretto scherzando mientras González Calderón se recreaba en las largas frases sostenidas con intensidad y riqueza acentual. Su legato fue muy delicado y poético en el Adagio, sostenido por los nítidos arpegios del piano.

Las tres romanzas op. 22 de Clara Schumann, originales para violín y piano, son tres declaraciones de amor construídas sobre bellísimas melodías que consiguieron unas versiones delicadas, fraseadas con mimo, con el rubato justo para no caer en amaneramiento. Fantástica Policinska en su compleja parte, prácticamente independiente, de la tercera romanza. Y se cerró el círculo sentimental con Brahms, eterno enamorado de Clara, siempre fiel amigo y que también se desplazaba en verano a Baden Baden. Su sonata nº 1 para piano y violonchelo (así lo expresa Brahms en el título) es un homenaje a Bach y al contrapunto. Pero también un desafío para los intérpretes, a quienes no deja ni un momento de sosiego (carece de movimiento lento) y que culmina con una singular fuga escrita como un movimiento perpetuo agotador. Fue bellísimo el sonido de la cuerda grave en la exposición del primer motivo del Allegro non troppo, llevado con una acentuación sosegada, para establecer así el contraste con la pasión en la articulación del fogoso segundo tema. Magnífico encaje entre ambas intérpretes en el complejo mecanismo de interacciones sobre el staccato del segundo tiempo, para desembocar en el torrencial Allegro final, que arrancó con la fulgurante pulsación de Policinska, a la que González Calderón siguió con plenitud de sonido y de indentificación con el universo de emociones que atesora esta sonata.

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